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16 de oct 2016 – 22º Dgo de Pentecostés
La justicia, las madres y la oración
Un hermano de una iglesia hermana me contó su enojo por la última declaración pública que mandó nuestro Obispo, con motivo del segundo centenario de la independencia de la Argentina, específicamente, en ese caso, por el párrafo que decía:
En relación con la justicia, en su papel de garante de la libertad, es preocupante el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que limita el derecho a huelga, sumado a la aceptación por parte de este organismo de la limitación del ejercicio del derecho a la comunicación.
Yo compartí algunas inquietudes de este hermano en su queja, fundada en su conocimiento del derecho, como abogado que es, aunque no me parecía que estaba mal la declaración por lo menos en ese pedazo que les leí.
No quiero discutir ahora esa declaración, sino defender el derecho a reclamar, ya sea por un fallo de la corte suprema, o por el pronunciamiento del obispo, hechos con debido respeto y sin enojarnos.
Porque el sistema jurídico y los aparatos de la justicia son valiosos aspectos de nuestra convivencia democrática, imperfectos, muchas veces equivocados, en algunos casos reflejando intereses de algunos sectores a costa de los otros, pero de todas maneras valiosos, sometidos a la discusión, y siempre mejores que la ley de la selva –la ley del más fuerte–, y siempre mejores que la justicia por mano propia.
Ya la justicia del antiguo testamento fue un avance frente a las leyes de la venganza y del odio desproporcionado e injusto. Cuando decía “ojo por ojo, diente por diente”, no pedía venganza sino un castigo proporcionado: no sacarle los dos ojos al que nos había sacado uno solo, por ejemplo…, sacarle un solo diente al que nos había quebrado un solo diente.
El texto del evangelio nos presenta a una viuda sola, sin recursos, y frente a ella un juez injusto, que no teme a Dios ni respeta a los hombres, un soberbio, un juez que ni siquiera respeta el texto de las leyes, sencillamente soberbio y altanero…
Las madres en nuestra historia reciente nos han dado muestras de valentía y de entereza frente a los abusos de los poderosos: por eso valoramos a las Madres de Plaza de Mayo, 
Y valoramos a nuestras madres, que defendieron la vida de sus hijos en tiempos duros y en tiempos mejores. Como lo dice Peteco Carabajal: 
La manos de mi madre
llegan al patio desde temprano.
Todo se vuelve fiesta
cuando ellas vuelan junto a otros pájaros... 
Junto a los pájaros que aman la vida
y la construyen con el trabajo
arde la leña, harina y barro;
lo cotidiano se vuelve mágico,
se vuelve mágico… 
Esta historia del evangelio nos muestra la experiencia de las mujeres atropelladas en su dignidad y en su integridad por abusadores y violentos. 
Y pensamos especialmente en las madres de comunidades postergadas, como las madres que luchan por mantener y preservar las vidas de sus hijos e hijas…, pensamos en las madres del dolor y las madres del paco; pensamos en las madres que deben arriesgar a sus hijos en tiempos de guerras siempre injustas y siempre crueles.
Volvamos a la historia de esta mujer sola, y este juez que dice: esta mujer ya me tiene cansado, no la soporto más, y para sacármela de encima la voy a atender, para que no siga viniendo y acabe con mi paciencia…
Y Jesús entonces termina así su historia: Acaso Dios no defenderá a sus escogidos que claman a él día y noche? No, dice Jesús, Dios nos atenderá sin demora… El Dios que escuchó el clamor de los esclavos hebreos estará siempre atento a la necesidad de justicia, especialmente cuando los débiles sean atropellados.
Y con esto tenemos tres temas, tres problemas. Primero, el problema de la justicia y la injusticia. Nosotros apelamos a la última justicia, a la justicia de Dios. Aunque aceptamos la justicia de nuestro sistema democrático, y siempre estamos a tiempo de corregirla y cuidarla, a través de los legisladores y gobernantes, siempre miramos y apelamos a la justicia de Dios, que siempre es superior, aunque estamos en el tiempo de los gobiernos humanos.
Esperamos el reino de Dios en el futuro, oramos “que venga tu reino”, pero también el reino ya está entre nosotros –como lo dice el evangelio de Lucas en el capítulo anterior. El reino ya está entre nosotros en nuestra fe, en nuestra experiencia de oración, sincerándonos delante de Dios, sin trampas delante de él, porque sabemos que en la vida cotidiana muchas veces nos ubicamos como jueces frente a nuestros hermanos…
El segundo tema es la última reflexión de Jesús cuando termina de contarnos la parábola de la viuda y este juez injusto: “Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?”
Y ahí tenemos el desafío de compartir la fe, de llevar la buena noticia de que es posible vivir confiando en el amor de Dios. Como dice la oración de Francisco de Asís: 
Señor, que pueda ser instrumento de tu paz,
donde haya odio, que yo ponga el amor.
Donde hay ofensas, que yo brinde el perdón,
donde hay discordias que procure la unión.
Si hay algún error, que yo ponga la verdad,
donde existe duda que proponga la fe.
Si hay desilusión que yo hable de esperanza,
donde hay tinieblas, que yo encienda una luz.
Y por último, no perdamos de vista el propósito central de esta pequeña historia de Jesús: “les contó esta parábola para enseñarles que debían orar siempre, sin desanimarse”, se las contó “sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar”. Orar siempre, siempre atentos a Dios porque este es el Dios de Jesús, el que vino a compartir la vida y la muerte, la fiesta y el dolor, y que compartió con nosotros el hambre y la sed de justicia.
Orar siempre, manteniéndonos mutuamente en la comunión de la fe, el amor y la esperanza. Porque en esa comunión hay más bendición, más acompañamiento, más ayuda para el que está pasando problemas, más apoyo para el que se siente solo aunque esté en medio de mucha gente.
Que no nos desanimemos, porque ahí está listo y atento siempre el juez justo y amoroso que nos va a atender sin hacernos sacar número a las cinco de la mañana ni nos va a pasar el turno para el próximo mes. 
Pastor Guido Bello,
En la Iglesia Metodista de Temperley,
Textos bíblicos del leccionario ecuménico:
Evangelio de Lucas, 18.1-8; Profeta Jeremías 31.31-34; Segunda carta a Timoteo 3.14 – 4.2; Salmo119.97-104.

Octubre 9, 2016 – 21º domingo de Pentecostés - Temperley 
LA PAZ Y LA LEPRA, EL SAMARITANO Y LA GRATITUD
Ayer participé en un magnífico acto interreligioso de oración por la paz, en la plaza Grigera, en Lomas de Zamora. Por cierto con mayoría católica, con representantes de la comunidad judía e islámica, de las iglesia presbiteriana, de la alianza cristiana y misionera, yo metodista, con mensajes de la iglesia bautista, anglicana, evangélica del Rio de la Plata… 
Todos estos representantes de distintos credos pudimos expresar nuestra oración delante del numeroso público reunido. Después pasaron los intendentes de la zona: un representante del intendente de Lomas de Zamora, y los intendentes de Esteban Echeverría, de Ezeiza, de Almirante Brown, y firmamos todos un acta de compromiso por la paz. 
Tengo que darle gracias a Dios por esa acta de compromiso por la paz, inspirada seguramente por los obispos católicos de esta diócesis. Me gustó por la profundidad de su comprensión de la paz, como estamos acostumbrados a decir en nuestros mensajes: una paz que es mucho más que ausencia de guerra, que es vida con justicia y dignidad para todos, atentos a las necesidades de los más débiles. 
Creo que voy a mandarles a todos esa Acta de compromiso por la paz. Yo la firmé, en nombre de todos ustedes, y creo que expresa muy bien nuestro compromiso como constructores de la paz, en la vida cotidiana y en el trabajo, en palabras y en hechos. 
Después de esa firma fuimos a plantar un olivo frente a la catedral católica, y finalmente fui a presenciar una misa en la misma plaza, junto con el pastor presbiteriano Adrián Pico, que nos visitó hace poco tiempo. Digo presencié la misa y no que participé en ella, porque en eso estamos todavía divididos entre católicos y protestantes, aunque estamos unidos en la fe cristiana, en la misma Biblia y en muchas actividades conjuntas. 
Porque es más lo que nos une que lo que nos divide. Incluso con musulmanes y judíos reconocemos a un mismo y único Dios, llámese Alá, Yavé o Jehová, y en todas estas religiones valoramos la paz, el shalom de Dios, la vida buena que nos regala Dios. 
Ahora bien, volvamos al texto del evangelio de hoy. 
En el relato del evangelio de Lucas salen al encuentro de Jesús diez hombres leprosos, que ni siquiera se atreven a acercarse a Jesús, como les indicaba la ley antigua, impuros según los sistemas de salud y según los criterios de la moralidad, porque para la religiosidad judía de ese tiempo todo enfermo era culpable de algún pecado, “algo habrán hecho”, como se decía en tiempos de la dictadura… 
Y ellos, los indignos leprosos, sólo se atreven a gritar desde lejos: “Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros”. 
¿Qué hace Jesús con estos diez leprosos? En este caso simplemente les manda a presentarse ante el sacerdote para que sean revisados de nuevo, a ver si todavía tienen lepra o si tienen algún otro problema de la piel o si puede declararse que se han sanado. Y vemos que aceptan ir, por lo visto confiando, esperando ver qué pasa con este Jesús. 
“Y mientras van, quedan limpios de su enfermedad. Y uno de ellos, al verse limpio, regresa alabando a Dios a grandes voces, y se arrodilla delante de Jesús, inclinándose hasta el suelo para darle las gracias. Este hombre es un samaritano”. 
En la comprensión del evangelio desde la reforma protestante, que estamos por celebrar en su quinto centenario, todos nosotros nos reconocemos como leprosos, todos indignos, todos pecadores. Así nos reconocemos delante del Dios que es el único bueno, el único justo, el único verdadero. Y por cierto estamos agradecidos a Dios por su perdón amplio y gratuito, perdón sin condiciones, perdón siempre inmerecido. 
Pero Jesús destaca el hecho de que el único agradecido entre los otros nueve es un samaritano. El más marginado entre los leprosos, el impuro según los códigos de la raza, el impuro según la religión impura de los samaritanos, el impuro según la liturgia oficial porque ellos no querían ir al templo de Jerusalén, el impuro entre los impuros, este es el único que vuelve a agradecer a Dios en la persona de Jesús, el único que vuelve a celebrar la vida, la restitución a la comunidad, a su familia y a su dignidad. 
En realidad, cuando Lucas terminaba de escribir su evangelio, ya no existía ninguna discusión con los samaritanos, ya estaba destruido el templo de Jerusalén en el año 70 por el Emperador Tito, Israel había dejado de ser una nación y su población había sido dispersada casi totalmente. De manera que la evocación de los samaritanos era solo literaria y era un llamado a los lectores cristianos, para que se sintieran como samaritanos, “diferentes” y “discriminados”, pero agradecidos. 
Y yendo más profundamente, en esta historia, Jesús es el leproso que vive libremente con los más pobres, los impuros de la religiosidad farisaica, el que come con los que no pueden pagarle a los sacerdotes el sacrificio para su purificación, el que camina con prostitutas, campesinos sin tierra y pescadores sin barcos, con todos los dispuestos a celebrar la vida y el abrazo de la comunidad de la fe y la esperanza. 
Jesús es condenado por el aparato religioso y por el aparato imperial, justo por ser el peligroso diferente ante el sumo sacerdote y ante los escribas y fariseos y saduceos, por ser el diferente frente a la soberbia de Herodes y Pilato, condenado por vivir agradecido ante el Dios del amor, compartiendo la mesa de los rechazados y marginados. 
Junto con esta historia del samaritano leproso que vuelve a la vida, agradecido, las primeras comunidades de seguidoras y seguidores de la nueva fe van descubriendo que Jesús es el que se hizo leproso entre los leprosos y que no pueden discriminar a nadie: ni a un infectado de sida, ni a un campesino sin tierra desalojado por la soja, ni a una pareja de homosexuales que lleguen a pedirnos una bendición para su unión, ni a una madre sola ni a un joven desocupado que nos quiere vender productos de limpieza, ni a los refugiados en un campamento miserable. 
Jesús sigue siendo entre nosotros el leproso entre los leprosos, repartiendo amor y solidaridad entre nosotros, los que vivimos como Jesús la gratitud y la alegría por la aceptación ante Dios y entre la comunidad de los leprosos. Porque descubrimos un día que por esa fe que pusimos en Jesús ya no tenemos lepra ni ningún estigma, y vivimos contentos y agradecidos por esa dignidad de hijos aceptados y aceptadas, todos en paz. 
Pastor Guido Bello Henríquez 
Leccionario Ecuménico Común
Evangelio de Lucas 17.11-19: En su camino a Jerusalén, salen al encuentro de Jesús diez leprosos: “Ten compasión de nosotros”. Les dice que se presenten ante los sacerdotes, y en el camino quedan limpios. Uno de ellos vuelve agradecido y alabando a Dios. ¿Y los otros nueve?
Profeta Jeremías 29.1, 4-7: Carta de Jeremías a los desterrados que habían sido llevados a Babilonia: háganse casas, planten árboles, cásense y tengan hijos, trabajen a favor de la ciudad donde vivan y oren por ella, porque del bienestar de ella depende el bienestar de ustedes.
2a Carta a Timoteo 2.8-15: Timoteo, acuérdate bien de Jesucristo, que resucitó de los muertos, para que todos obtengan la salvación en Cristo Jesús. Haz todo lo posible para presentarte como un obrero que enseña debidamente el mensaje de la verdad.
Salmo 98.1-4: ¡Canten al Señor una canción nueva! El Señor ha mostrado su justicia, he tenido presente su amor y su lealtad hacia su pueblo. ¡Canten a Dios con alegría!



El Cristo Proexistente y su camino a Jerusalén 

Mensaje del día Domingo 21 de Agosto de 2016 
Basado en el Evangelio de Lucas 13:22-30.
Lecturas complementarias: Libro del Profeta Jeremías 1:4-10; Carta a los Hebreos12:4-6,11-15;Salmo 71:1-6.
Hace algunos años se publico un libro llamado ¨Jesús vida de un campesino judío escrito por el investigador John Dominic Crossan, perteneciente al Jesús Seminar, un grupo de estudiosos que se dedica a analizar las fuentes que tratan sobre Jesús, y lo describía como un Maestro de sabiduría al estilo de los filósofos cínicos del mundo antiguo. Éste libro alcanzó altos niveles de venta y fue criticado por varios especialistas del NT ya que la imagen que ofrecía de Cristo era la de un Jesús deformado, utilizando la expresión acuñada por Craig Evans en su libro del mismo nombre.
Sin embargo, al término Maestro se le puede dar un sentido muy acorde a la enseñanza del NT, ya que el evangelista Lucas destaca en el pasaje que estamos considerando el carácter didáctico de la actividad itinerante de Jesús. Pero no en el sentido de un filósofo itinerante, autor de dichos o proverbios de carácter popular, sino como aquel que nos proporciona las respuestas a aquellas preguntas que nos formulamos sobre el mundo, la existencia de Dios, el problema del mal y el sentido de la vida. Jesús es el que nos da la clave sobre los grandes interrogantes de nuestra existencia. Por eso es que mientras va de camino a Jerusalén atravesando pueblos y ciudades, alguien de la multitud le hace una pregunta que por entonces inquietaba a los espíritus en Israel: Señor , ¿son pocos los que se salvan? A esta inquietud de los contemporáneos de Jesús se le daba por entonces dos respuestas: La de los círculos apocalípticos y la de los rabinos de Israel. Los apocalípticos produjeron una abundante literatura propia de los tiempos de Crisis de Israel, entre ellos: El Apocalipsis de Baruc , el Libro 4 de Esdras, La Asunción de Moisés, etc. En los cuales se afirmaba que el número de los salvados era pequeño, por ej. 4 de Esdras 8:3 ¨Muchos han sido creados, pero pocos se salvarán¨ . Contrapuesta a esta estaba la de los rabinos que pensaban que se salvaría todo Israel con excepción de los pecadores más abominables.
Jesús no da una respuesta directa, un sí o un no, tomando partido por una de las opiniones posibles de entonces, sino que en lugar de ello da una advertencia solemne: ¨Esfuércense en entrar por la puerta angosta, porque les digo que muchos intentarán entrar pero no podrán¨. Utilizando la imagen del portón pesado de las ciudades de entonces que se cerraba al caer la tarde y que al cerrarse este acceso principal, había para los que se retrasaban y para casos urgentes una pequeña abertura en el mismo portón o al lado accesible a una sola persona a la vez , Jesús advierte que para atravesarla es necesaria la lucha, el esfuerzo, ya que el término agón era un verbo que utilizaban los filósofos de la época para referirse a la acción de los hombres de Dios y que recoge 1 Timoteo 6,12: ¨Combate la buena batalla de la fe, asegúrate la vida eterna….¨.
Según varios exégetas, estamos ante uno de los textos más difíciles del NT, que ha sido utilizado en muchas predicaciones con un énfasis legalista y rigorista presentando a un Dios duro, inflexible, con demandas tan altas que solamente un puñado de cristianos superespirituales está en condiciones de cumplirlas. Se ha abusado también de la metáfora del llanto y crujir de dientes para describir el juicio venidero y los horrores del infierno para infundir miedo en los corazones de los creyentes sencillos y así poder manipularles.
A pesar de la severidad de nuestro texto, nunca debemos perder de vista que la palabra que Cristo nos transmite, no es otra cosa que la palabra liberadora de Dios cuyo objetivo es dar alegría a los entristecidos, ánimo a los desalentados, fuerzas a los postrados y que a pesar de la dureza de éste pasaje que estamos considerando, su finalidad no es otra que ser una exhortación a la vigilancia, una invitación a la reflexión y una llamada a la decisión. Por eso es que la clave para una comprensión adecuada del esfuerzo y la lucha que ha de llevar a cabo el creyente esta en dos palabras que utiliza Lucas: camino (en griego hodos) y Jerusalén.
Porque el Dios revelado en Cristo se nos presenta a lo largo de la Historia de la salvación como un constructor de caminos que el pasado trazo un camino en el desierto para liberar a un pueblo oprimido en Egipto y llevarle a Canaán tierra de libertad para que pudieran habitar allí .
Cuando algunos siglos más tarde Israel fue llevado al destierro en Babilonia a causa de su infidelidad y habiendo perdido las esperanzas de retornar a su tierra, fue Dios quién trazo un sendero de regreso, algo así como un nuevo Éxodo, para otorgar a su pueblo un nuevo comienzo. De modo que Dios se revela como El Dios que siempre brinda una nueva oportunidad. Con el hombre puede comenzar de nuevo experimentando un nuevo Génesis. Nuestro relato no nos enseña algo muy distinto ya que nos muestra a un Cristo majestuoso que como el didaskalos, el Maestro por excelencia que va delante nuestro, abriéndonos un camino nuevo para que podamos andar por él y seguirle
Para describir a Jesús rumbo a su meta que es Jerusalén me gusta mucho una expresión utilizada por el teólogo católico Heinz Schürmann hace algunas décadas. En su artículo ¨El Cristo proexistente ¿centro de la fe del mañana?¨lo define como el prototipo, el modelo de humanidad nueva conforme al designio divino y a cuya imagen seremos conformados los creyentes. Porque el hombre no encuentra la realización de su ser en la supraexistencia propia del que se cree y presenta como superior y dueño de los otros ni en la contraexistencia del que en provecho propio somete injustamente a esclavitud a otros sino en la proexistencia. ¿Qué significa esto? Schürmann dice que Dios es proexistente porque no vive encerrado en sí mismo, siempre vive para otros, existe para otros. Jesús vive su vida en una apertura total a Dios, sin la más mínima reserva, siendo absolutamente transparente en su ser y actuar delante del Dios totalmente otro y Dios que es amor encuentra en él, el canal adecuado para llegar, irrumpir en la humanidad como torrente de vida, como Pneuma, Espíritu que alcanza al hombre en la totalidad de su ser y a todos los hombres en su singularidad y diversidad, incluso a los enemigos y a los ofensores. Pero como señalamos anteriormente, éste hombre nuevo, imagen perfecta de Dios y modelo de todo ser humano va camino a Jerusalén que es la capital de Israel donde está el templo de Dios, centro religioso de la nación y todo un símbolo ya que es la sede de la Aristocracia saducea, los líderes religiosos que se opondrán al proyecto de Jesús, a su enseñanza y estilo de vida. En Jerusalén denunciara un culto a Dios vacio, superficial y hueco caracterizado por el beneficio de unos pocos en detrimento de la mayoría del pueblo. Un culto que no ofrecía nada para saciar las necesidades humanas, ni pan, como ofrecerá el Nazareno a las multitudes en la multiplicación de los panes, ni será el Templo lugar de abrigo donde refugiarse cuando azotan las tormentas de la vida, ni tampoco será en el recinto sagrado y en boca de sus líderes donde los humanos puedan acceder a la palabra viva de Dios, sostén de la existencia. Por eso, Jesús se hará cargo de las gentes ofreciéndoles estos dones, compadeciéndose del pueblo que andaba errante como ovejas sin pastor(Mc 6:34).
Los líderes religiosos harán con el poder Romano una alianza para deshacerse de éste hombre que les resultaba tan molesto con su vida y mensaje.
Poco a poco va desvelándose el sentido de su admonición sobre la puerta estrecha y de la lucha necesaria para pasar por ella.
Jesús nos pide esfuerzo porque sabe que su seguimiento genera oposición y exige de parte nuestra una actitud firme, resuelta, decidida y comprometida semejante a la de él.
Esta lucha tiene también un componente interno, en nuestros corazones ya que la palabra del nazareno constituye una llamada a deponer todo egoísmo y mezquindad de parte nuestra, de establecer las prioridades que hagan posible ir en la búsqueda del Reino y su justicia.
Como bien lo expresa El jesuita Juan Mateos:¨De hecho, en su vida misma el individuo se ve abocado a una alternativa: desplegar sus potencialidades o frustrarlas. Ha de optar entre vivir egoístamente o solidariamente con los demás, entre colaborar para construir un mundo humano, el del amor y la fraternidad, el de la igualdad y la justicia, o perpetuar un mundo inhumano, el de la violencia y la intolerancia, el de la explotación y la barbarie. En esa alternativa, la realización del ser humano exige que decida no encerrarse en sí mismo y en sus intereses, sino que, por el contrario, opte por vivir en relación positiva con los demás, contribuyendo al desarrollo de sus semejantes.
Ahora bien, la actitud de amor y solidaridad ha de extenderse a un ámbito virtualmente universal, no restringido a los más próximos: familia, clan, pueblo o nación¨; y mas adelante añade lo siguiente:¨Como puede verse, para constituir al individuo humano no basta la integridad física: no es hombre completo mientras no oriente su vida optando por el amor activo a favor de los otros, mientras no tenga una actitud y actividad positivas respecto a los demás, sin distinciones o exclusiones. Hasta que no haga esa opción, por muchas cualidades que tenga, estará inacabado como persona¨
La realización integral del ser humano, lleva implícita una visión honesta de nosotros mismos, conscientes de nuestras debilidades y limitaciones. Es por eso que Jesús tiene la intención de demoler todas las presunciones y seguridades de los que se sienten merecedores de la salvación.
En el trasfondo de nuestro pasaje esta la tragedia de Israel que se sintió muy seguro de sus privilegios religiosos y debido a ello pensó y actuó como si Dios los hubiera creado a ellos solamente, cuando en realidad la multiplicidad y diversidad de pueblos y naciones que cubren la tierra también le deben su origen a él.
La situación de Israel como nación, a excepción de unos pocos que creyeron en la buena noticia, se describe vivamente en nuestro relato. Esté representado por aquellos que viniendo encuentran la puerta cerrada y golpean insistentemente para que se les abra. Ante la negativa del Señor de la casa, intentan persuadirle diciéndole que le conocen, que han compartido mesa con él y que conocen su enseñanza. Nos preguntamos por qué se rehúsa a dejarlos entrar. ¿Será acaso por un capricho de Dios? ¿O por tener unas demandas tan elevadas que nadie puede cumplir? No, la razón esta mas bien en que son ¨obreros de injusticia¨ o ¨hacedores de maldad¨ como traduce otra versión. Ciertamente que había para ellos, como lo hay para todos, un sitio en la mesa del banquete pero fueron ellos mismos los que se autoexcluyeron, ofreciendo a Dios un culto exterior, formal pero olvidándose de lo principal. En palabras del profeta Oseas:¨Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos¨. Los apocalípticos como los rabinos discutían en cuanto al número de salvados, pero en algo coincidían: sean muchos o sean pocos siempre se trataba de Israel, las gentes de las naciones eran ignoradas, no se les tenía en cuenta. Pero Jesús dice:¨vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros¨ Vienen de muy lejos, ignoran el hebreo, pero esto no impide que Dios les ame, les reciba, que los haga entrar y tengan acceso al banquete escatológico. De modo que en el Reino de Dios se dará una inversión de papeles: aquellos que se sentían tan seguros de si mismo y menospreciaban otros quedarán fuera, mientras que los despreciados gentiles entrarán.
Creo que esto constituye una seria advertencia para la Iglesia hoy. Los cambios vividos en nuestra sociedad en las últimas décadas han provocado el fortalecimiento de las posiciones fundamentalistas dentro de la Iglesia. Vivimos en un tiempo en el cual la gente busca seguridades absolutas, y esto ha dado lugar a posiciones muy rígidas, muy estrictas. Algunos se suben por así decirlo a sus torres elevadas de la verdad desde las cuales contemplan y juzgan las opiniones de los demás como liberales, insuficientes, incluso falsas. Emiten juicios durísimos sobre la fe de otros y lamentablemente se hace imposible todo diálogo. También se busca imponer la fe a los no creyentes recurriendo a presiones, amenazas, el fuego del infierno, el juicio, etc.
Las palabras de Jesús son un recordatorio y una llamada permanente a la humildad la sencillez, a tomar seriamente en cuenta nuestras debilidades, para que podamos compartir la buena noticia en actitud de servicio.
De modo que, al contestar a la inquietud de alguien de la multitud en su tiempo nos brinda Jesús, el maestro por excelencia, la respuesta a nosotros hombres y mujeres para vivir y ofrecer a los demás un mensaje serio, comprometido e inclusivo. A pesar de la aparente severidad de sus palabras nos termina hablando de un Dios de misericordia absoluta que no llama a unos pocos, sino que convoca a muchos de todas las naciones, razas y culturas a participar de la salvación. Solamente nos pide el esfuerzo necesario para perseverar en la justicia y ser humildes. Una mirada honesta a la vida nos muestra la necesidad de la diligencia y la tenacidad para lograr las metas deseadas. Es la dedicación de un profesional de la salud, de un docente a mantenerse en una actualización permanente para dar lo mejor de si mismos. La vida de fe requiere perseverancia y también la construcción de una comunidad creyente fiel a la misión que le fue encomendada requerirá de la participación activa de todos sus miembros. Pero, es necesario no equivocarnos, porque no es una llamada a la lucha para acumular méritos delante de él en actitud de creernos mejores que otras personas. Mucho menos busca el Nazareno una obediencia basada en el miedo, sino una invitación a seguirle por los caminos de la vida contando siempre con su enseñanza siempre fresca y actual que nos capacita a andar por el camino rumbo a Jerusalén pero siempre en actitud de Proexistencia .Amén
Predicador Laico. Luis del Negro.
Iglesia en Temperley. 

  13° domingo de Pentecostés, 14 de agosto de 2016 

JESÚS ANUNCIA INCENDIOS Y CONFLICTOS 
Palabras sorprendentes estas de Jesús: “Yo he venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! ¿Creen ustedes que he venido a traer paz a la tierra? Les digo que no, sino división.” Jesús incendiario, Jesús trayéndonos conflictos y divisiones.
Y realmente Jesús vivió en un tiempo cargado de presagios terribles. El pueblo estaba cansado de varios siglos de opresiones. El horizonte parecía como un atardecer lleno de incendios, lleno de nubes rojizas. Para algunos eran señales de libertad, como incendios purificadores. Para otros, señales de sufrimientos, como incendios destructores.
Y el pueblo de Israel tuvo de todo: muchas expectativas con Juan el Bautista y después con el mensaje de Jesús, inquietante y sorprendente, tiempo que termina con una gran rebelión en el año 70, y la destrucción de Jerusalén, la desaparición de Israel hasta hace pocos años, y una purificación espiritual muy conflictiva por la irrupción del aire nuevo del cristianismo.
Y parece ser que el mismo Jesús respira ese aire apocalíptico. El tiempo del fin se acerca, dice, hay que estar abiertos a la acción del espíritu de Dios hoy mismo. Jesús no quiere señalar el día ni la hora de ese cumplimiento, ni quiereadivinar el futuro.Lo importante es estar preparado para los tiempos nuevos, porque Dios sigue trayendo tiempos nuevos.
Y en ese espíritu es que Jesús dice lo que recién escuchamos: “Yo he venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! ¿Creen ustedes que he venido a traer paz a la tierra? Les digo que no, sino división.”
Podemos mirar otros tiempos que también fueron muy conflictivos.Hacia fines de la Edad Media empiezan a respirarse aires nuevos, aires de cambio. Muchos campesinos emigran a los burgos, ya no quieren ser vasallos sometidos por los señores feudales. Los primeros burgueses eran amantes de la libertad, los burgueses de hoy sólo queremos tranquilidad.
Y en ese tiempo de nuevas libertades estalla la reforma protestante, encabezada por Martín Lutero, en octubre de 1516, justo justo hace quinientos años, y se arma un gran incendio en toda la cristiandad.Tiempo de divisiones inevitables y renovadoras. Podrían ser ecos de las palabras de Jesús: “He venido a traer fuego en el mundo, no he venido a traer paz a la tierra, sino división”…
Enseguida, en las mismas tierras alemanas, estalla otro gran conflicto: miles y miles de campesinos se lanzan a la rebelión contra los terratenientes opresores, entre ellos muchos obispos cristianos, y Martín Lutero es llamado a ponerse del lado de los campesinos, animados por Carlstad y Munster, dos predicadores anabaptistas muy apocalípticos. Lutero se niega a aceptar el llamado de los campesinos insurrectos. La rebelión termina con una gran masacre de campesinos, manchando de sangre los intentos de reforma del cristianismo, casi anunciando los horrores de la inquisición, con los vientos de la contrarreforma.
Tres siglos después en Inglaterra se abren nuevos nubarrones, impulsados por la revolución industrial. Millones de campesinos empobrecidos emigran a las ciudades, a trabajar en las minas y en los nuevos telares, en condiciones laborales espantosas, con 14 horas de trabajo diario, con niños y niñas esclavizados. En ese tiempo se levantan los hermanos Wesley a anunciar el mensaje de un evangelio liberador y dignificador de la vida. Los metodistas abren escuelas dominicales que en primer lugar eran la única oportunidad para que los niños pobres tuvieran acceso a una escuela, aprendiendo a leer desde la Biblia.
Pero unas décadas después, los metodistas de las nuevas tierras de América, con otros norteamericanos precursores de la libertad, quieren liberarse del dominio de Inglaterra y quieren liberarse de los metodistas ingleses y quieren tener obispos propios, aun cuando los ingleses no querían ni aún hoy quieren tener obispos. Bueno, cuando piden la opinión de Wesley, él les dice a los metodistas americanos: Bien, me parece bien que ustedes quieran tener libertad, pero eso sí, liberen a todos sus esclavos. Y me parece que hasta ahí llegó la discusión.
En esos mismos años es que comienzan las revoluciones de las independencias latinoamericanas: Bolívar y San Martín, Sucre y O’Higgins. Miles y miles de patriotas de los distintos pueblos y miles de realistas pierden sus vidas en esas luchas. Podemos decir de ellos lo mismo que Jesús, ellos querían traer fuego a la tierra, y no paz sino división, en nombre de la libertad, aunque sabemos que el camino de la libertad había que recorrerlo en la práctica de las nuevas repúblicas
Digamos que nosotros, que sabemos interpretar tan bien las señales del tiempo, cuándo va a llover y cuándo no, queremos interpretar bien el tiempo que nos toca vivir, queremos saber qué significado tienen los conflictos y las divisiones de hoy:
· Primero, digamos que Jesús está dispuesto a enfrentar el bautismode fuego de su vida, está dispuesto a enfrentar los conflictos en su propia familia… Por eso un día fueron a buscar a Jesús su madre y sus hermanos, pensando que debía estar un poco o muy loco este Jesús que se atreve a enfrentar esos inmensos poderes religiosos y sociales.
Don Miguel de Unamuno, el gran escritor español, muy amigo de los evangélicos españoles, escribió un libro llamado “La agonía del cristianismo” –que la Inquisición prohibió por lo visto sin haberlo leído– donde quería decir que el cristianismo es una lucha agónica, una lucha donde se nos va la vida misma si es que queremos ser auténticos cristianos, y decía:
La vida es lucha, y la solidaridad para la vida es lucha, y se hace en la lucha. No me cansaré de repetir que lo que más nos une a los hombres unos con otros son nuestras discordias. Y lo que más le une a cada uno consigo mismo, lo que hace la unidad íntima de nuestra vida, son nuestras discordias íntimas. Sólo se pone uno en paz consigo mismo, como Don Quijote, para morir.
· Segundo, que Jesús no viene a traer la paz de los cementerios ni la paz de los conformismos burgueses… Jesús no quiere la paz de los moralismos de los fariseos, tan amigos de esconder la basura debajo de las alfombras.
Jesús, supongo yo, no debe haber querido unas iglesias cristianas muy escandalizadas por el matrimonio igualitario y muy silenciosas con la trata de niños y niñas, muy silenciosas con que sigan muriendo los que naufragan frente a las costas de una Europa insensible, muy silenciosas con la muerte de miles de niños por la pobreza en casi todos los países.
Tercero, que Jesús nos llama a distinguir entre conflictos estériles y destructivos y entre conflictos purificadores y constructivos. Las últimas guerras mundiales y las últimas guerras de este nuevo milenio han sido terribles en sus pérdidas de vidas y en ese avasallamiento de las más grandes potencias sobre los pueblos más débiles.
Jesús mismo nos propone el modelo de su vida: “De un bautismo tengo que ser bautizado, ¡Y cómo me angustio hasta que se cumpla!”. Y sin duda nos habla del bautismo de su muerte, de su entrega por fidelidad a Dios y a la promesa de un nuevo mundo, un nuevo reino de Dios, el reino de la justicia, la alegría y la paz en el Espíritu de Dios, para usar la expresión del apóstol Pablo en su carta a los Romanos: el Reino de Dios que está viniendo es el reino de la justicia, la alegría y la paz en el Espíritu de Dios.
· Y por último, que Jesús nos propone la paz viva y ardiente de su nueva vida, la paz de su entrega de amor, de su entrega para sacarnos de letargos complacientes, para vivir atentos y con las lámparas encendidas, como decíamos el domingo pasado.
Y como nos dice la Carta a los Hebreos en su capítulo 12: ”Por eso nosotros, teniendo a nuestro alrededor esta nube de testigosque han demostrado su fe, dejamos a un lado todo lo que nos estorba y el pecado de la vida fácil y sin solidaridad que nos enreda, y corremos con fortaleza la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, siempre, con los ojos puestos en Jesús”… ¡Que nos bendiga este Jesús que va con nosotros en esta carrera! 
Guido Bello, pastor. 
Textos del Leccionario Ecuménico

Evangelio de Lucas 12.49-56: He venido a traer fuego sobre la tierra; no vine a traer paz, sino división, incluso en las mismas familias. Ustedes saben mirar el tiempo en el horizonte, pero no saben interpretar el tiempo en que viven.
Libro del Profeta Isaías 5.1-7: Mi amigo tenía un viñedo en tierra fértil, removió la tierra, la limpió de piedras y plantó buenas cepas, pero las uvas salieron agrias. Voy a dejarlo abandonado! Este viñedo era Israel y Judá. Yo esperaba de ellos justicia y sólo encuentro gritos de dolor…
Carta a los Hebreos 11.29-36; 12.1-2: Por la fe pasaron el Mar Rojo, cayeron las murallas de Jericó, otros sufrieron azotes, cadenas y cárceles. Por lo tanto, teniendo tan grande nube de testigos, corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús.
Salmo 80.7-15, 19: Dios todopoderoso, haz que volvamos a ser lo que fuimos, míranos con buenos ojos y estaremos a salvo. De Egipto sacaste una vid y echó raíces y llenó el país, pero ahora derribaste su cerca y la abandonaste. Regresa, por favor, ten lástima de esta vid, y estaremos a salvo…
Agosto 7, 2016 – 12º domingo de Pentecostés 
Preparados y con las lámparas encendidas 
“Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera, es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos”. Y Jesús nos anima, en el texto del evangelio de hoy: “No tengan miedo, ovejas mías –nos dice Jesús-; ustedes son pocos, pero el Padre, en su bondad, ha querido darles el Reino…”
Somos pocos y de repente se nos van con el Señor tres hermanos queridos, en muy poco tiempo. Ya sabíamos que de pronto iba a pasar, pero igualmente es doloroso y vamos a sentir esas ausencias.
Somos pocos siempre en la comunidad creyente, aún las iglesias más grandes son minoritarias respecto a la masa humana que nos rodea. Se nos ha dado el Reino de Dios, en la fe y por la fe, en nuestros corazones y en la comunidad de los seguidores de Jesús, pero somos pocos y sin muchos recursos frente a los poderes del dinero injusto, frente a los poderosos que corrompen a todos los que pueden seducir…
Pero se nos ha dado el Reino de Dios y su paz y su justicia. Vivimos en esa espera y en esa esperanza. Estamos encaminados en esa dirección, nos ha seducido la propuesta de vida de Jesús. No nos seducen ya las atracciones de la vida fácil…
Por lo tanto, “vendan lo que tienen, y den a los necesitados”, sigue diciendo Jesús a los suyos. Dios ya sabe lo que necesitamos para vivir. Dios se preocupa de nosotros más que de los pajaritos, a no ser que haya una catástrofe ecológica, cuando los pobres pájaros quedan cubiertos de petróleo en un derrame inconsciente.
O también puede pasarnos que estemos pasando por una catástrofe de solidaridad y de justicia en el tiempo que nos toca vivir. Pero aun así, o con mayor razón, debemos dar a quienes necesitan más que nosotros, porque sólo rompiendo la cadena de las injusticias y de la indiferencias podemos dar testimonio de nuestra fe.
Y finalmente Jesús nos dice: “Sean como criados que están esperando que su amo regrese…, preparados y con las lámparas encendidas”… Preparados y con las lámparas encendidas. A esto quería llegar esta mañana, porque me parece una imagen muy buena para recordar a Pablo y Violeta. Nos recuerda a Diógenes, aquel sabio de la antigüedad que andaba siempre con una lámpara encendida. ¿Para qué esa lámpara, si es de día?, le preguntaron. Y él contestó que andaba buscando un hombre.
Damos gracias a Dios porque hemos encontrado a hombres y mujeres de verdad, hombres que conocieron a Cristo y eso les transformó la vida, y que siguieron fielmente a ese Maestro que los había cautivado. Uno de los himnos que de pronto nos tocaba Pablo en alguna de sus terminaciones del culto:
Cautívame, Señor, y libre en ti seré.
Anhelo ser un vencedor, rindiéndome a tus pies.
No puedo ya confiar tan solo en mi poder,
en ti yo quiero descansar, y fuerte habré de ser.
Teilhard de Chardin, el científico y teólogo y sacerdote católico, muerto en 1955, mucho antes de que se abriera esa inmensa ventana abierta al mundo que fue el Concilio Vaticano II, y que fue tan incomprendido por casi todos los cristianos, fue un enamorado de la teoría de la evolución de las especies, maravillado por ese proceso de despliegue de la vida en la naturaleza hasta llegar a la especie humana, y veía en ese proceso el comienzo de lo que sería la manifestación del Cristo cósmico, el Cristo Universal que cumpliría lo que dice la carta a los Colosenses, de que por medio de Cristo Dios iba a “reconciliar –como en un abrazo inmenso– todas las cosas, así las que están en la tierra como en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.
Bueno, ese científico y místico decía una vez en una conferencia, allá por los años 40, que se pueden distinguir tres maneras diferentes de enfrentar la vida:
Están en primer lugar los pesimistas. Para ellos esta vida es algo peligroso y malo. Hay que escapar de los problemas, hay que esconderse de los conflictos. Es mejor apagar la tele y las radios y quemar los diarios, para qué buscarse más líos.
Por otro lado están los vividores. Estos solo se interesan por disfrutar de la vida, de cada momento y de cada experiencia. Y cuando la vida no les da placer, ya no les gusta esa vida, eso ya no es vida. Cuando tienen que enfrentar la enfermedad o las dificultades, no saben por dónde escapar.
Y después, dice Teilhard, están los ardientes. Son los que entienden la vida como un crecimiento constante. Están siempre atentos para aprender algo nuevo. La vida es siempre una maravilla, un descubrimiento sorprendente.
Y a estas tres actitudes frente a la vida corresponden tres maneras distintas de buscar la felicidad.
Los pesimistas creen que la felicidad es la tranquilidad. Como quieren siempre escaparse de los problemas y de los compromisos, creen que la felicidad se encuentra escapando hacia la tranquilidad.
Los vividores buscan la felicidad en el placer. Ah, qué bueno es esto, qué bueno está esto otro. A ver contame, qué cosa linda te está pasando, contame, que quiero probar yo también. Ay, no, esto no me gusta, entonces lo dejo, los dejo…
Y los ardientes, ya lo sabemos, entienden la felicidad como crecimiento. Qué lindo este servicio a los más chicos, mirá que eso me está cambiando la vida. Qué bueno está esto de acompañar a esa persona enferma, mirá qué fortaleza que tiene para enfrentar el sufrimiento. La felicidad se encuentra cuando uno deja de buscarla y valora creciendo en cada desafío, como un pajarito que disfruta aprendiendo a volar.
Esta es la fe del evangelio que vivieron Violeta y Pablo. Ella era muy jovencita cuando renunció a trabajar fuera de casa y se dedicó a ser ama de casa, madre y esposa, pero no sólo eso, empezó a ser docente de vocación, primero en la iglesia y luego en lo que fue su creación, el Jardín de Infantes Arco Iris, junto con muchas otras personas queridas que hoy no alcanzamos a nombrar.
Ellas y ellos fueron de esa estirpe de ardientes. Nunca los pesimistas, los que siempre tienen algo de qué quejarse, siempre con alguna amargura pegada en el alma, siempre esquivando los compromisos. Nunca los vividores, los que sólo quieren pasarla bien, buscando divertirse siempre, siempre como mariposas de un día, buscando la florcita que tenga algo de polen dulce…
Gracias a Dios por hermanos y hermanas que nos enseñaron a vivir “preparados y con las lámparas encendidas”. Una luz es muy poca en medio de las oscuridades de este mundo, pero nosotros no somos ni pesimistas amargados ni vividores inconscientes, somos pequeñas luces, preparados pero con las lámparas encendidas. La luz esté muy cara ahora, pero a esa luz de nuestras vidas, gracias a Dios, a esa luz nadie la podrá cortar.
Lecturas bíblicas del leccionario ecuménico:
Lucas 12.32-40: No teman, manada pequeña, háganse tesoros en el cielo; allí donde esté su tesoro, allí estará su corazón. Estén atentos, con sus lámparas encendidas. Felices aquellos a quienes su Sr encuentren velando, porque no saben cuándo vendrá.
Isaías 1.10, 13-17:Jefes de Sodoma, pueblo de Gomorra, escuchen lo que Dios les va a enseñar. No me traigan más ofrendas sin valor, ya no escucho sus oraciones. Hagan el bien, ayuden al oprimido, hagan justicia… ¡Y yo limpiaré sus pecados!
Carta a los Hebreos 11.1-2, 8-16: La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Por la fe entendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, y que por la fe Abraham salió hacia una nueva tierra, quedando a la espera de una nueva ciudad, buscando una nueva patria...
Salmo 33.1-6, 20-22: La palabra del Señor es verdadera, sus obras demuestran su fidelidad. Nosotros confiamos en el Señor, confiamos en su santo nombre. ¡Que tu amor, Señor, nos acompañe!

Julio 24, 2016 – 10º dgo de Pentecostés 

Evangelio de Lucas 11.1-13
EL QUE PIDE, EL QUE BUSCA, EL QUE LLAMA
Es bueno repasar la oración modelo que Jesús nos enseñó, no porque sea bueno repetirla y repetirla, sino porque contiene todo lo que una oración verdaderamente cristiana debe tener. Es el mejor regalo que nos pudo dejar Jesús, pero siempre corremos el riesgo de decirla en forma rutinaria, como una fórmula mágica para estar bien con Dios o con nosotros mismos.
Primero que nada, decimos “Padre nuestro”, porque confiamos en el Dios de la vida, el Dios de cada una de nuestras vidas, que se acerca a nosotros como una madre o un padre atento a nuestras necesidades. Y no decimos “Padre mío”, sino “Padre nuestro”, reconociendo la necesidad de todos nuestros hermanos, de todas nuestras hermanas.
Luego decimos “Santificado sea tu nombre”. No oramos en nombre de nosotros mismos sino en el nombre de Dios. No oramos para engrandecer a Dios, que no lo necesita. Oramos más bien para que nuestras vidas dejen bien puesto el nombre de Dios, para limpiar toda la basura que le atribuimos a Dios. Nuestra oración quiere santificar el nombre de Dios.
Después pedimos que “venga tu reino”. Que no reinen en el mundo la injusticia ni la prepotencia, ni la corrupción ni el abuso de poder. Que no reinen los países del norte sobre los del sur, que no opriman los blancos a los negros, ni los varones a las mujeres, ni los caras pálidas a los pueblos originarios. Que venga tu reino de paz y reconciliación verdaderas.
“Hágase tu voluntad”, decimos después: que se cumpla en nosotros tu voluntad, en nuestras familias y en nuestra sociedad. Si oráramos todos pidiendo esto no tendríamos luchas de poderes para imponer la voluntad de unos sobre los otros, para imponer mis intereses sobre los otros que necesitan más que yo. Que se cumpla en nosotros la voluntad del Dios de la vida, para todos.
“Danos cada día el pan que necesitamos”. No le pido a Dios el pan para mí, sino el pan que todos necesitamos. Y no le pido acumular mucho pan, dejando a otros solamente las migas. Le pedimos a Dios solo el pan que necesitamos para el día de hoy. Necesitamos el pan de la mesa y el pan del amor y de la amistad, el pan de una mesa digna y el pan de la comprensión que necesitamos para comer todos en paz…
Casi terminando ya, le pedimos al Señor: “Perdónanos nuestros pecados”. Cuánto necesitamos liberarnos de la carga de nuestros errores o crímenes, de nuestros descuidos y omisiones, reconociéndolos delante de Dios y de aquellos que dañamos. Sólo podemos vivir pidiendo perdón por cada empujón en nuestras calles y escaleras, sólo perdonando delante del Dios perdonador.
Y finalmente necesitamos pedirle a Dios “No nos dejes caer en la tentación”, “no nos expongas a la tentación”. Dios lleva nuestras vidas en sus manos, y de repente nos deja caer en la tentación. Ahí está la tentación que nos atrae, que de pronto nos subyuga, que nos parece irresistible. Y reconocemos nuestra debilidad y le pedimos al Padre amoroso que no nos deje caer en aquello que nos va a destruir y que puede destruir otras vidas.
Qué hermosa oración, qué bien dicha, Jesús, maestro de maestros. Pero Jesús agrega una pequeña y divertida historia sobre la actitud que debemos tener al orar. Y termina diciéndonos tres cosas sobre la manera de orar: hay que pedir, hay que buscar, hay que llamar.
La historia es verdaderamente divertida. Vamos a suponer que uno de ustedes, una de ustedes tiene un amigo, y a la medianoche van a su casa, le tocan el timbre, le golpean la puerta y le dicen: “Hola, amigo, haceme la gauchada de prestarme tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle.”
Es seguro que algo nos va a dar este amigo, un pan, dos o tres panes, o unas galletas, unas aceitunas, algo que busca en la heladera. No me va a correr con que ya cerró bien las puertas, o que los chicos y su suegra están durmiendo. Miren, aunque mi amigo piense que soy un pesado, y que justo a él tenía que llamarlo, por lo menos lo hará por eso mismo, porque soy un pesado, un inoportuno y me va dar todo lo que necesito.
Y entonces Jesús termina su lección sobre la oración: “Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá”. Fíjense en que Jesús no dice qué debemos pedir, qué tenemos que buscar ni a qué puerta debemos llamar. Jesús insiste en nuestra actitud al orar: pedir, buscar, llamar.
En primer lugar, pedir. Somos los niños que le pedimos un caramelo a papá. Somos los necesitados, no los satisfechos. Somos los que tenemos hambre y sed de justicia. Somos los ciegos que necesitamos ver, los leprosos que necesitamos purificación, somos los paralíticos que queremos volver a caminar.
Reconozcámonos como personas débiles y necesitadas. Reconozcámonos como iglesias débiles y frágiles. No queremos pedirle al Estado ni a los poderosos que nos regalen su poder. Le pedimos al Señor, que nos dé su Espíritu de vida, porque estamos sedientos de su amor, de su fuerza, de su paz.
En segundo lugar, buscar. No sé si ustedes son como yo, de esos que pierden las llaves justo cuando las necesitan ya, urgentemente y no tenemos tiempo ni paciencia para buscarlas. Entonces tenemos que parar y sentarnos y tratar de recordar la última vez que vimos esas famosas llaves y entonces buscarlas por orden y tranquilamente y sin taparlas más.
Cuando nos sentimos como iglesias que perdieron sus llaves ante este mundo, le pedimos al Señor que nos dé la luz de su Espíritu para buscar bien su voluntad.
Y en tercer lugar, llamar ante la puerta que al parecer no se nos abre, y gritar hasta que nos escuchen. La oración es el grito del alma, como el grito de Jesús a su Padre en la soledad de la cruz. Que no nos quedemos afónicos, en este tiempo de resfríos de la garganta y de la fe.
Cuando oramos, le gritamos a Dios nuestras angustias y miedos, en medio de las contradicciones y conflictos de este mundo, no porque Dios necesite nuestros gritos sino para escucharnos nosotros mismos, diciendo nuestra fe y nuestra esperanza. Y le damos gracias a este Padre celestial que abre sus puertas y que da su Santo Espíritu a todos los que se lo pidan.
El que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre. Gracias a este Jesús que nos enseñó a orar. Gracias a este Dios que nos recibe, nos encuentra y nos abre las puertas de su amor.
Guido Bello, pastor.

Lecturas bíblicas del leccionario ecuménico:
Evangelio de Lucas 11.1-13: Cuando ustedes oren, digan: “Padre, santificado sea tu nombre”… También les dijo: si ustedes tienen un amigo lo atienden, aunque solo sea porque es muy molesto. Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; y el Padre dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
Profeta Oseas 1.2-10: El Señor comunica que el pueblo de Israel se ha prostituido con su idolatría, y le pide a Oseas que se case con una prostituta para ilustrar esa condena. Finalmente el mensaje es que los israelitas ya no son hijos de infidelidad, sino que son hijos del Dios viviente.
Colosenses 2.6-15: Anden en Jesucristo, con profundas raíces en él, basados en él por la fe y rebosantes de gratitud a Dios, que les ha dado vida juntamente con Cristo, anuló los decretos que había contra ustedes, y humilló públicamente a los poderes de este mundo por el triunfo de Cristo en la cruz.
Salmo 85.8-13: El Señor va a hablar de paz a su pueblo para que no vuelvan a la locura. Dios está muy cerca de los que le honran. El amor y la verdad, la paz y la justicia se besarán…

LA ALEGRÍA DE ESCUCHAR LA PALABRA DE JESÚS

Lucas 10.38-42; Amós 8.4-7, 11-12; Col 1.15-23; Salmo 15
Julio 17, 2016 – 9° dgo de Pentecostés 
Tenemos para esta mañana un mensaje social del profeta Amós, que enfrenta a los que oprimen a los humildes y arruinan a los pobres del país, como si simplemente fueran mercancías baratas: “arruinaremos a los pobres hasta que ellos mismos se nos vendan como esclavos para pagar sus deudas”… Se trata de la productividad que pueden dar los más pobres, se trata de ver qué nuevas ganancias podemos sacarles a estos pobres.
Y por otro lado tenemos una historia de la vida privada de Jesús, que va a visitar a dos amigas, María y Marta, algo así como un refugio en medio de su trabajo y el acoso de sus enemigos. Jesús va encaminado hacia Jerusalén, donde sabe que lo esperan sufrimientos y muerte. Lo recibe Marta, mientras María se queda escuchando las historias y enseñanzas del Maestro querido, y no quiere perderse ni una sola palabras de Jesús.
Marta le va a reclamar a Jesús por la improductividad de su hermana María, que no le ayuda para nada en las tareas de la casa. “¡Señor, decile que me ayude!
Les cuento una historia de Anthony de Mello, sacerdote jesuita que nos trasmite hermosas parábolas para hacernos pensar y sentir la fe de manera nueva.
El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y tomando el sol.
-Por qué no has salido a pescar?-, le preguntó el industrial.
-Porque ya he pescado bastante por hoy-, respondió el pescador.
-Y por qué no pescas más de lo que necesitas?-, insistió el industrial.
-Y qué iba a hacer con todo eso?-, preguntó a su vez el pescador.
-Ganarías más dinero-, fue la respuesta. –De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico como yo.
-Y qué haría entonces?- preguntó de nuevo el pescador.
-Podrías sentarte y disfrutar de la vida-, respondió el industrial.
-¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento?-, respondió el satisfecho pescador
Y esta historia del evangelio de Lucas es protagonizada por Marta, la mujer que hospeda a Jesús. El servicio de recibir a visitas es una tarea que generalmente queda a cargo de las mujeres de la casa. Ellas limpian y hermosean la casa, ellas cocinan, preparan comida rica y nutritiva, que junta sabor y belleza, porque la comida entra por los ojos y por los olores y luego por el sabor. Aunque también los varones sabemos a veces preparar un rico asado, o al menos freír un par de huevos, o hacer alguna comida artesanal, preparando algo que tiene también el saber de la historia de nuestro pueblo.
Hasta ahí todo bien. Pero nos cuenta Lucas, el cronista del caminante Jesús, que Marta, que abrumada por la limpieza y belleza de la casa, y enojada porque la comida no avanza y pasa el tiempo, se había acercado a Jesús y le dice, en un pedido y acusación al mismo tiempo:
-Señor, ¿no te preocupa nada que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude.
Pero Jesús le contesta con todo cariño, repitiendo suavemente su nombre:
-Marta, Marta, estás preocupada y te inquietas, estás saturada y nerviosa por demasiadas cosas, pero acordate que solo una cosa es necesaria…
Y es que María se había sentado a los pies de Jesús para escuchar lo que él decía.
Marta sin duda es una creyente sincera, ocupada y preocupada por cumplir su deber de ama de casa, ocupada y preocupada por servir al ilustre visitante que está en su casa, ocupada y preocupada porque no se le queme el arroz, mirá lo que pueden decir los vecinos con ese bochorno…
Marta es una creyente sincera de los tiempos de la ley antigua, la ley de los sacrificios y del merecimiento a través del cumplimiento de todos los preceptos. Ella debe estar realmente indignada por la insensibilidad de su hermana María, que no se quiere perder ni una palabra de la charla de Jesús…
Marta se parece a muchos de nosotros que creemos que Dios tiene una libreta donde va anotando nuestros méritos, una libreta mucho más linda que las de mis otros hermanos y hermanas, una libreta donde se subrayan mis esfuerzos y mis tareas y mis logros. Casi, casi, en vez de darle gracias a Dios por su amor y su misericordia, le recordamos a Dios que él tiene que agradecernos.
O por lo menos, que quede en claro que nosotros hemos sido productivos, y que hemos sido capaces de enriquecernos, como querían los oyentes del profeta Amós, preocupados por la ganancia que podrían sacar del trabajo esclavos más esclavizados, o como quería el industrial tratando de convencer al pescador contento de su vida tranquila y feliz.
María se ha sentado a los pies de Jesús para escuchar cada palabra que Jesús decía. María no quiere ser protagonista, sino una discípula, una simple alumna de Jesús, su Maestro. María quiere aprender ese mensaje del Reino de Dios y su justicia y su paz, quiere entender el mensaje del amor sin condiciones de este tiempo nuevo que viene a anunciar Jesús.
Antes de ser maestros o pastores o predicadores o líderes en la misión de la iglesia, seamos discípulos y discípulas de Jesús. Antes de hablar sobre Jesús escuchemos lo que Jesús tiene para decirnos personalmente a cada uno de nosotros.Sentémonos como María a los pies de Jesús, seamos discípulos y seguidoras de Jesús.
Leamos la Biblia, repasémosla, aprendamos sus enseñanzas de memoria, si podemos. Yo les conté que de niño me pude ganar un campamento de una semana por haber cumplido con decir 250 versículos bíblicos de memoria, y sin duda me hizo bien, se me quedaron dando vueltas hasta el día de hoy. Pero más importante que aprender la Biblia de memoria es que escuchemos la palabra que Jesús tiene para decirnos cada día para cada uno de nosotros.
Valoramos la historia del movimiento metodista, con toda su riqueza; valoramos la historia de los 500 años de la Reforma Protestante; valoramos los aportes de las distintas iglesias que comparten nuestro recorrido ecuménico, contribuyendo a la unidad de todos los cristianos… Pero en realidad no creemos en ninguna iglesia, sino en Jesucristo, que él sólo tiene palabras de vida verdadera para cada uno de nosotros.
Jesús tiene palabras de vida para mi propia experiencia de fe, Jesús tiene palabras que decirme que expresan la verdad verdadera sobre lo que yo soy, dichas con cariño y con sinceridad. No puedo perderme esas palabras que Jesús tiene para mí.
Jesús tiene palabras de vida para nuestra experiencia como familia. De repente nos quedamos muy atareados por los trabajos de la casa, por la limpieza y la comida, por el mejoramiento de la casa y todo eso. Pero nos falta que resuene entre nosotros la palabra de Jesús para todos, chicos y grandes, renovando la fe y el amor entre todos nosotros. No podemos perdernos esas palabras que Jesús tiene para todos los de nuestra casa.
Jesús tiene palabras de vida para nuestra comunidad humana, para los vecinos de nuestro barrio, para nuestra zona sur del Gran Buenos Aires, para todo este país que parece andar preocupado y angustiado por tantas cosas. Qué importante que podamos decir y escuchar esas palabras que Jesús tiene para toda nuestra gente.
Marta, Marta, Guido, Guido y cualquiera de nosotros, no andemos cansados y frustrados por tantas tareas, nerviosos y hasta enojados y desgastados… Miremos que una sola cosa es necesaria, escuchar y disfrutar la buena noticia que Jesús tiene para cada uno de nosotros.
“El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un terreno. Un hombre encuentra el tesoro, y lo vuelve a esconder allí mismo. Lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene, y compra ese terreno.” (Evangelio de Mateo 13.44)
Que Jesús nos llene de esta alegría, todos los días. Amén.
Guido Bello, pastor.

Lecturas bíblicas consideradas en nuestro Leccionario Ecuménico:
Evangelio de Lucas10.38-42: Mientras Jesús iba en camino, entro en una aldea y lo hospedó Marta. Su hermana María se sentó a escuchar lo que él decía. Jesús, dile a mi hermana que me ayude con las tareas de la casa. Marta, estás preocupada por muchas cosas. Pero una sola cosa es necesaria.
Profeta Amós 8.4-7, 11-12: Ustedes que oprimen a los humildes y arruinan a los pobres del país, ustedes que se aprestan a vender el trigo a precios altos y usando medidas tramposas, ustedes van a escuchar al Señor. Y ustedes buscarán oír la palabra de Dios, pero no la hallarán.
Carta a los Colosenses 1.15-23: Jesucristo es el primogénito de toda la creación y es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; por eso le agradó a Dios reconciliar todas las cosas haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Por eso deben permanecer firmemente basados en la fe, sin apartarse de la esperanza que tienen por el evangelio.
Salmo 15: ¿Quién habitará en la presencia de Dios? El que vive rectamente y practica la justicia, el que es sincero, no calumnia ni procura el mal de su vecino ni acepta sobornos en contra del inocente.

Julio 10, 2016 – 
Octavo domingo de Pentecostés

 ¿Y quién es mi prójimo?

Creo que nos viene bien contar esta hermosa historia que nos contó Jesús, ahora que estamos celebrando 200 años de independencia, de libertades compartidas y destinos solidarios.
Conocemos el cuento de Jesús. Un hombre que ha sido asaltado, no en el centro de la ciudad sino en un descampado, pero cerca de un camino, digamos entre Cañuelas y Buenos Aires, lo asaltan, le quitan hasta la ropa, lo golpean y se van dejándolo medio muerto…
Después pasan dos religiosos, dos miembros de respetables instituciones, religiosas y legales al mismo tiempo, digamos un cura o un pastor que al mismo tiempo son jueces y abogados en ese tiempo, los dos llegan al lugar donde está el asaltado, a los gemidos, apenas respirando, y los dos, al verlo, dan un rodeo y siguen adelante.
Tomamos nota de estas dos escenas: una la del asalto; y la otra la de estos dos personajes que prefieren dar un rodeo y dejan al asaltado totalmente abandonado.
Tercera escena: un samaritano, un tipo despreciado y despreciable para los judíos de Jerusalén, peor que un galileo o que un sirio o que un fenicio, porque es una mezcla impura de razas y una mezcla impura de religiones, ese samaritano, al ver al asaltado siente compasión, se acerca a él, le cura las heridas con aceite y vino, el botiquín de un caminante, lo sube en su propio burro y camina al lado hasta llevarlo a un alojamiento y se dedica al herido por un día entero, y al día siguiente le deja plata al dueño del alojamiento y le asegura que si gasta más, él se lo va a devolver…
Esta es la escena del hombre que siente compasión.
También nosotros conocemos estas historias de nuestra manera de convivir o de malvivir en nuestro tiempo, a pesar de nuestros avances en la conciencia de nuestra libertad, de nuestros deberes y derechos.
Una es la historia del asalto. El asalto a los pueblos indígenas, que nuestra civilización europea los dejaron también medio muertos o casi extinguidos como los Quilmes o los charrúas. En América Latina había 500 millones de indígenas cuando llegaron los representantes del rey de España que ahora viene a celebrar con nosotros, y cien años después quedaban 50 millones. 
O el asalto a la población africana, sacada en barcos para ser esclavos en Europa y en toda la América cuando se les habían terminado los pocos indígenas que quedaban, desparramando sus familias y sus lenguas y sus culturas, y todavía hasta hoy discriminados en los pueblos donde fueron trasplantados…
O el asalto a las poblaciones del interior por economías del despojo, obligándolos a salir de sus provincias y amontonarse en las grandes ciudades cuando a veces consiguen un trabajo, cuando a veces consiguen tener casas dignas, en barrios algunas veces, muy pocas veces urbanizados…
Tal vez ha ustedes les ha pasado haber sido asaltados, entre sustos y peligros de muerte… Pero ahora pasemos a las siguientes escenas, las de los rodeos para ni siquiera acercarse al herido después del asalto…
Nuestros rodeos son nuestras excusas. Por ejemplo, damos un rodeo como iglesias o como otras instituciones, incluso el Estado, cuando decimos que los pobres son pobres porque les gusta serlo, cuando decimos que las adolescentes de nuestros barrios se embarazan porque quieren cobrar ese pequeño subsidio o cuando dicen que los negros de los Estados Unidos son todos violentos porque un loco de ellos mató irresponsablemente a cinco policías después de cientos y miles de negros asesinados…
Nuestros rodeos son la disculpa porque estamos muy ocupados, o porque el invierno vino muy fuerte y no alcanzamos a ver a los que verdaderamente están pasando frío, o cuando decimos que las chiquitas son culpables de los abusos sexuales solamente porque se arreglaron para ir a esa fiestita…
Pero la verdad es que vemos y no queremos cerrar los ojos, queremos mirar claramente a los ojos de los heridos y malheridos de la vida, especialmente de los que nos rodean. La compasión del samaritano no es un estado de ánimo, es para mirar, darse cuenta de las cosas y actuar con solidaridad.
En realidad le han venido a hacer una pregunta tramposa a Jesús, para enredarlo en una discusión sobre la religión y la vida del más allá. Jesús, como en muchos otros casos, le retruca con otra pregunta. Fíjate qué dicen las Escrituras, le dice. Y el escriba, ese maestro de la ley, contesta muy bien: “Tengo que amar a Dios con todo mi corazón, con todas mis fuerzas y con toda mi mente, y además amar a mi prójimo como a mí mismo”.
Muy bien, diez, felicitado, podría haberle contestado Jesús. Si hacés eso, tendrás la vida, no solo la vida eterna, que va a durar mucho, sino la vida aquí, y la vida verdadera, la que vale la pena ser vivida. Y entonces el escriba tramposo quiere escaparse por la tangente y vuelve a preguntarle a Jesús: “Y quién es mi prójimo?” Entre tanta gente, entre malos y buenos, entre corruptos e incorruptibles, entre indios y caras pálidas, entre negros y blancos, entre musulmanes y cristianos, quién viene a ser mi prójimo?
Y entonces es cuando Jesús cuenta la hermosa historia del asaltado en el camino, de los dos respetables señores que deciden hacer un rodeo para evitar encontrarse con el caído, y del samaritano, ese extranjero impuro, que siente compasión, se acerca, cura como puede las heridas, lo sube a su burro y camina hasta la ciudad más próxima, lo cuida todo ese día y después le encarga al dueño de la posada que cuide a su amigo todavía desconocido y promete pagarle todo cuando vuelva, si es necesario. 
“Pues bien -le dice Jesús-. ¿Cuál de estos tres te parece que se hizo prójimo del hombre asaltado por los bandidos?” El maestro de la ley contesta: “El que tuvo compasión de él. Y Jesús le dice: “Entonces andá vos y hacé lo mismo”.
Con lo cual Jesús ha dado vuelta la pregunta del escriba tramposo. El problema no es quién es mi prójimo, el problema es si vos estás dispuesto a ser el prójimo del próximo que sale a tu encuentro con sus necesidades en el camino de la vida. Y cuando mi hermano sea verdaderamente libre, sin apremios y sin peligros de ser asaltado, recién yo empezaré a ser libre de verdad.
Y este Jesús es el samaritano, el despreciado por los religiosos, el condenado a muerte en medio de ladrones, este es el que vino a hacerse prójimo de cada uno de nosotros, el que sintió compasión por nosotros, el que no dio un rodeo para evitar encontrarse con este pecador, el que se acercó y me miró a los ojos aun cuando yo no podía mirarlo, el que no calculó el precio de mi recuperación, sino que dio su vida entera por todos nosotros.
Y con este ejemplo ya no vuelvo a preguntar nunca más: “Y quién es mi prójimo? Simplemente voy a mirar a todos con tus ojos, sin dar ningún rodeo, así como tú…
Señor, me has mirado a los ojos, 
sonriendo has dicho mi nombre… 
¡Gracias a Dios por este amor que nos regala Jesús!
Guido Bello, pastor.

Lecturas bíblicas del Leccionario:
Lucas 10.25-37: Para alcanzar la vida eterna… amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo. Bien has respondido… ¿Pero quién es mi prójimo? Un hombre cayó en manos de ladrones, y solo uno lo cuidó y pagó por él. ¡Anda, y haz tú lo mismo!
Deuteron. 30.9-15: El Señor volverá a hacerles bien, como lo hizo antes a sus antepasados, si es que obedecen al Señor su Dios. Y este mandamiento no es demasiado difícil, no está lejos, en realidad está en su boca y en su corazón, para que lo cumplan.
Colosenses 1.1-14: Damos gracias a Dios por su fe y por su amor, desde que recibieron la palabra de verdad y conocieron la gracia de Dios. Oramos que Dios los llene de conocimiento de su voluntad, fortalecidos con todo poder, en el reino de su Hijo.
Salmo 82: Dios proclama en la asamblea de los dioses: Hagan justicia al débil y al huérfano, a pobres y necesitados. Ustedes se creen dioses, pero caerán como cualquier tirano. Señor, tú eres el dueño de las naciones!


Mensaje del 19 de Junio de 2016 

5° domingo de Pentecostés 

Basado en el Evangelio de Lucas 9.18-25. 

Lecturas complementarias: Profeta Zacarías 12.10-11; 13.1; Carta a los Gálatas 3.21-29; 4.3-11; Salmo 63.1-8 
Mark Twain deleitó mi infancia con sus historias sobre Tom Sawyer y sus amigos, y hace poco tiempo descubrí una de sus primeras historias, El Príncipe y el Mendigo. ¿Ustedes la conocen? Cuenta la historia de un pequeño mendigo, Tom Candy, de los barrios bajos londinenses, en esos tiempos cuando Londres tenía barrios sumamente miserables. El pequeño mendigo logra entrar en el mismo cuarto del heredero del rey, un niño de unos diez años, invitado por el mismo príncipe de Gales, Eduardo Tudor. 
Entonces el príncipe empieza a preguntarle a Tom Candy sobre su vida de mendigo, y el príncipe queda encantado por esa vida sencilla y dura pero tan pintoresca, y le pide que ambos se cambien sus ropas, y entonces Tom se pone las ropas de Eduardo Tudor, y el príncipe de Gales se pone los andrajos del pequeño mendigo. Y ambos se sorprenden porque resultan ser muy, pero muy parecidos.
Pero después sale el príncipe al patio que da a la salida del palacio, y apenas el guardia lo ve lo expulsa enseguida, entre golpes y entre risas de todo el público por las quejas del pequeño vestido con esos harapos, por más que él insiste en que él es de verdad el príncipe de Gales.
Y mientras tanto, el verdadero mendigo, está todo temeroso de que el príncipe no vuelva y lo descubran usurpando las ropas reales. Y cuando lo encuentran, el mismo rey y toda la corte quedan consternados: El príncipe se ha vuelto loco, qué historia es esa de que él en realidad es un mendigo, que su padre es un ladrón que lo obliga a mendigar…
¿Quién dice la gente que soy yo? Tú eres el príncipe de Gales, mi querido Eduardo, tú no eres el mendigo del que estás hablando, déjate de hablar de esa locura, que pones en peligro el mismo trono de Inglaterra.
¿Quién dice la gente que soy yo?, pregunta el príncipe de Gales, golpeado y vejado por la turba, sin poder acercarse siquiera al palacio, y menos cuando lo encuentra el padre del mendigo, que vuelve a golpearlo porque no ha traído nada de su tarea de mendigar. Así que ahora te quieres hacer el loco y te crees un príncipe, ya te voy a dar, príncipe…
¿Quién dice la gente que soy yo?, pregunta Jesús a sus discípulos. Y ellos contestan: Algunos dicen que sos Juan el Bautista, que ha resucitado después de haber sido degollado por Herodes. Otros dicen que sos uno de los antiguos profetas, supongamos que Moisés o Elías.
Y ustedes, quién dicen que soy, vuelve a preguntarles Jesús.
Y Pedro le responde: Vos sos el Mesías, el Cristo de Dios.
Esa es también nuestra respuesta, por eso estamos reunidos aquí esta mañana. Vos sos el Señor de nuestras vidas, aunque ya no haya más amos y esclavos, te reconocemos como el dueño de nuestras vidas. Vos sos nuestro Rey, aunque ya no haya reyes que gobiernen en este mundo.
¿Quién dice la gente que soy yo? Vos no sos nada, le contestan los grandes generales de los ejércitos del mundo, los vendedores y compradores de guerras y de rumores de guerras, los que compran y venden las armas de la muerte. Nosotros sí valemos, más que vos, Jesús.
¿Quién dice la gente que soy yo? Vos no sos nada, le contestan los grandes empresarios que hacen aparecer inmensas fortunas y luego las hacen desaparecer en paraísos fiscales, los que compran y venden a los pequeños y grandes corruptos, llámense políticos o sindicalistas, dirigentes deportivos o dueños de diarios…
¿Quién dice la gente que soy yo? Vos sos un Señor que nos viene bien para tranquilizar nuestras conciencias, sos un tranquilizante cuando estamos estresados, pero que no nos sirves cuando quieres despertar nuestras conciencias, no nos sirves cuando quieres que seamos solidarios con los más pobres, con los que tienen hambre, con los que están presos…
Y ustedes, quién dicen que soy, vuelve a preguntarnos Jesús, que recién les ha contado a sus discípulos que él se prepara para sufrir mucho, y que será rechazado por los dirigentes de su pueblo, para dar su vida para el perdón y la libertad de muchos, y que al tercer día va a resucitar.
Ustedes, entonces, quién dicen que soy
A ver, Jesús, espera, déjanos pensarlo. En realidad estamos en una encrucijada, Jesús.
Si decimos que sos un impostor, un mentiroso, un falso salvador, entonces el mensaje más hermoso que el mundo ha conocido, el del amor a Dios y al prójimo, el de un Dios que vino a hacerse uno de nosotros, es también una mentira, y entonces retrocedemos siglos en nuestro avance como humanidad, y volvemos al ojo por ojo y diente por diente.
Y si decimos que sos nuestro Señor y nuestro Dios, nos damos cuenta de que en realidad no sos el centro de nuestras vidas. Te reconocemos como Señor pero vivimos de espaldas a vos, sin hablar como vos hablabas y sin hacer ni de cerca lo que vos hacías. Decimos que sos nuestro Maestro, y nos comportamos como miembros de una religión, pero no como discípulos y seguidores tuyos…
Estamos entrampados Jesús, como en la historia del Príncipe y el mendigo. Si nos inclinamos ante su pequeña majestad, el falso príncipe, estamos mintiendo y engañándonos a nosotros mismos. Pero tampoco salimos a buscar al verdadero príncipe, perdido entre los suburbios del viejo Londres.
Tenemos que pedirte perdón, Jesús, porque te cantamos alabanzas en nuestras iglesias, pero nuestras vidas no siempre son alabanzas a tu amor y a tu misericordia, y las palabras de nuestra vida cotidiana no siempre concuerdan con nuestras confesiones de fe.
Y entonces te contestaremos, Jesús: Sí, Señor, vos sos nuestro Cristo, nuestro Mesías, el centro y sol de nuestras vidas.
Te pedimos que vuelvas a decirnos tus palabras de amor incondicional y libre, y que podamos escucharlas con oídos sin tapones, con esas palabras que vienen directamente a mi vida, a cada una de nuestras vidas, y que se hagan fuego en nuestros corazones.
Y entonces te contestaremos, Jesús: Sí, Señor, vos sos nuestro Cristo, nuestro Mesías, el centro y sol de nuestras vidas.
Te pedimos que vuelvas a mirarnos con tu mirada de amor y comprensión pero también de verdad, sin ningún engaño; y entonces escucharemos tu pregunta sincera pero sin apurarnos, paciente pero también exigente: ¿Quién soy yo realmente para ustedes?
Y entonces te contestaremos, Jesús: Sí, Señor, vos sos nuestro Cristo, nuestro Mesías, el centro y sol de nuestras vidas.
Y entonces puede ser que Jesús, aceptando nuestras palabras, nos recuerde: ¿Por qué me llaman ustedes, “Señor, Señor, y no hacen lo que les digo? Voy decirles a quién se parece el que viene a mí y me oye pero no hace lo que digo. Se parece a un hombre que construyó su casa sobre la arena y sin cimientos, y cuando el río creció y dio con fuerza contra ella, se derrumbó y quedó completamente destruida.
Y entonces te contestaremos, Jesús, con la respuesta de nuestras vidas: Sí, Señor, vos sos nuestro Cristo, nuestro Mesías, el centro y sol de nuestras vidas. Amén.
                                                                                                                        GUIDO BELLO HENRIQUEZ 

Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY 

Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS 

Tel (11) 15 5473 6149

Junio 12, 2016 – 4° dgo Pentecostés – Temp - LG
Lucas 7.36–8.3; 1 Reyes 21.1-14; Salmo 5.1-8

Esta mañana estamos invitados a darle gracias a Dios por la vida del pastor Federico Pagura, Obispo Emérito de nuestra iglesia. Y ya la primera lectura –la del Libro de los Reyes–, nos lleva a enfrentar un rey que abusa de su poder, se adueña de la vida y de la tierra de un ciudadano indefenso, ante jueces y justicia corrompida. Nos podemos imaginar la indignación de Federico si hubiera estado ahí, como profeta de siempre.
En el texto del Evangelio, leemos que Jesús es invitado a comer en casa de Simón, un dirigente religioso judío, del partido de los fariseos, esos que se preocupaban de la blancura de sus vestidos y de sus apariencias más que de la pureza de sus intenciones.
Las comidas de los ricos en ese tiempo se solían hacer en una especie de terraza de frente al público, algo así como las mesas en la vereda de algunos restaurantes. Eran algo privado, no para todos, pero todos podían mirar y algunos hasta podían acercarse.
La comida, los lugares de honor, los ricos manteles y los vasos elegantes eran privados. Pero el espectáculo era público, para que así pudieran exhibirse, como algunas de las famosas comidas de la televisión.
Por eso en la parábola del rico y el miserable Lázaro pueden estar ambos muy cercanos, uno con sus manjares y el otro comiendo su basura. Y por eso en este caso puede entrar una invitada no deseada, una prostituta, una mujer de mala vida, que se tira a los pies de Jesús para expresarle su cariño, llorando y llorando, tanto que con sus lágrimas baña los pies de Jesús…
Y Simón se para a mirar y piensa, qué está haciendo esta mujer, esta prostituta, por qué no te desatas la cabellera en tu cama y andá a besar a tus clientes, si querés, pero no aquí en mi casa.
Y después lo piensa mejor y empieza a enojarse con Jesús. “Si este hombre fuere de veras un profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es esta que lo está tocando: una prostituta, una mujer de mala vida, y no se dejaría manosear, si fuera de verdad un profeta”…
La mujer, que se da cuenta de que sin querer con su llanto está mojando los pies de Jesús, empieza a secarlos con su pelo y después saca un frasquito de perfume y lo derrama todo sobre los pies de Jesús. Y Jesús, que se da cuenta del dolor de esta mujer y que también se da cuenta de los pensamientos del fariseo que lo ha invitado, le dice.
-Simón, querido, tengo algo que decirte. Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía el sueldo de dos años de un obrero, y el otro le debía dos meses; y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora decime, ¿Cuál de ellos quedará más agradecido?
Simón contesta: -Me parece que el hombre a quien más le perdonó. Bien, dice Jesús. Esta mujer ha sido rechazada por todos, pero ella me está demostrando más amor que vos y que todos. Vos me invitaste para exhibirte conmigo, un maestro que solo te produce curiosidad.
Y por eso te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque ha mostrado mucho amor. Pero a los que se les perdona poco, sin duda es porque han tenido poco amor que mostrar.
Los que se creen superiores que los demás, los que se creen dueños de la vida de los demás, no necesitan ser amados. Ellos disfrutan más queriéndose a sí mismos. Ellos sólo quieren mostrar cómo los demás los admiran, cómo los necesitan, pero ellos no aman ni quieren ser amados.
Es lo contrario de lo que fue Federico Pagura, este gran hermano y amigo, este pastor y profeta que recién nos ha dejado.
La fe de Federico nunca fue una fe de fariseos, nunca una fe que se usa para juzgar a los pecadores, sino una fe para llamar a todos a una nueva vida en el espíritu de Jesús.
Nunca una fe para discriminar a las personas sino una fe para servir a los más necesitados, una fe que llamó a los pobres y los perseguidos a encontrar un lugar en su propia casa y en las iglesias donde sirvió.
Por ejemplo durante su pastorado en Mendoza, apenas llegado de su trabajo como obispo en Panamá y Costa Rica, se enfrentó con la llegada de los refugiados del Golpe Militar recién ocurrido en Chile. En pocos meses después de ese 11 de septiembre de 1973 y hasta los primeros meses de 1975 habían entrado a Mendoza 103.000 chilenos escapando de la dictadura. Yo no porque en mi salida no paré hasta llegar a Buenos Aires. De esos 103.000, cerca de 7000 obtuvieron el status de refugiados políticos concedido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, y el resto se trasladó a otras provincias o a otros países.
Esa fue una tarea gigantesca donde hasta los templos sirvieron de hospedaje, donde se constituyó el Comité Ecuménico de Acción Social, conformado por cuatro iglesias, hasta que el 4 de septiembre de 1975 explotó una bomba en la casa y en el mismo templo de la iglesia metodista de Mendoza, con grave riesgo para Federico y su familia. Pero esa tarea continuó, y tuvo repercusiones en Buenos Aires, donde se constituyó también con otras iglesias la tarea del CAREF, inicialmente llamado así, Comisión Argentina para los Refugiados, y también en Bahía Blanca.
Cuando Federico es elegido Obispo de la Iglesia Metodista, el año 1977, ya está en pleno desarrollo el llamado Proceso de Reorganización Nacional, en realidad el golpe cívico militar de marzo de 1976, que ya a esas alturas se ha desenmascarado como proceso de destrucción nacional. Empiezan a llegar pedidos desesperados de los familiares de ejecutados por las fuerzas armadas y de cientos de miles de “desaparecidos”, ya no guerrilleros ni políticos sino simplemente militantes políticos y sociales, o simplemente amigos de los amigos de esos militantes, y simplemente gente que como Federico y otros cristianos tuvieron ojos para ver y oídos para escuchar el clamor de tanto sufrimiento.
Ese fue un tiempo de evangelizar a nuestras propias iglesias, que como el conjunto de la sociedad habían mirado para otro lado. Pero felizmente muchos hermanos y hermanas, laicos y pastores, entre ellos especialmente Federico, tuvieron el soplo del Espíritu para atender el pedido de oración y acompañamiento que nos empezaron a hacer madres y padres desesperados. No quiero citar otros nombres, que son muchos, pero queremos darle gracias a Dios por esa fuerza y valentía pastoral de Federico.
No le fue fácil, más bien le costó incomprensiones, y nos costó incomprensiones al conjunto de nuestras iglesias. Pero gracias a Dios no hemos sido la iglesia farisea que juzga a pobres y presos, a hambrientos y sedientos, sino como pobres samaritanos que se detienen en el camino donde están los caídos, golpeados por la violencia de los poderosos de este mundo, y les ponen vino y aceite en sus heridas.
No tenemos tiempo para decir del perfume de la poesía de Federico, muchas veces expresada en esas hermosas canciones. No tenemos tiempo para dar gracias a Dios por su oratoria vibrante, con esa hermosa voz. No tenemos tiempo de valorar su sentido del humor ni la calidez de su amistad, porque no era de perderse en el discurso social, sino que valoraba a cada persona que se acercaba a él como si fuera la más importante del mundo y disfrutaba y cultivaba esas amistades.
Así fue nuestro obispo durante 12 años y luego pastor jubilado atendiendo su pequeña iglesia La Fe en Rosario y en la presidencia del CLAI, el Consejo Latinoamericano de Iglesias; en un almuerzo comunitario en cualquiera de nuestras iglesias y presidiendo una sesión del Consejo Mundial de Iglesias.
Le podríamos decir a Federico que amaste mucho, que tus pecados fueron perdonados por este Jesús que te llamó desde tu juventud, y que perdonaste también a muchos y llamaste a muchos a la reconciliación en el Evangelio. Por tu fe has sido salvado y te has ido en paz, Federico.
Nos cuenta que después de la bomba en la iglesia de Mendoza predicaste sobre el texto aquel de “siervos inútiles somos”. Pero nosotros volvemos a dar gracias a Dios por la profunda utilidad de tu vida. Gracias a Dios.
Textos de referencia de mensaje:
Lucas 7.36–8.3: Jesús invitado por Simón el fariseo, llega llorando una mujer de mala vida que baña los pies de Jesús y los perfuma. Simón piensa que Jesús no se da cuenta de que la mujer es pecadora. Mientras tú sólo criticas, Simón, los pecados de ella son perdonados… Mujeres que acompañan a Jesús.
1 Reyes 21.1-14: El rey Ahab pide a Nabot, un hombre común, que le venda su viñedo vecino al palacio real. Nabot no quiere vender esa herencia de sus padres. Y Jezabel, la esposa del rey, trama una acusación falsa, matan a Nabot, y de esa manera el rey queda a disposición de la propiedad de Nabot.

Salmo 5.1-8: Señor, a ti elevo mi oración, y yo quedo esperando tu respuesta, tú no te complaces en lo malo ni en tu presencia hay lugar para los orgullosos. Guíame en tu justicia, llévame por el buen camino.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149
El Espíritu de Pentecostés, ¿el gran desconocido?
En este día de Pentecostés estamos recordando y celebrando ese suceso extraordinario que fue la venida del Espíritu Santo, el comienzo de una nueva etapa de la acción de Dios, la definitiva en la Historia de la Salvación, a fin de inaugurar la comunidad de salvados que hacen presente y visible la presencia divina en el mundo.
Sin embargo, a pesar de los dos milenios transcurridos desde aquel acontecimiento fundante, el Santo Espíritu permanece en amplios sectores de la cristiandad como “el gran desconocido. El teólogo católico Hans Küng señala en su libro “Ser cristiano” que tal situación se debe en gran parte al abuso que se ha hecho del concepto de Espíritu Santo en tiempos recientes, por parte tanto de la iglesia institucional como de algunos fieles.
En efecto, añade el citado teólogo que “cuando altos dignatarios eclesiásticos no sabían cómo justificar su propia pretensión de infalibilidad, apelan al Espíritu Santo. Cuando los teólogos no sabían dar razón de una determinada doctrina, de un dogma o de un texto bíblico, recurrían al Espíritu Santo. Cuando entusiastas más o menos fanáticos no sabían cómo legitimar su arbitrariedad subjetivista, invocaban la autoridad del Espíritu Santo”.
Estas distorsiones y abusos hacen que la pregunta sobre la identidad y el obrar del Espíritu no resulta obsoleta ni reiterativa.
Pero entonces, al intentar responderles, siento que me invade un gran temor ya que no resulta fácil hablar de aquel que antes de ser objeto de reflexión teológica en las páginas del Nuevo Testamento fue una experiencia de vida arrolladora en aquellas comunidades de fe, que encendió un fuego divino a lo largo de todo el mundo conocido por entonces.
De modo que al hablar de él quiero hacerlo consciente de la debilidad, fragilidad e incluso la torpeza del lenguaje humano para habar de un misterio divino que nos transciende y que sin embargo lo tenemos aquí con nosotros transfigurando nuestras existencias, la de la Iglesia y la creación como un todo. Por ello ruego y espero que él mismo dé a mi débil palabra humana su fuerza y poder de penetración, esperando en él que se manifieste.
En la primera promesa de la venida del Espíritu-Paráclito (Juan 14.14-18) Jesús añade que ésta significará también su retorno a ellos. “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (v. 18). Esto no es algo que ellos inventaron o imaginaron, sino que más bien sintieron. La realidad, presencia y acción espiritual de Dios y de Cristo, gustando la cercanía personal de ambos al creyente y a la comunidad de fe, presentes en el Espíritu, a través del Espíritu, incluso como Espíritu. Entonces, ¿qué significa aquí “espíritu”?
Como un primer intento de aproximación al misterio decimos que es Dios mismo que llega a nosotros que irrumpe en nuestras vidas de una manera poderosa, llena de gracia, que conquista al hombre, subyugando al hombre entero, haciéndosele íntimamente presente y dando de sí mismo testimonio eficiente al espíritu humano. Dios que se hace cercano al hombre y a todo su creación para compartir su vida, alegrías y tristezas.
El Espíritu de Dios es a la vez Espíritu de Cristo Jesús exaltado a la diestra de Dios y por eso es Jesús como Señor Resucitado, el que determina la vida de la Iglesia y cada cristiano de modo que ninguna institución no ningún hombre tiene el monopolio del Espíritu ni puede creer que lo puede manipular a voluntad.
Él no es una posesión del hombre sino que sigue siendo don de Dios para el hombre, realidad libre y soberana, que no se deja someter a caprichos humanos soplando donde, cuando y como quiere, no dejándose utilizar para justificación de una forma autoritaria de magisterio y gobierno, por una teología no convincente y por grupos entusiásticos de corte carismático que suelen apelar al Espíritu, pasando por alto al Jesús Histórico, su enseñanza, comportamiento y destino, a fin de promover nuevas revelaciones y prácticas ajenas al espíritu del Nuevo Testamento.
En contraste con todo esto, podemos precisar un poco más y decir que esta realidad personal, indominable, libre y misteriosa traerá de nuevo la presencia de aquel que habíamos creído perder para siempre pero de una manera nueva, universalizada por la Resurrección y que liberada de los límites de tiempo y espacio nos traerá la verdad de Dios, liberándonos y salvándonos de la mentira, es decir, de todo lo que no es Dios, para permitirnos leer el mundo y la historia con ojos nuevos. Descubrimos, en medio de nuestras luchas y pruebas una dimensión insospechada, tal como la encontraron aquellas comunidades de fines del siglo I destinatarias del Evangelio de Juan y por ende las promesas del Espíritu-Paráclito.
Estas comunidades estaban viviendo una situación muy difícil por parte del Judaísmo oficial. Después de la destrucción del Templo de Jerusalén por los Romanos en el año 70 DC, desaparece por completo la aristocracia Saducea que tenía a su cargo el culto del Templo y la reorganización del Judaísmo quedó totalmente en manos de la corriente farisea, que en el Concilio de Jamnia (alrededor del año 90 DC) decidieron, entre otras cosas, tomar una medida disciplinaria contra los judeocristianos que consistió en la expulsión de los mismos del culto sinagogal.
Debido a ello, a fines del siglo I los cristianos se vieron impedidos de asistir a las reuniones cúlticas de los judíos. Pero esta exclusión, en una sociedad donde lo religioso, lo social y lo político constituían una unidad, trajo aparejado el no tener ningún tipo de trato con los excluidos, no realizar con ellos ninguna clase de transacción comercial o negocio, lo cual derivó, para aquellos creyentes en una situación de gran pobreza y miseria, lo cual, sumado al desprecio general y la persecución, hizo que fuera grande para muchos la tentación de abandonar la fe y retornar al Judaísmo.
Por lo tanto, en la situación concreta de estos grupos despreciados y perseguidos el que constituye el telón de fondo, la situación vital que nos da la clave para comprender el sentido original de los dichos sobre el Paráclito, a fin de interpretarlos adecuadamente para nuestro presente.
Pero antes de continuar, apresurémonos a decir que una aproximación seria a los textos del Nuevo Testamento nos indica que no se pueden ni deben utilizar hoy día algunas frases duras acerca de los Judíos empleada por el evangelio de Juan y algún otro escrito del NT para fomentar el antisemitismo. Los pasajes bíblicos que hablan sobre los judíos en forma negativa tienen que ver única y exclusivamente con aquellos grupos religiosos cercanos al fin del siglo I y con los cuales tuvieron que vérselas las comunidades joánicas. No se deben generalizar dichas expresiones haciéndolas extensivas a los judíos de todo tiempo y lugar y que tantos sufrimientos les ocasionaron a lo largo de su historia.
Una vez aclarado esto podemos seguir profundizando un poco más a la luz de la promesa del Espíritu por parte de Jesús en el evangelio de Juan. La ayuda efectiva que el Espíritu brinda a la comunidad consiste en que él enseña todas las cosas, pero su enseñanza no consiste en una cantidad de conocimientos o doctrinas que él añade, completando o superando lo que Jesús ha dicho, sino que únicamente recordará la palabra de Cristo. En efecto, qué podría faltarle a la revelación de Cristo cuando les dice a sus discípulos históricos, “todo lo que oí del Padre os lo he comunicado” (Jn 15.15). El Espíritu no enseñará nada nuevo, pero todo lo que Jesús ha enseñado y hecho aparecerá bajo una luz nueva y sólo entonces se aclarará su auténtico sentido.
Ahora bien, Jesús no ha traído en absoluto una doctrina que pueda compendiarse en unas frases, su palabra es él mismo. Pero es necesario siempre conocer con mayor claridad lo que él es, lo que significa su venida y su marcha, el significado del encuentro con él, y además es necesario adquirir de nuevo este conocimiento en cada momento. El testimonio del Espíritu que “recuerda” las palabras de Jesús consiste en que la palabra de Jesús es siempre entendida de nuevo mientras que permanece siendo la misma y además permanece siendo la misma porque siempre es nueva.
El conocimiento dado por el Espíritu se hace activo en la predicación para la Iglesia primitiva. La predicación es una acontecimiento en el cual Cristo Resucitado mismo se hace presente dirigiendo a su pueblo una palabra fresca, actual, rebosante de vida y poderosa; y así como el salmista decía “Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” (Sal 104.30), así nosotros somos renovados en este encuentro cara a cara con Jesús, que nos libra de nuestras tristezas y nos otorga su ismo gozo, su misma alegría, la alegría escatológica, la que nadie puede quitar y la que pone fin a todas las preguntas. Él promete que la tristeza no consumirá a los hijos de Dios ni tendrá la última palabra (Jn 16.20-22). El Espíritu sostiene así la comunidad de fe hasta el fin de los tiempos dando forma al pueblo de Dios y capacitándole para ofrecer un testimonio claro y valiente en medio de circunstancias nada fáciles (Jn 15.26-27). Es realmente como solía decir Rudolf Bultmann, “la comunidad bajo la palabra”.
El testimonio neotestamentario sobre la incesante actividad del Espíritu-Paráclito cobra gran actualidad para nosotros, cristianos del siglo XXI para hacer frente a los nuevos desafíos del tiempo presente en contexto latinoamericano.
Uno de ellos lo constituye la llegada a nuestras tierras durante los últimos 20 años de una literatura copiosa y abundante destinada las Iglesias evangélicas sobre una diversidad de temas, que han tenido gran aceptación, entre estos, la Teología de la Prosperidad que nos presenta a un Jesús rico, o al menos acomodado económicamente, desfigurando la imagen del Jesús histórico que nos da el NT y considera a la pobreza un pecado. Tenemos también la Guerra Espiritual que adjudica prácticamente todos los males a la acción de innumerables poderes demoníacos cuya influencia hay que combatir recurriendo a liberaciones, exorcismos y otras prácticas que rayan en la superstición.
Surgen cada vez más los neo-apóstoles que tratan con dureza a los fieles y demandan de ellos un sometimiento absoluto estas y otras enseñanzas que han sido aceptadas y puestas en práctica por muchas iglesias, tienen a pesar de su variedad un común denominador: todas estas nuevas revelaciones se adjudican al Espíritu Santo, y sin embargo, aparte de no estar respaldadas por un estudio seria del Nuevo Testamento, han ocasionado confusión y generado mucha angustia en gran número de personas.
Desde ya que no nos anima la polémica, ni discutir con otros hermanos, mucho menos negar esas visitaciones divinas de carácter extraordinario por las que siempre oramos y que llamamos comúnmente milagros, sino que nos preocupa en este tiempo de redescubrimiento de la misión, poder ofrecer como comunidad de fe un mensaje y una praxis que en un contexto real de vida sea generadora de esperanza.
Sin prometer la liberación del sufrimiento, del cual ni el propio Hijo de Dios fue eximido, podemos brindar palabra y praxis liberadora, consoladora, que pueda formar nuevos creyentes, comprometidos, abiertos al mundo y sus necesidades, solidarios y veraces.
Por último, la palabra griega parácletos tiene un sentido activo como Defensor o auxiliador. Es esta una traducción que me gusta porque así como él defendió y socorrió a una comunidad desesperada que no veía salida a sus problemas, podamos también nosotros, impulsados por el mismo Espíritu, constituirnos en auxiliadores de aquellos que no tienen voz, de individuos y pueblos enteros despreciados por razones religiosas o étnicas. Alentar y ayudar a quienes por causa de la proliferación del armamentismo sufren los horrores de las guerras viendo sus ciudades reducidas a escombros como sucede en Siria y otras partes del mundo.
En el año 2015 la BBC de Londres en su artículo “Poverty in a rich world” (Pobreza en un mundo rico) señalaba que el 1% de la población mundial poseía el 48% de los recursos económicos del mundo, y que esta distribución tan desigual sumía en la pobreza y miseria a vastos sectores del planeta. El millonario Bill Gates llamaba a los más ricos a compartir con los más necesitados.
Ahora bien, ante todos estos males, la Iglesia debe manifestarse como defensora de los más débiles y no mirar para otro lado frente a esta realidad, sea que lo haga por indiferencia ante estos males (lo cual es muy grave) o a cambio de favores o reconocimiento, ya que si no lo hace quedará minada su credibilidad y no podrá ofrecer a la humanidad la comprometedora palabra de verdad. Recordemos que otro de los nombres del Espíritu-Paráclito es “el Espíritu de verdad”, la aletheia en sentido joánico, que significa la realidad de Dios que encarnaba la vida histórica de Jesús de Nazareth, presente ahora para la Iglesia y el mundo en el Espíritu.
Entonces, la acción decisiva del Espíritu de Pentecostés es iluminar y guiarnos de modo tal que, actuando en hombres y mujeres por medio de sus vidas como un todo, en palabra y en acción, puedan tener otras persona acceso al mundo divino, contacto personal con el Dios de la vida y su hijo Jesucristo para que el Santo Espíritu no sea más el gran desconocido sino aquel que los regala de nuevo la presencia de Cristo, nos concede la alegría , el gozo mismo del Señor y nos convierta en testigos denodados de la verdad.
A él sea la gloria, juntamente con el Padre y el Hijo por siempre. Amén.
Lecturas bíblicas: Evangelio de Juan 14.15-17, 25-27;
 Hechos de los Apóstoles 2.1-18 
Salmo 104.24-34.
Mensaje de Luis Del Negro, 
Predicador laico de la Iglesia de Temperley.

Mayo 8, 2016 – Domingo de la Ascensión
Juan 17.20-26
¿El cuento del Apocalipsis?
En algunos cuentos tradicionales aparecen y desaparecen personajes y carrozas, malas madrastras y buenas muchachas, príncipes muy amables y hadas con varitas de virtud…, como en el viejo cuento de la Cenicienta, se acuerdan? Es un cuento muy antiguo, hay versiones de Egipto y de la china, y está la versión de los hermanos Grimm y la de Perrault, que es la que más conocemos nosotros. En esta versión, es el cuento de una muchacha cuya madre muere, y al casarse el padre queda a cargo de su madrastra, una mujer muy malvada, con dos hijas tan malas como la madre, y luego un hada que le permite ir al baile del hijo del rey, que convierte una calabaza en una hermosa carroza, etc. …
Algunos piensan que el Apocalipsis es algo así, un final de la historia humana para consolar a algunos que tienen la varita mágica para hacer aparecer cielos maravillosos contrapesados con infiernos terribles, un final de la historia donde no se cuentan los sufrimientos ni las crueldades humanas, donde no se cuentan los esfuerzos humanos por la paz y la justicia, sino donde aparecen príncipes que transforman mágicamente nuestras calabazas en carrozas de oro.
Qué nos dice realmente el Apocalipsis, ese libro que ha servido a buenos libretistas para imaginar escenarios terribles. En realidad no sólo buenos directores de cine, sino también algunos líderes políticos que nos ofrecen escenarios terribles: por ejemplo un candidato a la presidencia norteamericana que sueña con levantar una muralla de más de mil kilómetros que aísle a los mexicanos para siempre y algunas otras preciosuras como hacer caer fuego del cielo sobre esos incurables musulmanes… ¿Eso es Apocalíptico?
El Apocalipsis es un libro escrito en clave para que los cristianos del primer siglo, perseguidos por el imperio romano, tengan un mensaje que para ellos va a ser claro, porque está escrito con las señales de las antiguas escrituras y está escrito con las señales que ellos han aprendido de memoria, sobre las historias y las palabras de Jesús, el crucificado y que resucitó, y que va delante de ellos en la espera del reino de Dios que ya cambió totalmente sus vidas y que va a cambiar todo el mundo, de arriba y de abajo.
Miremos tres claves que nos cuenta la última pág del Apocalipsis:
1. En esta visión del nuevo mundo de Dios, para anticipar la esperanza que esperamos, vemos al Dios de la vida y de la salud. Esta nueva vida de Dios se sobrepone a las dificultades, incluso a la enfermedad y a la muerte. En el propósito de Dios la vida es sana, es salud del cuerpo y de la mente, es salud de los desajustes psicológicos en este tiempo tan conflictuado. 
En esta visión se nos anticipa el objetivo de Dios para vivirlo ahora, de una vida solidaria y servicial, vida que ayuda a todos.
En esta visión vemos la ciudad donde hay un río puro, no de aguas contaminadas como el Riachuelo o como la costa de Buenos Aires. Ahí está el árbol de la vida, y las hojas del árbol “sirven para sanar a las naciones”.
Y vemos aquí una acusación a los poderes de la muerte, como las potencias mundiales que se niegan a aceptar las propuestas de reducir las radiaciones, las intoxicaciones del aire y de las aguas. Estos son los poderes diabólicos, los poderes corruptores en el dinero, en los paraísos fiscales que roban los impuestos que podrían dedicarse a construir hospitales y escuelas, fábricas y caminos.
Nosotros, como seguidores de Jesús, seguimos en esta caminata reclamando por estos poderes de la muerte, y sobre todo, seguimos sirviendo al que más nos necesita, seguimos llevando el remedio de una palabra de aliento y de esperanza.
2. Segunda clave en este último capítulo del Apocalipsis. Aquí tenemos la visión de un Dios que valora el testimonio consecuente de sus hijos y de sus hijas. Estos son los que han lavado sus ropas para tener derecho al árbol de la vida. Estos no son los que ocultan sus sucios delitos detrás de sus grandes corbatas. Estos son los que han sido perdonados por Dios –sus pecados han sido lavados, perdonados por Jesucristo- y también perdonan a quienes los ofenden pero que siguen reclamando justicia contra los crímenes impunes y escondidos.
Este es un Dios que tiene el premio de la vida para todos los que han elegido la opción de la vida, no de la muerte; la opción de la vida, no de la corrupción; un Dios que premia la opción por el amor y la solidaridad, no de la guerra ni el aprovechamiento de los débiles.
3. Y tercera clave en esta visión del Apocalipsis; Tenemos la visión de un Dios eterno, el Dios de la vida plena, definitiva y completa, por eso es vida eterna. Y este Dios eterno trae su reino de justicia, gobernando con su pueblo. En este gobierno se gobierna con el poder del amor y de la entrega, se gobierna con el testimonio de la verdad sincera.
En esta visión del Apocalipsis se ve la transformación de un mundo decadente y corrupto, que pasa a ser el mundo de la justicia y de la paz, del amor y de la verdad.
Por eso, aunque recordamos con cariño esos viejos cuentos de la infancia, no creemos en ellos. No creemos en príncipes encantados y encantadores que van a llevarnos mágicamente al palacio de la felicidad. No creemos en hadas hermosas con sus varitas de magia que nos van a sacar de cenicientas para ser princesas con zapatitos de cristal. 
Y sobre todo, sobre todo, creemos en el Dios de Jesucristo, el que vino a hacerse uno de nosotros y que vivió humildemente y nos enseñó la siembra de su vida, que vino a servir y no a ser servido, que convocó a humildes pescadores y a corruptos cobradores de impuestos para el imperio criminal, que invitó a prostitutas y a mercaderes, a todos, a unirse a su caminata de amor y paz. 
Le creemos a este Jesús que entregó su vida para enseñarnos el amor de Dios y que fue levantado de la muerte para ser señor de señores y rey de reyes. No rey ni príncipe de cuentos, sino rey del amor y la esperanza, de la justicia y la paz. 
Porque en esta historia verdadera, Jesucristo es el rey verdadero que va a ganar sobre todos los poderes y sobre todos los poderosos, sobre la injusticia y sobre la enfermedad, sobre la mentira y sobre la muerte. Y aunque parezca que no, en esta historia verdadera vamos a ganar nosotros, las cenicientas y cenicientos, no por magia, sino por el amor y la gracia de Dios.


Evangelio de Juan 17.20-26: Jesús ora “por lo que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos”, pide que estén todos unidos, en la misma unidad que él tiene con el Padre, “para que el amor que me tienes esté en ellos, y para que yo mismo esté en ellos”. 

Hechos de los Apóstoles 7.52-60: Esteban está terminando su mensaje a los habitantes de Jerusalén, pero ellos se enfurecen y lo matan. Antes ve los cielos abiertos y a Jesús a la derecha de Dios. 

Libro del Apocalipsis 22.12-14, 16-17, 20-21: Vengo pronto, yo soy el alfa y la omega, principio y fin. Soy la estrella brillante de la mañana. Y el que tenga sed, venga y tome del agua de la vida, gratis. Sí, vengo pronto. ¡Amén, ven, Señor Jesús!

Salmo 97.1-2, 7, 10-12: ¡Alégrese toda la tierra! ¡El Señor es Rey! ¡Todos los dioses se inclinan ante él! La luz brilla para el hombre bueno, la alegría es para la gente honrada. ¡Alaben su santo nombre!

Abril 24, 2016 – 5º domingo de Pascua – Temperley – L Guillón 

Un mandamiento nuevo: El mandamiento de la amistad
Juan 13.31-35; Hch 11.1-3, 11-18; Apoc 21.1-6a; Salmo 145.8-13

Un mandamiento nuevo les deja Jesús a sus discípulos, al empezar a despedirse de ellos: “que se amen unos a otros… Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos.”
1. Podemos usar tres palabras griegas para definir tres formas de amor, aunque las palabras no agotan los significados del amor.
Fileo, puede designar el amor filiar, el amor del ordenamiento familiar, de hijos y padres. Es un amor jerárquico, ordenador de la vida, bueno, sano, siempre y cuando haya padres sanos y cariñosos. También la palabra fileo se encuentra en la expresión filosofía, el amor a la sabiduría…
También tenemos a Eros, uno de los dioses de la mitología griega, que nos cuenta del amor pasional, el amor del placer, tan bueno y necesario, pero que a veces se desborda y se llena de celos…
Y finalmente, tenemos la palabra ágape, una palabra nueva que usaron los 70, los traductores del Antiguo Testamento hebreo a la lengua griega y que se usa tanto en el Nuevo Testamento. Agape designa el amor fraternal, el amor de los amigos…
2. Revisemos entonces el amor filial, el amor de la familia, el amor que regula y encauza los afectos familiares. Lindo amor este de la familia, de papá y mamá, que une a los mayores y los menores de la casa, que marca los hábitos y las lealtades.
Como dije, es un amor jerárquico, ordenador, que nos organiza la vida cuando hay valores buenos, positivos. Amor de la familia que educa en un espacio de libertad, enseñando a crecer, todos juntos, especialmente los menores, pero también los mayores.
Pero recordemos la película El padrino, donde la mafia se organiza como una familia para estructurar los crímenes, o también en nuestro caso como la familia del Clan Puccio.
3. Y tenemos el amor erótico, que no es lo mismo que lo pornográfico. En la predicación evangélica no hay una condena ni menos una prohibición del amor erótico, el amor de la pareja humana.
Además que lo erótico no se refiere solamente a lo sexual. De hecho el niño en su desarrollo necesita ese amor erótico, sensual, de los sentidos, como expresión de aceptación y cariño en la familia, y especialmente de la madre hacia el bebé.
El amor erótico tiene un hermoso libro en la Biblia, el Cantar de los Cantares, con toda esa poesía oriental, o también como esa historia de amor que nos cuenta el libro de Rut, pero que antes, al principio, nos cuenta el amor entre esas tres mujeres, unidas en la desgracia pero también en la amistad.
Y por eso también en el último libro de la Biblia se presenta la nueva comunidad del amor como la unión de una novia con su novio, que se consagran mutuamente en el pacto de amor del matrimonio, una nueva pareja unida ante Dios, como señales de una nueva tierra y un nuevo cielo, donde Dios vivirá con los seres humanos, donde Dios vivirá con ellos, y ellos serán sus pueblos, y donde Dios secará todas las lágrimas, y ya no habrá muerte, ni llanto, ni dolor…
Y con eso pasamos al valor de la amistad como expresión del ágape, el amor de la comunidad cristiana.
4. El mandamiento de la amistad.
Porque justamente lo que nos quiere proponer Jesús es este nuevo mandamiento del amor en la comunidad cristiana, en esta comunidad de amigos y amigas, donde más que un Señor hay un amigo, donde más que un soberano llamado Dios tenemos un Dios amigo.
No se trata de los divididos por el rol familiar: no hay padres ni madres ni hijos o hijas: todos somos iguales en la amistad.
No se trata de algunos incluídos frente a otros excluídos en esta ciudadanía, aquí no hay judíos ni griegos, ni argentinos o paraguayos, todos somos amigos en este nuevo vínculo de Jesús.
Tampoco se trata de las divisiones por sexo o por identidad sexual, no hay supremacía de hombres sobre las mujeres ni de mujeres sobre los hombres, ni hay endiosamiento de algunas mujeres porque sean más lindas ni rebajamiento de los varones porque seamos feos: todos somos los amigos de Jesús, el que ya no nos llama siervos ni esclavos a algunos ni a otros jefes o señores, sino que todos somos amigos en el nuevo vínculo de J.
Ni tampoco somos los divididos por la condición social o por la capacidad económica, sino que somos todos y todas los incluidos en el vínculo de la amistad.
Entre los amigos cultivamos la igualdad, todo para cada uno y cada uno para todos, entre los amigos cultivamos el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es superior a otro. Respetamos las diferencias, cada uno tiene su personalidad, sus dones y sus problemas, sus capacidades y sus diferencias, siempre cuidándonos los unos a los otros, procurando estar siempre cercanos y siempre disponibles.
Esta es la propuesta de Jesús, la que él vino a anunciar, la que realizó cada día de su vida, la que selló con su entrega de amor incondicional. Él no se presentó como el amo frente al esclavo, él apreció a Dios como Padre pero vivió su confianza en Dios como un Dios amigo; él no nos amó con brotes pasionales espasmódicos, cuando le vino el entusiasmo. Jesús fue el amigo, siempre amigo, siempre disponible.
Y esto tiene un sentido de broma de Jesús al hablar de un “nuevo mandamiento” que no es un mandamiento, no es una nueva ordenanza, no es una nueva imposición, sino la libertad del amor, que tiene exigencias pero en esa entrega mutua, por mutuo consentimiento, por hacer un nuevo trato, un contrato de amistad.
Como bien lo dice el poema de Benedetti, “hagamos un trato”:
Compañera usted sabe puede contar
conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo si alguna vez me encuentra huraño sin motivo no piense qué flojera igual puede contar conmigo pero hagamos un trato yo quisiera contar con usted es tan lindo saber que usted existe uno se siente vivo  y cuando digo esto quiero decir contar aunque sea hasta dos aunque sea hasta cinco no ya para que acuda presurosa en mi auxilio
sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo.
En esta amistad estamos incluidos nosotros, seguidores y seguidoras de Jesús, en esta amistad participamos todos, y en esta amistad podemos contar siempre con el amigo Jesús.

Evangelio de Juan 13.31-35: Ahora se va a mostrar la gloria del Hijo del hombre y la gloria de Dios se va a mostrar en él. Ya no estaré con ustedes mucho tiempo. Y les doy este mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Si se aman los unos a los otros, el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos.

Hechos de los Apóstoles 11.1-3, 11-18: Pedro cuenta cómo algunos gentiles reciben el mensaje del evangelio, el Espíritu Santo se les muestra y son bautizados. ¡También a ellos les ha dado Dios la oportunidad de volverse a él y alcanzar la vida eterna!

Libro del Apocalipsis 21.1-6a: Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, y vi la nueva Jerusalén, vestida como una novia para su novio. Este es el lugar donde Dios vivirá con ellos, secará sus lágrimas, y ya no habrá más muerte, ni dolor. Y el Señor dice que él es el principio y el fin.

Salmo 145.8-13: El Señor es tierno y compasivo, paciente y todo amor, bueno y tierno para cuidar sus obras, que te alaban como te alaban todos tus fieles. ¡Tu reino es un reino eterno


GUIDO BELLO HENRIQUEZ 

Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY 

Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS 

Tel (11) 15 5473 6149

Abril 17, 2016 – 4º domingo de Pascua (Blanco) Temperley – Luis Guillón 

CONFIANZA… DE LAS VERDADERAS OVEJAS, CON EL VERDADERO PASTOR
Vivimos tiempos de inseguridad. Estamos cercados de miedos. Pero no es sólo el miedo a que nos asalten. Es también el miedo al pasado, que vuelve sobre nosotros, como un fantasma.
O también el miedo al futuro. Miedo a la destrucción incesante de de la naturaleza. Miedo a que no haya espacio para nuestros chicos o para nuestros jóvenes en esta sociedad de la competencia despiadada…
Y entre tantos terremotos, como recién ha pasado en ese querido pueblo del Ecuador, es difícil mantenerse en equilibrio, enteros, sanos, íntegros. Jesús diría “perfectos”, en paz. Nuestras vidas se tambalean, las familias tiemblan, los proyectos políticos parece que se caen o empiezan a trastabillar, las instituciones se resquebrajan, algunas iglesias se dedican vender bendiciones en la feria de la prosperidad…
¿Dónde encontrar seguridad?
Nuevamente las figuras sencillas pero profundas del pastor y las ovejas nos marcan caminos de paz y seguridad. Aunque vivimos en un mundo urbano donde no vemos ovejitas ni pastores arreando rebaños, sí vemos hombres y mujeres confundidas o demasiado apurados, y también vemos líderes y dirigentes más preocupados por esquilmar a la gente que por ayudarlos…
Leo de nuevo Juan 10.27-29:
Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán ni nadie me las quitará. Lo que el Padre me ha dado es más grande que todo, y nadie me lo puede quitar.
Aquí hay varias definiciones del pastor verdadero, y de las verdaderas ovejas de ese pastor. Empecemos por estas últimas:
LAS VERDADERAS OVEJAS
Porque recién en el texto del evangelio Jesús ha denunciado a los falsos pastores, esos peligrosos pastores de la religiosidad del templo judío, o esos peligrosos pastores del imperio romano. Hoy tenemos los peligrosos pastores del pueblo que quieren ser dirigentes para su provecho propio, y entonces Jesús presenta a las verdaderas ovejas de su rebaño:
· Estas ovejas oyen la voz de Jesús. No se trata sólo del acto físico o acústico de oír, sino de distinguir la voz de Jesús entre tantos ruidos y tantas voces que nos llaman o nos interrumpen o nos rompen los tímpanos.
¿Estoy oyendo realmente la voz de Jesús? ¿No será que escucho lo que me conviene escuchar? ¿No será que estoy confundido o confundida y en vez de escuchar a mis hermanos, a Dios, sólo me escucho a mí mismo?
¿Cuánto tiempo dejo al día para escuchar la voz de Jesús, en la Escritura, en la palabra buena de un hermano o hermana, o en el silencio de la meditación, en la oración?
En nuestras familias puede haber algunas personas que viven el drama de la sordera, y nos han dicho que es algo terrible. ¡Y qué terrible es también la sordera espiritual!
Cuando eso pasa, Dios habla y grita pero no escuchas. Jesús está a tu lado, queriéndote animar, consolar, guiar… Y tú dices, Jesús, qué me estabas diciendo, Jesús? Ah, sí… Bueno, bueno, Jesús, está bien… Perdona, tengo que cortarte, además no se te escucha bien… debe ser la línea…
· Estas ovejas siguen a Jesús. Hay algunos que piensan que oyen a Jesús, pero no lo siguen. Saben acerca de Jesús, pueden defenderlo en una discusión, llegan a emocionarse con la figura de Jesús, pero no lo siguen.
Van detrás de otros dioses, buscan algunos líderes para sus vidas, siguen la pisa de otros modelos en los diarios o en internet, o en la televisión, siguen muchas modas, siguen a sus instintos, pero no siguen a Jesús.
Estas otras ovejas, en cambio, siguen al buen pastor. Se dejan guiar por él. Han escuchado su voz y le hacen caso. Es cuando escuchamos la voz de Jesús en el silencio de la oración o en la reflexión de la Palabra o en la comunión con los hermanos… y luego somos consecuentes con la voz que escuchamos…
EL VERDADERO PASTOR
Veamos ahora las definiciones acerca del pastor mismo, en relación con estas ovejas que escuchan su voz y lo siguen:
· Es un pastor que conoce sus ovejas. Te conoce, me conoce. No tiene ideas falsas sobre nosotros, como nosotros sí nos fabricamos fantasías sobre nosotros mismos y sobre los demás. Sabe de nuestras limitaciones y sabe sobre nuestras posibilidades.
· Es un pastor que da vida verdadera, porque este es el sentido más profundo de la expresión “vida eterna”, que no es solo duración ilimitada, sino riqueza de vida, profundidad de vida, vida que vale la pena ser vivida.
Enfrentándonos a situaciones terminales, hemos compartido varias veces el desafío con algunos hermanos, diciéndoles: Tenés la posibilidad de vivir amargado, enojado con Dios y con todo el mundo, o vivir el resto que te quede como el tiempo más rico y profundo de tus días…
Y este buen pastor te asegura que no morirás jamás, que tu camino es ahora la vida, nunca más la muerte; la verdad, nunca más la mentira; la permanencia, nunca más la inestabilidad; la confianza, nunca más el miedo.
Ni siquiera el miedo a la muerte, ni el miedo a la vejez; ni el miedo a la enfermedad, física o mental; ni el miedo al fracaso. No la muerte, sino la vida, eso te da el buen pastor Jesús, si eres una de sus ovejas.
· Y por último, con este pastor nadie te puede arrebatar de la mano del Padre Dios, si estás viviendo en la fe de Jesús. Por eso le decimos a los que gustan del espectáculo de los exorcismos: nosotros no vamos al circo de Satanás. Nuestra fe no gira en torno a los poderes diabólicos, ni al poder de los imperios, ni al poder de los dueños del dinero. Nuestra fe es la seguridad de que nada ni nadie nos puede arrebatar de la mano del Padre. Y con eso nos basta.
Ni tu conciencia culpable te puede arrebatar de la mano del Padre, porque si pusiste tu confianza en Jesús, el buen pastor, puedes rechazar las acusaciones de tu pasado, y alegrarte con seguridad en el perdón de Dios.
Por eso podemos decir con el Salmo 23, que tal vez muchos podemos decir de memoria: “Jehová es mi pastor, nada me faltará…


Evangelio de Juan 10.22-30: Los dirigentes judíos rodean a Jesús y le pregunta si él es el Mesías. Se los dije a ustedes pero ustedes no creen. Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy vida eterna, y nadie me las quitará…
Hechos de los Apóstoles 13.14, 43-45, 49-52: Pablo y Bernabé anuncian el evangelio de Jesucristo, por toda la región. A pesar de la persecución, los cristianos estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo.
Libro del Apocalipsis 7.9-17: Vi una gran multitud, eran tantos que nadie puede contarlos. Vestidos de blanco, con palmas en las manos y alaban a Dios que les ha dado la salvación. Estos son los que han pasado por muchas tribulaciones, pero han sido liberados por el Cordero, que ahora será su pastor.
Salmo23: El Señor es mi pastor, nada me falta, me hace descansar, me lleva a aguas frescas, me da nuevas fuerzas. Tú, Señor, estás conmigo. No temo nada. Tu bondad y tu amor me acompañan siempre.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ 

Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY 

Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS 

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Marzo 13, 2016 – 5º dgo de Cuaresma – Temperley 

EL PERFUME DEL AMOR DE DIOS

Recuerdo que mi hija mayor, casi adolescente, iba conmigo la primera vez que viajamos a la casa de Villa Diamante justo cuando había una intensa humareda por la quema de basura bordeando el Riachuelo, y además estaba el olor nauseabundo del Riachuelo, cuando no se empezaba todavía ninguna tarea de limpieza…

–Papá, acá vamos a vivir?– me preguntó, ella que hasta entonces había vivido en la hermosa Ciudad Jardín Lomas del Palomar… Después resultó que el mal olor no estaba siempre, o que finalmente nos acostumbramos…

Olores de muerte, olores de negociados de corrupción para no controlar a las empresas que echaban sus residuos contaminados al Riachuelo. Años después acompañamos a una madre, evangélica, cuyo hijo había sido empujado por los policías de Puente Alsina, a las aguas del Riachuelo. El muchacho había caído, había alcanzado a gritar una sola vez y había desaparecido en esas aguas envenenadas y malolientes.

Olores de muerte de los inmigrantes sirios que llegan a las costas de Europa, empujados por vendedores de vidas que los embarcan precariamente. En verdad siempre la muerte tiene mal olor, solamente que las empresas de los velatorios nos envuelven todo en un clima aséptico, donde muchas veces ni tocamos la tierra, solamente en un pequeño estuche para tirar sobre la tumba algo que parece tierra, o más bien arena para no ensuciarnos los dedos…
Lázaro, el amigo de Jesús, ya tenía mal olor cuando Jesús había llegado, tarde para visitar a sus hermanas amigas de Betania. Jesús había llorado en esa oportunidad, por el amigo, por el dolor del amigo que se había ido. Pero entonces todo había cambiado, Jesús se había parado afuera de la tumba de Lázaro, y había orado:
-Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado.
Después de decir esto, Jesús gritó:
-¡Lázaro, sal de ahí!
Y el que había estado muerto salió, con las manos y los pies atados con vendas y la cara envuelta en un lienzo. Jesús les dijo:
-Desátenlo y déjenlo ir.
Por esto creyeron en Jesús muchos de los judíos que habían ido a acompañar a María que vieron lo que él había hecho. Pero algunos fueron a ver a los fariseos, y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los fariseos y los jefes de los sacerdotes reunieron a la Junta Suprema de los judíos, y dijeron:
-¿Qué haremos? Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. Si lo dejamos, todos van a creer en él, y las autoridades romanas vendrán y destruirán nuestro templo y nuestra nación…
Olores de muerte tenían esos dirigentes religiosos, con la excusa de preservar la nación de Israel. 
Seis días antes de la Pascua, Jesús fue a Betania, donde vivía Lázaro, el que había estado muerto, a quien Jesús había resucitado. Allí hicieron una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa comiendo con él.
Estamos en otro clima, de vida, de amistad profunda, de confianza y de alegría, con mucha gratitud. No hay olores de muerte, no hay ondas de muerte, aunque recién escuchamos que los enemigos de Jesús, los enemigos de la vida, están acechantes, amenazantes, ellos sí respirando odio y muerte.
Y María entonces trajo unos trescientos gramos de perfume de nardo puro, muy caro, y perfumó los pies de de Jesús; luego los secó con sus cabellos. Y toda la casa se llenó del aroma del perfume. 
Recién había ocurrido la resurrección de Lázaro, señal y anticipo de la resurrección definitiva, la de Jesús. Nosotros vivimos esa vida nueva que nos da Jesús, si estamos unidos a él, si lo seguimos a él. 
Y María –una mujer común y corriente, laica, no sacerdotisa– hace un servicio litúrgico, simbólico, representativo, hace un acto de amor y de adoración pero sin ninguna ceremonia ostentosa, sencillo, gratuito porque nada pide y nada espera, solamente quiere manifestar su amor.
Pero al mismo tiempo que es un acto de amor gratuito, es también un acto de amor caro, porque siempre es cara la entrega de amor. El amor nunca te pide nada, pero al mismo tiempo lo das todo por él, te das todo por amor.
Jesús ha dicho: “Yo soy el buen pastor. Yo doy mi vida por las ovejas”. O también: “El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos”…
Sentimos el olor hermoso, agradable, festivo que envuelve todo ese espacio familiar y cariñoso que rodea a Jesús y a Lázaro y a sus hermanas y a todos esos amigos y seguidores de Jesús en esa cena preparada con tanto cariño por Marta y María, la del perfume. Hermoso olor del servicio de Marta que preparó la cena, seguramente con buenos aromas de esa comida cocinada con tanto esmero. 
Y al rico olor de la comida de Marta se agregó de repente la irrupción del aroma del perfume derramado generosa y escandalosamente por María. ¿A quién se le ocurre desparramar tanto perfume, tan caro y tanta cantidad de perfume, y además esa manera de perfumar los pies de Jesús, y más encima esa manera escandalosa de secar los pies después del rociado, en verdad el baño de perfume de los pies de Jesús. Una mujer respetuosa no se exhibe así con el pelo suelto, en público, podían haberle dicho a María. Pero el amor es así, el cariño es así.
Mientras tanto Judas está muy enojado. Judas Iscariote, que era aquel discípulo que iba a traicionar a Jesús, está muy indignado. Para Judas todo esto tiene mal olor, huele mal. Y le salta la bronca:
-¿Por qué no se ha vendido este perfume por el equivalente al salario de trescientos días, para ayudar a los pobres?
Y el evangelista nos aclara: 
Pero Judas no dijo esto porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo qie echaban en ella. Y Jesús mismo defiende la acción de María:
-Déjala, pues lo estaba guardando para el día de mi entierro. A los pobres siempre los tendrán entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.
Déjala, Judas, porque ella está mostrando y demostrando todo lo que me quiere, porque en mí encontró vida, vida para su hermano que había muerto, y vida para ella misma, por las experiencias que había vivido con Jesús, por las palabras sabias y serenas de Jesús, y porque ya está sintiendo y presintiendo que Jesús va a terminar mal, por el odio implacable de sus enemigos, esos enemigos de la vida, esos enemigos del amor…
Sentimos el olor a muerte, el olor a asesinato de parte de esa dirigencia religioso-política, sentimos el olor de la traición, sentimos el olor de la violencia criminal que rodea a Jesús, y por eso María ha querido dispersar esos olores de muerte y cubrirlos con ese olor de vida, de amor, de gratitud y de homenaje a ese Jesús cansado de tanto caminar pero siempre dispuesto a seguir caminando, cansado de la hipocresía de los fariseos y de los traidores pero siempre dispuesto a curar enfermos, a tocar leprosos, incluso a levantar muertos, aunque ya tengan olor a muerte.
Hermanos, hermanas, nos preguntamos a qué huelen nuestras vidas, qué olores trasmitimos con nuestras palabras y con nuestras acciones… El ejemplo de María nos dice que todos tenemos algo de valor que ofrecerle a Jesús. Todos poseemos en nuestras vidas un frasco de perfume de nardo muy fino y carísimo que podemos derramar sobre los pies del maestro… Jesús acepta ese perfume de nuestro cariño, porque el amor es así, se lo ofrecemos a él, que nos quiso tanto, sin medida, a todos nosotros, a él que nos ha dado todo, que vino a traernos el perfume del amor de Dios.
Y que Dios nos guarde con ese perfume de su amor. Amén.

GUIDO BELLO HENRIQUEZ 

Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY 

Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS 

Tel (11) 15 5473 6149

Lecturas bíblicas: 



Evangelio de Juan 12.1-8: En Betania, con Lázaro a quien Jesús había resucitado, hacen una cena en honor al maestro, y María que trae un perfume muy caro. Ella perfuma los pies de Jesús, la casa se llena del aroma. Judas reclama por ese valor, y Jesús dice que ella lo está guardando para el día de su muerte. 

Profeta Isaías 43.16-19: El Señor abrió un camino a través del mar, y ahora dice el Señor a su pueblo: “Ya no recuerdes el pasado, yo voy a hacer algo nuevo, voy a abrir un camino en el desierto…
Carta a los Filipenses 3.8-14: Para mí el bien supremo es conocer a Cristo, todo lo demás lo considero basura. Quiero encontrarme unido a él en su muerte y en su resurrección, con su justicia que es por la fe.
Salmo 126: Cuando el Señor cambio el destino de Sion nos pareció un sueño, ¡el Señor había hecho grandes cosas con nosotros! Cambia nuestra suerte de nuevo, y volveremos cantando de alegría…


Febrero 14, 2016 – 1er domingo de Cuaresma Temperley

Vamos a hablar de las tentaciones de Jesús y de nuestras propias tentaciones. Les propongo tres situaciones del tiempo de las vacaciones. 

1. Estamos a la orilla del mar, no hay ningún peligro de maremoto ni de un tsunami, no hay sudestada ni nada de eso, y caminamos tranquilamente con las olas que llegan suavemente a nuestros pies. Pero no sabemos nadar, hemos entrado algunos metros y seguimos avanzando porque nos gusta la sensación de casi empezar a flotar, estamos cayendo en una tentación, aunque ni tengamos conciencia de haber caído en ninguna de ellas, y de todos modos el peligro nos acecha… 

2. O bien, alguno de ustedes, vamos a imaginar algún joven que sabe nadar muy bien, tal vez demasiado bien, y se le ocurre ir a salvar a una hermosa chica que apenas trastabilló porque la alcanzó una ola, y ni ella ni nadie se siente en peligro, entonces este joven está en peligro de hacer una macana, está en peligro de molestar a esa chica y además en peligro de recibir una hermosa bofetada y que alguno de sus compañeros le quiera pegar una piña… 

3. O bien, más en serio, se han caído tres persona desde un bote, apenas saben nadar, gritan desesperados y alguno de ustedes sale a socorrerlos, nada muy rápidamente y alcanza a una de esas personas y puede traerla hasta la orilla. Y después vuelve a entrar al mar para salvar a otra de esas personas que todavía gritan, y empieza a nadar hacia ellas pero de pronto se da cuenta de que ya no tiene más fuerzas y vuelve muy cansado, sintiéndose muy culpable y un poco ridículo frente a todos los que miran la escena… ¿Cayó en la tentación de haber sobrevalorado sus fuerzas, o cayó en la tentación de haber privilegiado su propia vida, o sencillamente hizo todo lo que pudo, no hizo ningún ridículo y salvó una vida? 
Volvamos al relato de las tentaciones de Jesús en el evangelio de Lucas. Hay un tentador, el diablo. El diablo es la ocasión, es la circunstancia que tenemos que vivir en cualquier momento de nuestras vidas. Jesús, como cualquier ser humano, enfrenta todos los riesgos, los peligros verdaderos y también los peligros tontos. Jesús debe enfrentar verdaderamente todas las posibilidades… 
Primera tentación: Jesús enfrenta sus cuarenta días de prueba, no ha comido nada, y entonces siente hambre, por supuesto. Es la tentación básica y elemental del hambre. Jesús vive la experiencia de tener hambre, y es solidario con todos los hambrientos. 
Todos hemos vivido la sensación de tener hambre, pero no todos la vivimos en solidaridad con los hambrientos. Hay una manera privada e individualista de enfrentar el hambre. Hay maneras de cuidar que nadie tenga hambre, buscando la manera de asegurar el sustento, organizando la vida y el trabajo y las ganancias, y la cultura y las conciencias de manera que haya pan para todos. 
Jesús enfrenta la tentación de tener todo el pan para él, y la tentación de tener el pan sin trabajo y sin conciencia. Qué posibilidad de salvarse ganando la lotería, qué posibilidad de salvarse olvidándose de los niños hambrientos. Pareciera que no hay nada malo en ello, sería como flotar tranquilamente en aguas tranquilas, haciendo ostentación de tu capacidad de nadar…, pero el mar de la vida es mucho más difícil y nos presenta también otros riesgos. 
No basta con tener suficiente pan, contesta Jesús al tentador. “No sólo de pan vive el ser humano”, también vive de paz y de amor, de justicia y de verdad… 
La segunda tentación ahora consiste en elevar a Jesús y mostrarle todos los países del mundo, todo a su disposición. El tentador ahora es el poder, son los grandes hoteles cinco estrellas del poder y de la injusticia, son los falsos evangelios de la prosperidad. 
¿A ver, Jesús, qué hay de malo en tener poder? No te convendría en tener mucho más poder para contener a los corruptos, especialmente a los más grandes, como compradores de deuda barata de los países en crisis para después venderla por mil veces su valor? No te vendría bien tener más poder para que las iglesias pudieran imponer por la fuerza sus criterios? 
No, no, contestaría Jesús. Más vale ser pobres con conciencia, más vale ser pobres ayudándonos entre todos, miren que el poder corrompe a los más puros. Adora al Señor tu Dios y sírvele sólo a él, aconseja Jesús. Porque así tendrás en el centro de tu vida el eje de tu fe y de tu confianza, en Dios, y allí, desde ese centro de tu vida todas las demás cosas estarán en equilibrio, el dinero y tu sustento, el sexo y el reconocimiento, el placer y el trabajo, tu capacidad de nadar y tus posibilidades de ayudar a alguien verdaderamente en peligro… 
La tercera, es la tentación de poner a prueba a Dios, de ir más allá de nuestros límites. “Si de veras sos el hijo de Dios tirate desde lo alto del templo de Jerusalén, total los ángeles de tu Dios te van a sujetar.” Dicho en nuestros recientes ejemplos, la tentación de ser un pequeño dios, seguí tirándote al agua, que hay más gente ahogándose, volvé a tirarte… 
Estamos en el falso evangelio de la Gloria. Vení que te van a aplaudir, aunque sea al precio de prostituirte. Vení que vas a ser famoso, y vas a salir en la tele, aunque sea haciendo el ridículo de querer salvar a alguien que no necesitaba ser salvado en aquella playa… 
Recordemos que la tentación puede venir en lenguaje religioso, incluso citando las Escrituras, como en las tentaciones de Jesús. Siempre habrá tentadores que quieren domesticar el mensaje de la palabra de Dios haciéndole decir todo lo contrario, sacándole al evangelio su sentido profético y liberador. 
Pero nosotros damos gracias a Dios porque estamos viviendo en la bendición del evangelio. Tenemos el verdadero pan del amor y del perdón de Dios, compartimos el pan con el hambriento que nos toca compartir, damos pescado y enseñamos a pescar. No tenemos delirios de grandeza, sencillamente le damos gracias a Dios por su amor y su libertad. 
Le damos gracias a Dios por los dones que él nos da, puestos al servicio de todos y especialmente de su pueblo. Hay muchas tentaciones en el mar de nuestras vidas, pero nosotros podemos nadar libremente en la gracia y en el amor de nuestro Dios. Y que Dios nos bendiga, amén. 

Evangelio de Lucas 4.1-13: El Espíritu lleva a Jesús al desierto, donde el diablo lo pone a prueba por cuarenta días: Si eres Hijo de Dios, que esta piedra se convierta en pan; si me adoras, todo este inmenso panorama será tuyo; si te tiras desde lo alto del templo, los ángeles te sostendrán… 
Deuteronomio 26.1-2, 5-10: Cuando hayas entrado a la tierra que el Señor te va a dar, ofrecerás los primeros frutos de la tierra y pronunciarás la siguiente declaración: Mis antepasados fueron un grupo de arameos errantes, esclavizados en Egipto y liberados por el Señor, que ahora nos trajo a esta tierra. 
Carta a los Romanos 10.8b-13: Tienes la Palabra muy cerca, en tu boca y en tu corazón; créela en tu corazón, confiésala con tus palabras: Jesucristo es el Señor que Dios resucitó, en él está la salvación. 
Salmo 91.1-4, 14-16: El que vive bajo la sombra del Altísimo estará libre de trampas ocultas y plagas mortales, el Señor te cubrirá con sus alas, su fidelidad te protegerá como un escudo… 

GUIDO BELLO HENRIQUEZ 

Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY 

Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS 

Tel (11) 15 5473 6149

Febrero 7, 2016 – 5º domingo después de Epifanía

Cuentan de un rey que quería saber por su propia experiencia cómo estaban, cómo se sentían sus súbditos, y entonces se disfrazaba de vagabundo y salía a los caminos. Tenía que ser cuidadoso para no quedar en ridículo y cumplir esa tarea de ver cómo andaba su gente. 

Algo así es la condición del cristiano. Estamos llamados a un destino glorioso, pero vivimos sujetos a los límites de nuestro tiempo; manteniendo la dignidad de hijos de Dios, pero sin hacer ningún alarde de esa dignidad. Estamos expuestos a todas las precariedades de la vida común, y sin embargo sabemos que somos más que vencedores sobre todas las cosas, y nada puede separarnos del amor de Dios. 

Algunos cristianos viven la fe como si tuvieran una corona de superioridad sobre los demás. En tiempos de desprecio hacia los evangélicos, fue una característica valiente del pueblo evangélico llevar la Biblia bajo el brazo y así caminar hacia la iglesia. Hoy debemos preguntarnos qué características dan testimonio del evangelio frente a una sociedad indiferente, pero donde sigue habiendo tanto atropello a la dignidad humana. 

Por eso desconfiamos de esos superespiritualismos que quieren imaginar una aureola de religiosidad sobre la cabeza de algunos cristianos, o que algunas cristianas flotaran por encima del resto de la gente. Esos superespiritualismos se parecen muy poco a la conducta de Jesús entre la gente de su tiempo. Pretenden estar resguardados de todo peligro, de toda enfermedad y aun de cualquier problema familiar o económico. Y peor todavía, acusan de falta de fe a los que están padeciendo algún problema. 
Pero el otro peligro, en el otro extremo, es perder por completo la dignidad y la esperanza de los hijos y de las hijas de Dios. Es vivir emborrachados por el espíritu de este tiempo, y no despiertos y vigilantes a la espera de los nuevos cielos y la nueva tierra que esperamos. Es como si el rey que se disfrazaba de vagabundo se olvidara de que en realidad era el rey, y se quedara para siempre vagando escondido por los caminos de lo que antes era su reino. 
Jesús toma a tres de sus discípulos y sube al monte a orar. Es momento de profundizar su comunión con Dios. Pero Pedro, Juan y Jacobo están más dormidos que despiertos –son tan parecidos a nosotros! Mientras Jesús oraba, “la apariencia de su rostro cambió y su vestido se volvió blanco y resplandeciente”. A su lado aparecen dos grandes hombres del antiguo pacto, Elías y Moisés, dos grandes profetas que prepararon y anduvieron los caminos del Mesías, pero sufriendo reveses y contradicciones, perseguidos, que rechazaron los privilegios y enfrentaron a los poderosos y sus poderes de la muerte. 
Jesús, Moisés y Elías hablan sobre la partida que Jesús iba a cumplir en Jerusalén. Es la salida a nuevo éxodo, como en la historia de Moisés. Hay que cruzar el Mar Rojo de la muerte para salir hacia la libertad de la nueva vida. Pedro cree que está entendiendo: debe tratarse de la manifestación de Dios como en el tiempo del éxodo, cuando la gloria de Dios se hacía presente con manifestaciones visibles. Hagamos aquí, entonces, propone Pedro, tres enramadas, y quedémonos de campamento aquí, disfrutando de esta gloria de Dios. 
Lucas explica: Pedro no sabía lo que estaba diciendo. Pedro, como nosotros, quisiera vivir en la gloria siempre, ya mismo. Y si no es posible eso, se desentenderá de Jesús, como en la noche cuando lo hacen prisionero a Jesús, antes que el gallo cante tres veces. Pedro, también como nos pasa a nosotros, quiere la gloria de caminar sobre las aguas, con Jesús, pero después se olvida de su fe, y empieza a hundirse. 
Jesús quiere enseñarles que es posible vivir con la conciencia y el corazón llenos de confianza en Dios, con la seguridad de nuestro destino eterno, con la alegría de saber que estamos llamados a una realidad mucho más rica y profunda que hoy no podemos percibir. “Nosotros somos como un espejo que refleja la gloria del Señor, y vamos transformándonos en su imagen misma, porque cada vez tenemos más de su gloria”, escribe el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios. Esta es nuestra dignidad y nuestra esperanza. 
En realidad, nosotros hacemos este llamado a todos los seres humanos, a que vivan en esta dignidad y en esta esperanza. Por eso como cristianos defendemos con todas las fuerzas el respeto que se debe a todas las personas, sin distinciones de raza, de color de piel, de nacionalidad o de religión, de credo o condición social. Por eso defendemos los derechos humanos, y sabemos que todavía falta mucho para que esos derechos sean una realidad para muchas personas. 
Pero Jesús también quiere enseñarles a los discípulos, y también a nosotros, que antes de la manifestación gloriosa de los hijos de Dios está la cruz. Ciertamente, sólo la muerte de Jesús tiene sentido representativo y liberador. Sólo en él, en su muerte, fuimos representados todos delante de Dios. Sólo en él, en su muerte, fue representado Dios mismos entregándose por nosotros. 
Pero también nosotros somos llamados a vivir esta vida, no una vida de ángeles. Y somos llamados a ser cartas vivas de Dios entre los seres humanos, disfrutando las alegrías de esta fe y sufriendo todo lo que sea necesario por la verdad, la paz y la justicia. Y todos nosotros somos llamados, como discípulos de Jesús, a vivir con alegría y confianza este camino de Moisés y Elías, el camino del éxodo y a veces el camino de la soledad. 
Entonces, acallando la voz de Pedro, viene una voz desde el cielo que señala a Jesús: “Este es mi hijo elegido: escúchenlo”. Este que va camino a la cruz, este que no hace uso de su poder y no se defiende, para mostrar que vino a servir y mostrar el amor de su Padre, este es mi hijo elegido, escúchenlo a él. No escuchen esa propaganda religiosa que miente diciendo que el camino de la fe es un éxito permanente, sin ningún problema, sin ninguna contrariedad. Porque esas voces mentirosas de la propaganda comercial o religiosa son finalmente la voz del cinismo que dice que todo es igual, que no vale la pena amar, que cada uno debe conseguirse su pedazo de cielo y dejar a los demás en el infierno. En cambio, este que va a la muerte, por lealtad al Padre y al proyecto de su Reino, éste es mi hijo amado, escúchenlo a él. 
Y mientras vivimos este tiempo, seguiremos siendo leales al Dios de la vida, seguiremos dando testimonio de que por Jesús es posible mirar la vida con nuevos ojos y nuevo corazón, de que es posible sentirse perdonados y reconciliados, con fuerzas para querer y levantar las vidas caídas. 
Resistimos frente a los atropellos y las injusticias, nos paramos firmes frente a las bestias apocalípticas de las guerras, del narcotráfico y los poderes económicos enfermos del cáncer de la corrupción. Tratamos de vivir con la sencillez y la profundidad de Jesús. 
Porque nosotros somos ciudadanos del cielo, es decir, del nuevo mundo de Dios, y el Señor Jesucristo cambiará nuestros cuerpos miserables para que algún día sean como su propio cuerpo glorioso. Y lo hará por medio del poder q tiene para dominar todas las cosas. Esa esperanza nos sostiene, mientras vamos siendo transformados en la semejanza de Jesús. Por eso, mis queridos hermanos, mis queridas hermanas, sigan así firmes en el Señor”. 
Lucas 9.28-36; Ex 34.29-35; 2 Cor 3.13, 16-18; Salmo 99.4-9.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS

Tel (11) 15 5473 6149

Enero 30, 2016 – 4º domingo después de Epifanía 

Retomamos la lectura de todo el texto, comenzando con lo que leímos el domingo pasado. Jesús se presenta sencillamente en la sinagoga de Nazaret donde era invitado cualquier miembro de esa comunidad a compartir un texto de la Escritura antigua. 

Esta vez le pasan el rollo del libro de Isaías, un rollo pesado, que no cualquiera sabía manipular. Era importante conocer esos libros, ni siquiera marcados por capítulos y versículos. Peor todavía, esos textos en hebreo antiguo se escribían sólo las consonantes, siglos después se incorporarían unos puntitos y otras señales para marcar las vocales por lo que había que estar muy atentos para adivinar las vocales inexistentes en el escrito. Imaginemos por ejemplo cuántas variaciones pueden haber entre las consonantes p-s-d: pasado, pisado, pesado, posada y pesado o pesada… 

Era difícil leer esas escrituras, era difícil ubicarse en ese rollo pesado. Le pasan a Jesús el rollo del profeta Isaías, y él se va derecho al texto que recién repasamos: 

“El Espíritu del Señor está sobre mí, 
porque me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, 
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, 
a pregonar libertad a los cautivos 
y vista a los ciegos, 
a poner en libertad a los oprimidos 
y a predicar el año agradable del Señor.” 
Jesús corta ahí su lectura, de repente, y deja afuera algo que el profeta Isaías agregaba: 
Y el día de la venganza del Dios nuestro. 
Con lo cual se muestra muy libre en espíritu para citar esa escritura antigua, no se siente preso por el texto. No quiere hablar de venganza, quiere hablar, usando estas palabras de Isaías para decir su propuesta para todo el pueblo. Qué lindo anuncio de buenas noticias para los pobres, de salud para los quebrantados de corazón, de libertad a los cautivos o prisioneros, dar vista a los ciegos, poner en libertad a los oprimidos… 
Y después de eso Jesús agrega: 
“Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes”, 
porque él está dispuesto a vivir ese mensaje, porque se va a entregar enteramente a los más pobres y a los más rechazados, para levantar la dignidad de todos, él está dispuesto a liberar a los leprosos no sólo de su enfermedad sino de todos los prejuicios que condenaban a los leprosos, está dispuesto a darles vista a los ciegos de los ojos y del corazón, dispuesto a ser quebrantado para curar a los quebrantados de corazón. 
El buen anuncio de Jesús empieza gustándoles a los creyentes de esa sinagoga. No era para menos, quién puede decir que tiene buenas noticias para los más pobres, quién dice que viene a sanar a los quebrantados de corazón, quién dice que puede dejar libres a todos los prisioneros de guerra o por conflictos con el gobierno, quién puede oponerse a que se les abran los ojos a los ciegos o que puedan respirar libremente todos los que se sienten oprimidos por muchos problemas en su vida… 
Todos están encantados con las palabras de gracia, amorosas y buenas que salen de los labios de Jesús. Pero enseguida empiezan los que se oponen, primero preguntando con ironía: “Y éste quién se cree que es, si lo conocemos, si es el hijo de José el carpintero”… 
Y entonces Jesús mismo pone en palabras lo que ellos ya están pensando: 
“Ustedes me están aplicando el refrán popular: ‘Médico, curate más bien a vos mismo’. Si vos sos un pobre diablo, si vos tenés más problemas que cualquiera… Andá y hacé las cosas maravillosas que dicen que hiciste en Capernaúm, vení y hacete un par de milagritos por acá…” 
Por eso les digo que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra… 
Y Jesús puede haber quedado pensando en tantos jóvenes con buenas intenciones de trabajar y servirnos a todos pero que están sin trabajo, en tantos médicos buenos y serviciales que son maltratados en las obras sociales y en los hospitales públicos, en tantos buenos maestros y maestras que no llegan a poder vivir de su buen trabajo, en tanto campesino que ya no puede trabajar en su propia tierra, en tantos militantes sociales que aportan su tiempo y sus dones creativamente en ONGs, en organizaciones políticas y sociales, en comedores o en roperos populares, en servicios de apoyo escolar a niños con deficiente escolaridad... Ningún profeta es bien recibido en su propia tierra, también entre nosotros… 
Nosotros los de la fe evangélica o protestante estamos celebrando este 2016 los 500 años de la Reforma Protestante del siglo 16, un movimiento de verdadera protesta profética de defensa del evangelio liberador de Jesús que había sido encerrado por los dirigentes eclesiásticos. El pueblo pobre y sencillo se había quedado sin pastores, sin Biblia, verdaderamente ciego y prisionero de un montón de dogmas y de un montón de supersticiones, todo en nombre de un dios también preso en el vaticano. 
Nosotros damos gracias a Dios por ese servicio liberador de Martín Lutero y muchos otros hombres y mujeres, un servicio para todos los cristianos, como hoy se reconoce en todas las iglesias. Y es importante que sigamos siendo cristianos reformados y de la reforma permanente de las iglesias, para que nunca más vuelvan a ser perseguidos los profetas y el evangelio siga siendo buena noticia para pobres y quebrantados de corazón. 
¿Qué es lo que hace enojarse tanto a estos tranquilos habitantes de Nazaret, qué los lleva a querer matar a Jesús tirándolo desde lo alto de su ciudad, qué es lo que va a llevar a los habitantes de Jerusalén tres años después a gritar que lo crucifiquen, que lo crucifiquen? 
Seguramente que su mala conciencia, o seguramente su conciencia demasiado cómoda que no los deja reconocer su necesidad de verdadero cambio, de verdadero arrepentimiento, de verdadera verdad delante de Dios y delante de ellos mismos. 
El amor de Dios nunca se puede comprar. Pero el amor de Dios tiene un alto precio, porque le costó a Dios mismo la entrega de su propio hijo para traernos esa verdad de su amor. Así como el amor de una novia no se puede comprar, pero ese amor exige una vida entera correspondiendo a ese amor. Por eso decimos con palabras del “himno del amor” en la primera carta a los cristianos de Corinto: 
El amor no tiene envidia; 
no se irrita, no guarda rencor; 
no se goza de la injusticia, 
sino que se goza de la verdad. 
Todo lo sufre, todo lo cree, 
todo lo espera, todo lo soporta. 
El amor nunca deja de ser… 
Ahora conozco en parte, 
pero entonces conoceré como fui conocido. 
Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, 
pero el mayor de ellos es el amor.

Evangelio de Lucas 4.21-30: Primero todos hablan bien de Jesús, pero ante la afirmación de Jesús de que todo se cumple en él, cambian los pareceres. Luego Jesús debe confirmar que ningún profeta es recibido en su propia tierra. Y finalmente lo expulsan del pueblo y quieren matarlo. 

Profeta Jeremías 1.4-10: Antes de darte la vida yo te había apartado para ser profeta ante todo el mundo. No digas que eres muy joven, tú irás a donde te mande, y yo estaré contigo para protegerte. Pongo mis palabras en tus labios y te doy autoridad para arrancar y derribar, para construir y plantar. 

1a Carta a los Corintios 12.31–13.13: Ambicionen los mejores dones, pero les muestro un camino mejor: si no tengo amor de nada me sirven todos los dones. El amor es sufrir, esperar y soportar todo. 

Salmo 71.1-9,17: Señor, en ti busco protección. Desde mi juventud eres mi esperanza y mi seguridad. No me abandones cuando ya no tenga fuerzas, y seguiré anunciando tus obras desde mi juventud.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS

Tel (11) 15 5473 6149

Enero 24, 2016 – 3º domingo después de Epifanía 

En la sencilla liturgia de la sinagoga de Nazaret le proponen a Jesús leer algo del profeta Isaías. Es un miembro de esa comunidad creyente donde no hay sacerdotes y basta alguien que sepa leer, y ojalá que lea bien, es invitado con frecuencia a leer. Como cualquiera de ustedes que es invitado a leer la Biblia en nuestro culto, aunque para el culto le decimos dónde tiene que leer. En este caso Jesús puede elegir dónde leer.

A ver si a alguno de nosotros nos proponen leer algo del profeta Jeremías, ahí donde elijamos leer nosotros mismos. ¿Qué texto elegiríamos? O si podemos elegir algún texto de los salmos… ¿Qué salmo elegiríamos?

Bien, bueno… Yo me temo sin embargo que nos estamos transformando en una generación de cristianos analfabetos. Sí, sabemos leer, pero no leemos, en este tiempo de los videos y de los celulares. No leemos la Biblia, ni nada, o muy poco. Y más encima leemos mal, sin comprender. En un mensaje reciente, un profesor universitario se quejaba de que la mayoría de sus alumnos no podían leer correctamente.

Y esto tiene dos consecuencias: La primera es que nos cuenten cualquier cuento del tío, por no estar informados, mal informados. En este tiempo de tantos mensajes mal leídos, mal digeridos, nos venden espejitos de colores y casi siempre los compramos. 
Me llamó la atención darme cuenta cómo están diseñados los diarios, al menos en la versión digital, en cuatro diarios que reviso rápidamente todos los días. Todo viene mezclado como en el tango “Cambalache”, como en una tienda de objetos antiguos, la Biblia junto con un calefón, una noticia política y social importante, por ejemplo, una pelea de dos actrices por algún chimento de la TV, junto con el Presidente Macri en la cumbre económica de Davos, una nota por el alza del costo de la vida junto con recomendaciones para adelgazar. Y justamente por esa mezcla nos hacen dispersar la atención de lo más importante…
Segunda consecuencia: que además de perder la conciencia de la realidad, perdamos la conciencia de nuestra fe. Y que podamos cantar alabanzas a cualquier dios, menos al Dios de la Biblia y de Jesucristo, menos a la conciencia del Dios que vino a hacerse presente en Jesús de Nazaret.
Jesús toma el rollo de cuero del libro de Isaías, miren que era un rollo pesado, pero llega rápidamente al capítulo 61, que todavía no estaba marcado por capítulos, llega a este texto que para nosotros está muy bien señalado en capítulos y versículos, 61.1-2. 
Jesús elige un pedazo, como siempre elegimos nosotros algún breve pasaje, porque no podemos leer toda la Biblia, ni todo un libro de la Biblia ni siquiera un capítulo entero. Hacemos lo de siempre, pero ojo porque estamos haciendo un recorte, destacando un pasaje y descartando muchos otros. No tenemos otra posibilidad, tenemos que elegir.
Justamente Jesús elige este texto. Leemos:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, 
porque me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, 
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar libertada los cautivos 
y vista a los ciegos, 
a poner en libertad a los oprimidos
y a predicar el año agradable del Señor.”
Y Jesús para ahí, pero el texto sigue y sin embargo Jesús para ahí, de repente, donde no había ningún punto ni una coma. Jesús saca de su lectura el tema de la venganza frente a los enemigos. El texto seguía diciendo:
Y el día de la venganza del Dios nuestro. 
Justamente porque se trata de “evangelio”, y no de venganza; se trata de buena noticia para todos los que están necesitando el amor, el consuelo, la bendición de Dios. Jesús ha dicho entonces con palabras del profeta Isaías su propuesta, su mensaje, su programa del Reino de Dios que está asomando, que está amaneciendo:
… Dios me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres, 
buenas noticias para los quebrantados de corazón,
buenas noticias para los presos y para los ciegos, 
Dios me ha enviado a poner en libertad a los oprimidos
y a predicar el año agradable del Señor.”
Hay que empezar por los que están más necesitados del amor y la bendición de Dios, para llegar a todos. Hay que empezar por los pobres, por los quebrantados de corazón, hay que darle alegría a los que están presos en la oscuridad de su conciencia, hay que empezar por los que se sienten oprimidos por circunstancias sociales o familiares, por prejuicios sexuales o por odios raciales; en fin se trata de predicar, de hacer posible el tiempo agradable del Señor, el tiempo de la gracia de Dios.
Y ahí ha cerrado Jesús su lectura, sacando el anuncio de la venganza de Dios. No quería hablar de venganza. En el tiempo nuevo del Evangelio, no hay pueblos enemigos de Dios, en realidad nunca hubo venganzas de Dios. Apareció en algún texto esa idea, pero no corresponde al desarrollo de la revelación de Dios, así como el pueblo cristiano tuvo que aprender que tampoco hay impurezas raciales para Dios, como en algún tiempo los había parecido a los israelitas.
Por eso nosotros leemos los textos de la Escritura en la libertad del Espíritu de Dios, como lo hizo Jesús con el texto de Isaías; discerniendo, distinguiendo los énfasis nuevos, haciendo nuevas preguntas a los viejos textos, subrayando algunos textos y dejando de la lado algunos otros.
Pero esto no es caprichoso, sino siempre atentos al Espíritu de Dios, el guía nuevo de Dios en este tiempo nuevo del Evangelio y en este tiempo nuevo del siglo 21, siempre atentos a las grandes direcciones, a las grandes avenidas del mensaje de Dios.
Y hay que saber lo que dicen los textos, hay que repasarlos de nuevo, meditarlos una y otra vez para poder recibir en la comunidad creyente las orientaciones del espíritu de Dios, para poder leer “el evangelio junto con el diario”, como decía el obispo mártir don Enrique Angelelli, o para estar atentos a las señales de los tiempos, como decía Jesús.
Por eso esta mañana empezamos con estas grandes líneas del programa de Jesús: la preferencia por los más pobres, para estar abiertos después a todos los seres humanos, preferencia por los oprimidos, por los que están presos. De acuerdo a la justicia humana no podemos liberar a todos los homicidas, a todos los corruptos. El pecado humano los encierra todavía en sus malas actitudes y no podemos salir a liberar a todos los presos, pero soñamos con el tiempo nuevo del reino de Dios cuando no haya necesidad de más cárceles, ni más necesidad de hospitales, ni de ejércitos ni de armas…
Ese es nuestro sueño, un mundo sin pobres, sin presos, sin enfermos, sin criminales, sin secuestradores de niños ni golpeadores de mujeres. Y recordemos por último que Jesús dijo esa mañana en la sinagoga de Nazaret: 
“Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oir”.
¿En qué sentido se ha cumplido todo eso?, le preguntamos a Jesús. Y Jesús nos responde que eso se empieza a cumplir cada día en su propia vida, en su entrega cotidiana, en su cumplimiento de la voluntad de Dios. Así empezó a cumplirse ese propósito de Dios,
Acercándose a los más pobres, a los más rechazados, 
a paralíticos y leprosos, 
a corruptos cobradores de impuestos del imperio romano, 
a samaritanos y a mujeres, a romanos impuros según la ley judía.
¿Cuándo se va a cumplir esto, Jesús? Y tengo que contestar que hoy, en mi propia vida y en tu vida, hermano, hermana se cumple este propósito de Dios…
Yo, en verdad soy un pobre, tan necesitado del amor de Dios y de la bendición de Dios en mi vida, en mi familia, en mi comunidad de fe; y todavía soy un ciego para poder ver la gracia de Dios, la verdad de Dios y el poder de Dios que puede actuar en mi vida. Yo de verdad soy un preso, preso en mis problemas, preso en mis prejuicios, preso en mis broncas…Y el espíritu de Jesús quiere que se cumpla esta escritura en mi vida y en tu propia vida. 
¿Cuándo se cumple este sueño tuyo, Jesús? Y Jesús nos responde: En la entrega de tu vida todos los días, en tu palabra liberadora de todos los días, cuando liberes a tu hermano de tus propios prejuicios, cuando compartas la visión de tu mensaje de amor para todos los que todavía están ciegos, o paralíticos o sordos, todavía incapaces de ver, de caminar o de escucharte, Jesús…
Ese día, cuando abras la Escritura, cuando vuelvas a leerla, con espíritu atento, con espíritu de oración, cuando leas el Evangelio con la luz del Espíritu de Jesús, cuando pongas tu vida de hoy a la luz de esa palabra antigua, habrás hecho la mejor traducción de la Biblia, y estarás dando, entero y puro, el verdadero mensaje de Jesús. Amén, que así sea.

Evangelio de Lucas 4.14-21: Jesús vuelve a Galilea y va a Nazaret, donde se había criado. Le dan a leer el texto de Isaías: El Espíritu del Señor me ha consagrado para dar buenas noticias a los pobres y anunciar libertad a los oprimidos. Y agrega: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes.

Libro de Nehemías 8.1-3, 5-6, 8-10: El sacerdote Esdras trae el libro de la ley ante todo el pueblo, que escucha atentamente. Y todo el pueblo respondió ante el Señor “Amén, amén”. La ley es traducida y explicada, y Esdras invita a todos a festejar, “porque la alegría del Señor es nuestro refugio”.

1a Carta a los Corintios 12.12-21, 26-27: El cuerpo humano, formado por muchos miembros, es un solo cuerpo. Y ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro con su función especial.

Salmo 19. 7-9, 14: La enseñanza del Señor es perfecta, fiel y justa, limpia y verdadera: da nueva vida y alegra al corazón. Que mis palabras sean aceptables a tus ojos, Señor, nuestro refugio y libertador.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149
                                                                                                   Mensaje del 10 de Enero 2016

Todos sabemos que hay más de una manera para comunicarnos con los demás. Podemos hablar verbalmente, tenemos gestos, tenemos tonos distintos para hablar, además de que en este tiempo podemos hacer todo esto de manera más o menos parecida por chat, por mensajes de texto, y también tenemos teléfono. Hoy tenemos muchísimas maneras para comunicarnos y comunicar a los otros. Tenemos maneras directas e indirectas para hablar. Uno puede entender que por una remera que alguien lleva puede entenderse un mensaje, que puede mostrar la identidad del que la lleva. 
Sabemos que en este lugar, hoy, nos reunimos para interpretar la Palabra, sobre todo. Es esto lo que le da el significado a esta reunión. La palabra, especialmente la que uno recibe al leer el Evangelio, nos interpela mediante símbolos que cada uno identifica con su vida, y es así que a través de estos símbolos escritos en la Biblia el Señor apunta a transformarnos, a santificarnos, y a darnos una vida nueva. El hecho de que estemos reunidos acá no apunta directamente a que formemos una comunidad, sino que nos reunimos especialmente para que esta Palabra me hable a mí, les hable a ustedes de manera en que cada uno de nosotros entienda honestamente en qué camino estamos parados, hacia dónde estamos yendo y en qué nos estamos convirtiendo como comunidad. Que seamos comunidad es un resultado de esto.
No estoy en este lugar para reprochar. Simplemente quisiera poner en claro mi creencia firme en que, por lo menos en su sentido original, el culto de los domingos está hecho para la reunión en torno a la Palabra y la unión común en el cuerpo místico de Jesús.
El texto de hoy nos hablaba de la gente que pensaba que Juan el Bautista podría ser quizá el Mesías, un “ungido” capaz de gobernar, porque tenía en claro qué había que hacer para salvarse de una ira inminente de Dios. Mateo lo identificó con “una voz que viene del desierto”, recordando a Isaías 40. Una voz marginal, que no se identificaba con la cultura social de su tiempo. Si leemos el v. 18 que no estuvo en el leccionario de hoy, nos dice que Juan “llevaba la buena noticia”, hablando de uno que era mayor que él. Pero fíjense cómo comenzaba unos versículos antes esta predicación: les decía a quienes lo escuchaban “raza de víboras, ¿quiénes les enseñó a huir de la ira venidera?”; y luego hacía un compendio de demostraciones de cómo justificar ante Dios el arrepentimiento verdadero.
¿Cómo puede alguien comenzar una “buena noticia”, un evangelion, empezando a llamar a quienes le oyen “raza de víboras”? No es el sentido que, creo, muchos de nosotros podemos darle. Acordémonos de cuando Jesús dijo “sed astutos como serpientes” (Mt. 10:16). Juan estaba hablando en ese momento de la aparente o inútil astucia que tenía la gente, pensando en que cada cual podría justificarse ante Dios por ser descendientes de Abraham; pensando en que cada uno, por ser judío, estaba ya justificado y que no había necesidad entonces de acordarse del pobre, o de los olvidados, que en ese contexto era el verdadero signo de arrepentimiento, del regreso a Dios.
Capítulos más adelante, después que el autor nos relata muchos milagros en el ministerio, Jesús dice que Juan era aquél que había venido a preparar el camino, un mensajero que habría de decir en dónde estaba el camino que había que caminarse. No era Juan el Mesías, como podía pensar la gente, pero sí era aquél que señalaba al arrepentimiento como una acción necesaria para que el Hijo del Hombre se hiciera presente como el Mesías. Y no podía Juan transformar a la gente, ni hacer por sí mismo que los otros creyeran en Dios siquiera. Él mismo decía que no era digno de atar las sandalias de aquél que vendría. Sin embargo, sí podía señalar al “cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Había comenzado a decir que tenemos distintas maneras y modos de transmitir la palabra hoy en día. Y así como maneras y modos hay, a veces es difícil interpretarlas, como si los códigos se fueran haciendo cada vez más relativos a cada persona. El significado mismo de las cosas parece distanciarse del significante; la misma fe pareciera cada vez más relativa a cada persona, como si no compartiéramos una misma fe, y en ese caso, no entiendo por qué comulgamos casi todos los domingos. En el otro extremo pareciera que algunas tendencias son las de totalizar el mensaje. Todavía hoy se acusan desde bandos políticos opuestos, que la Ley de Medios es una herramienta para totalizar un mensaje y una ideología. Por eso tampoco quiero hablar de “totalizar la fe” a modo de las sectas, o a modo de religión fundamentalista como las que hay sobre todo hoy. Lo que sí entiendo, y es con lo que quería cerrar hoy, es con que esta Palabra en torno a la que nos reunimos hoy es, sobre todo, compartida. Esta Palabra que nos habla a cada uno de nosotros, nos hace reflexionar sobre la vida propia y la comunitaria, o la de nuestras familias, no tiene que ser guardada para cada uno. Más allá de las expresiones de fe que puede haber en los agradecimientos o en los pedidos, o en el momento en que cerramos los ojos en actitud de perdón, sería bueno que compartamos –como hacemos con el pan y el vino- los frutos de lo que nos dice la Palabra. Porque para que viniera el Espíritu del Señor sobre Jesús fue primero necesario que Juan preparase el camino. ¿Cómo lo hizo? Interpelando al pueblo. Llamando al arrepentimiento; a volverse a Dios en todos los lenguajes, sea el de las palabras como el de las acciones.


Lecturas:
Salmo 29; Isaías 43:1-7; Hechos de los Apóstoles 8:14-17; Lucas 3:15-16, 21-22.
Pablo Fernandez
Hermano de  Iglesia Metodista TEMPERLEY


Mensaje del 3 de Enero 2016 –
 2º Dgo. después de Navidad – Temperley


LA ALONDRA Y LAS RANAS 

Había una vez un pueblo de ranas que vivía en el fondo de un pozo oscuro, desde el cual no se podía ver nada del mundo de afuera. Estaban gobernadas por una Grande Rana jefe que vivía del trabajo de las numerosas ranas esclavas con las cuales compartía el pozo. Estas ranas esclavas pasaban todas las horas de sus oscuros días y casi todas las horas de sus oscuras noches, trabajando continuamente para engordar a la Rana Jefe. 

Sucedió que una alondra excéntrica bajó volando al pozo y les contó a las ranas todas las cosas maravillosas que había visto viajando por el gran mundo de afuera: el sol, la luna, las estrellas, los montes, y lo lindo que era mirar el cielo infinito. 

Las ranas del pozo oscuro quedaron maravilladas por esos relatos tan lindos, pero después empezaron a pensar que esta alondra estaba rematadamente loca. 

Y finalmente las ranas esclavas fueron convencidas, por ciertas ranas pensadoras, que aquel pájaro había sido usado por la Rana Jefe para tenerlas dominadas con la esperanza del futuro. 
Pero entre ellas había una rana filósofa, que, después de mucho pensar, sugirió: “Aquello que dice la alondra es qué hermoso lugar podemos hacer de este infeliz pozo si usamos nuestras mentes. Por ejemplo, cuando canta al sol y a la luna, la alondra se refiere a una mejor iluminación que podemos inventar para mejorar estas tinieblas donde vivimos. Y cuando dice que hay que levantar un vuelo sin frenos hasta las estrellas, debe pensar en cuando nos saquemos de las espaldas el peso de la Rana Jefe. Así que no despreciemos a este pájaro, sino al contrario apreciemos la inspiración que nos ha dado”. 
Y finalmente, murió la Rana Jefe, un poco disgustada con estas ranas esclavas tan ingratas y otro poco se murió atragantada de tanto comer. Y poco después las ranas lograron abrir un poco el pozo y entró un poco de luz, y el lugar quedó mucho más confortable para vivir.
Pero la excéntrica alondra iba todavía de visita al pozo, y volvía a cantar sus maravillas. 
“Quizás –dijo la Rana filósofa- este pájaro está verdaderamente loco. No tenemos necesidad de estos cantos misteriosos, y es fastidioso escuchar sus fantasías, ahora que han perdido su importancia social.” 
Así, un día las ranas atraparon a la alondra, y, después de haberla matado, la cubrieron de paja y la pusieron en su museo. 
Pero una de las ranas quedó con la duda de que aquel mundo maravilloso del que había hablado la alondra, existiera de verdad, y que fuese más bien la verdadera realidad. 
Y tanto se persuadió, que tomó por fin la decisión de saltar hacia afuera del pozo, y descubrió otro mundo, mucho más iluminado, mucho más hermoso, con lindos paisajes, con colores y melodías muy armoniosas. 
****

En el principio existía la Palabra, y la vida era la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad. Esta Palabra, esta luz, se hizo hombre, vivió entre nosotros y todos nosotros hemos recibido destellos de su gloria. Esta palabra viva llamada Jesús vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron… 

Bueno, algunos de nosotros sí la recibimos, y la hemos usado para mejorar parcialmente nuestras vidas. Hemos puesto un poco más de luz en nuestro pozo de ranas oscurecidas. Y así, tenemos una cultura llamada cristiana, donde siguen habiendo Ranas Jefes que oprimen nuestras vidas, y ranas filósofas que discuten sobre cómo va mejorando nuestro mundo de oscuridades a medias. 

Y por cierto, en nuestra cultura cristiana tenemos muchos museos de la memoria, y así honramos a las alondras proféticas que nos han venido a visitar. Y hemos matado a Martin Luther King y al Mahatma Gandhi, y a muchos luchadores por la paz y la justicia. Y por cierto honramos la cruz donde hace dos mil años matamos a Jesús. 

Esta puede ser la parábola de nuestras vidas. 
Pero también podemos contarla o vivirla de otra manera. Podemos contar la historia de cientos, de miles y de millones de cristianos y cristianas que viven una vida sencilla pero eficaz de alondras soñadoras que en nuestros barrios y fábricas, en escuelas y talleres nos cantan y nos cuentan de una existencia superior, con la luz de Jesús en nuestras vidas. 
Podemos vivir y contar la parábola de hombres y mujeres que no se resignan a las corrupciones de peces gordos ni de peces medianos, que no se resignan a las mentiras de los grandes diarios ni de los grandes canales de televisión, ni tampoco al chisme que destruye a la vecina de nuestro barrio, que no se resignan ante los atropellos de las Ranas Jefes ni tampoco a la prepotencia del renacuajo que golpea a su mujer y a sus hijos. 
Podemos vivir y contar la parábola de cristianos y cristianas que en vez de dedicarse a maldecir la oscuridad que los rodea, se dedican a ser pequeñas luces, pequeños testimonios de amor sencillo pero verdadero, pequeños testimonios de verdad en medio de las mentiras, pequeñas palabras de consuelo en vez de tantas broncas e impaciencias, pequeñas acciones de servicio al necesitado en vez de discursos de propaganda. 
Esta es la sabiduría que viene de Dios, la palabra del Dios hecho carne, hecho uno de nosotros, es la parábola del Dios que no se disfrazó de ser humano sino que se hizo ser humano de verdad, desde el vientre de una mujer. 
Es la parábola del Dios que se hizo esclavo para darnos libertad; el que se hizo ciego para darnos la vista, el que, como cantamos en Navidad, 
Tiene hambre y es el pan, 
Tiene frío y es el sol.[i]
Damos gracias a este Jesús que transforma nuestra oscuridad en luz, en testimonio de fe, de amor y de esperanza, para nuestras propias vidas pero también para quienes nos rodean. 
Amén.

GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149

Textos del Leccionario Ecuménico Revisado: 



Evangelio de Juan 1.1, 10-18: En el principio existía la Palabra, y la vida era la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad. Esta Palabra, esta luz, se hizo hombre, vivió entre nosotros y vimos su gloria, llena de amor y verdad. Nadie ha visto a Dios, pero el Hijo único nos lo ha dado a conocer. 

Libro de Job 28.12-13, 23-28: ¿De dónde viene la sabiduría? El hombre no la encuentra en este mundo, pero Dios conoce el camino de la sabiduría: servir fielmente al Señor, eso es la sabiduría; apartarse de mal, eso es inteligencia. 
Carta a los Efesios 1.3-5, 15-18: Dios nos bendijo, nos escogió nos destinó a ser sus hijos en Cristo. Y como ustedes tienen fe en Jesús y amor por su pueblo, Dios que los va a llenar de toda sabiduría. 
Salmo 147.12-15, 19-20: Jerusalén, alaba al Señor, pues él bendijo a tus hijos y trae paz a tu territorio. Dios envía su palabra a la tierra, Él dio a conocer a este pueblo su palabra. ¡Aleluya! 



[i] “La noche de los pobres”, Letra y música de José María Santini, Uruguay. Cancionero CANTO Y FE DE AMÉRICA LATINA, Igl. Evangélica del Río de la Plata, Buenos Aires, 2005.


Noviembre 22, 2015 – Domingo de Jesucristo, Rey del universo 

La dignidad del Rey Jesús



Jesucristo, rey del universo, es el título de esta celebración cerrando el año litúrgico. Pero, ¿qué significa que Jesucristo sea el rey del universo? 

Sin duda que no lo es en el sentido de los reyes humanos, desprestigiados como el ex rey de España o como la familia real de Inglaterra con todos sus escándalos y escandaletes… Ni tampoco en el sentido de los últimos dictadores que tuvimos en nuestra América Latina…

Ni siquiera Jesús es gobernante en el sentido de nuestra débil democracia, que tanto le cuesta encontrar caminos de consensos grandes y estables, convocantes y entusiasmadores, aunque estamos agradecidos por tener democracia y que nos permita decidir entre las opciones que tenemos por delante.

Yo les propongo, después de haber leído ese texto del evangelio de Juan, que pensemos en la dignidad de este rey Jesús, a pesar de que lo tratan indignamente, por la soberbia del gobernador Pilato, y ante los atropellos indignos de los que llevan a Jesús a su muerte en la cruz.
Jesús aparece como un preso del imperio romano, abandonado por los líderes de su pueblo, traicionado por casi todos sus seguidores, ridiculizado por los poderosos de la política, de la religión, del dinero y de las armas. Sin embargo, es la única persona que se mantiene con dignidad y entereza frente a todos.
Es notable que el título que más usa Jesús para hablar de sí mismo es una vieja expresión judía de unos siglos antes que él, ben adam, hijo de hombre, que en principio significaba simplemente la pequeñez humana frente a Dios.
Pero de pronto en la literatura apocalíptica del antiguo pacto, especialmente en el libro de Daniel que recién leímos, adquirió otro significado. En una visión con muchas imágenes y símbolos, se habla de la caída de los grandes imperios para dar lugar al reino de Dios.

Los imperios aparecen como bestias que surgen del mar, y son despojadas de su poder cuando comparecen ante el tribunal de Dios, que se presenta como un respetable anciano. Y entonces, en esa visión, llega “uno como hijo de hombre”, algo así como un representante del pueblo llamado por Dios, y este “hijo de hombre” recibe de Dios todo el poder, la realeza universal. 
Desde entonces el judaísmo mesiánico, el pueblo pobre y creyente que esperaba la liberación de Israel, tomó esa figura del “hijo del hombre” para referirse a la espera y esperanza de un juez universal, salvador y vengador de los justos.
De todas maneras este título de “hijo del hombres” sigue siendo confuso. Por un lado podía hablar de un ser especial, un redentor, pero también podía significar “simplemente un hombre, nada más que un ser humano”. Y también nada menos que un ser humano, nada menos que un hombre o una mujer.
Entonces Jesús juega con esa expresión, ben adam en hebreo, bar-‘enas en arameo. A Jesús, no se olviden, le gustaba jugar con las palabras, le gustaba dejar zumbando una idea en los oídos y en los corazones de la gente, le gustaba hacer pensar. Y entonces, cuando usa estas palabras, hijo de hombre, está diciendo “miren, yo soy entre ustedes simplemente un hombre, pero ojo, tal vez resulto ser un hombre muy especial. A ver si descubren qué más hay en este hombre”.
Y podemos decir que Jesús, con este juego de palabras, con esa ambigüedad, también les está diciendo a sus oyentes: “ustedes deben recordar que son simples seres humanos, pero cuidado, que están llamados a ser mucho más”…
Por un lado les dice: “yo tengo una dignidad que no se juega en las apariencias, a ver si entienden, el que tenga oídos para oír, que oiga! 
Por otro lado les dice: “ustedes tienen que cambiar de actitud, recuerden que son hombres y mujeres débiles, y tienen que creer, confiar en las buenas noticias que les traigo, y vean, van a llegar a una nueva dignidad que nunca habían imaginado”…
Y finalmente Jesús les dice y nos dice delante del pequeño gobernador Pilato: “Sí, mi reino no es de este mundo. Pero tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan”. ¿Cuántos de ustedes me quieren escuchar de verdad?
Por eso podemos hablar de la dignidad de Jesucristo como rey, a quien reconocemos como Señor, como poder liberador, porque vino a mostrarnos el amor de Dios y la verdad de su fuerza que no claudica frente a los poderes humanos. Por eso vivimos en esta fe que vence al mundo, contra todas las apariencias.
Por eso anunciamos el mensaje del evangelio y servimos en nombre de Jesús, con profundo respeto por la persona humana, por todo lo que constituye su dignidad, más allá del pecado que muchas veces lo arrastra. Este mensaje de Jesús nos recuerda lo que somos, pero también lo que podemos llegar a ser.
Y confiamos en este Jesús nuestro Rey, que está más allá de los riesgos y peligros que se juegan en estas elecciones de hoy, porque su realeza se juega en la fe, en la esperanza y en el amor. Y por eso oramos para que en todos los casos se respete la dignidad de las vidas de nuestro pueblo, porque por ellas vino a dar Jesús su vida.
Y termino con el fragmento de un poema del pastor Dietrich Bonhoeffer, ejecutado por los nazis después de un largo período en la cárcel:
¿Quién soy? Me dicen a menudo
que salgo de mi celda 
sereno, risueño y firme, 
como un noble de su palacio.
¿Quién soy? Me dicen a menudo 
que hablo con los carceleros 
libre, amistosa y francamente, 
como si mandase yo.
¿Soy realmente lo que otros dicen de mí? 
¿O bien sólo soy lo que yo mismo sé de mí? 
Intranquilo, ansioso, enfermo, cual pajarillo enjaulado, hambriento de colores, de flores, de cantos de aves, 
sediento de buenas palabras y proximidad humana…
¿Quién soy? Las preguntas solitarias se burlan de mí. 
Sea quien sea, tú me conoces, tuyo soy, ¡oh Dios! 
Dietrich Bonhoeffer, en Resistencia y sumisión, Cartas y apuntes desde el cautiverio, poema ¿Quién soy? Carta del 9 de julio de 1943. Ediciones Sígueme, Salamanca, 1983,


Las lecturas bíblicas de este domingo son:

Evangelio de Juan 18.33-37: Pilato le pregunta a Jesús: ¿Eres tú el Rey de los judíos? ¿Lo preguntas por tu cuenta o te mandan a preguntarme? Tú eres judío, no te hagas el inocente, insiste Pilato. Sí, es cierto, dice Jesús. Mi reino no es de este mundo, pero soy rey, y vine al mundo para decir lo q es la verdad.

Profeta Daniel 7.13-14: Vi que venía entre las nubes alguien parecido a un hijo de hombre, que fue a donde estaba el Anciano: y le fue dado el poder, la gloria y el reino, y gente de todas las naciones le rinde homenaje. Y su reino jamás será destruido. 

Apocalipsis 1.4b-8: Reciban gracia y paz del que es, era y ha de venir, de Jesucristo, testigo fiel y el primero en resucitar. Él nos ama y nos libra de nuestros pecados. Es el alfa y la omega, principio y fin.

Salmo 93: ¡El Señor es Rey! Él afirmó el mundo para que no se mueva. Tu trono está firme, Señor, como es firme tu santidad, tu poder y tus enseñanzas.







15 de Noviembre 2015

DEL VIEJO TEMPLO AL NUEVO. 
JESÚS RESUCITADO MORADA PERMANENTE DE LA REALIDAD DIVINA

Textos bíblicos: Evangelio de Marcos 13:1-10,33 ; Daniel 12:1-3; Hebreos 9:24-28;Salmo 146:6-10; Texto agregado: Evangelio de Juan 1:14

Desde la antigüedad mas remota el hombre ha construido lugares sagrados,templos o santuarios donde encontrarse con Dios o los dioses para implorar su favor y apaciguar su ira mediante sacrificios,promesas y ofrendas. El hombre antiguo vive,salvo algunas pocas excepciones,en un temor constante de los dioses con sus intrigas,caprichos y odios,ya que éstos no se diferencian mucho de los humanos.
También Israel en su peregrinar por el desierto conoció el Tabernáculo o antigua Tienda del encuentro,morada de Dios entre los israelitas durante su peregrinación por el desierto,la primera época de Israel,y reemplazada mas tarde por el santuario de Jerusalén ( 2 Sam. 7:1-13 ;1 Rey. 5,15-19), que fue destruido por los Babilonios . A la vuelta del destierro construyeron un templo de dimensiones mas bien modestas y finalmente remodelado y hermoseado por Herodes el Grande y por los trabajos sucesivos. Este Templo fue destruido el año 70 d.C por las tropas romanas bajo las órdenes de Tito.
Durante siglos,Dios,acomodándose a la capacidad comprensiva del hombre se dejó encontrar en estos lugares provisionales,transitorios,mientras preparaba el ¨lugar¨último y definitivo de su Revelación. Sin embargo,a diferencia de los dioses de las naciones, Israel se encontró con un Dios absolutamente otro, misericordioso,ético y libertador. 
Por eso es que,la inesperada palabra de Jesús sobre la destrucción del Templo los debe haber dejado perplejos y confundidos,ya que para los Judíos este Santuario era la institución fundamental del Judaísmo,signo de la presencia de Dios y centro económico,social y religioso del pueblo.Era como un foco creador que condensaba la unidad de la familia israelita.Para un Judío,la existencia del cosmos se vinculaba a este Santuario que garantizaba con su mismo edificio y liturgia expiatoria el orden de la Tierra.Sin el Templo,el mundo pierde su sentido y los seres humanos quedan abandonados,desvalidos , sin unión con Dios y sin garantías de vida y pervivéncia. Sin embargo,a pesar de este pensamiento general incluso compartido por los discípulos,Jesús se expresa en términos negativos sobre la validez del culto ofrecido en este lugar y no solo en este pasaje sino también en otros lugares del Evangélio de Marcos.Por ejemplo,con motivo de la purificación del templo,relatada en Mc 11:15-19 Jesús expresa la voluntad divina respecto al Templo con las siguientes palabras:"Mi casa sera llamada casa de oración para todas las naciones. Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones" De modo que,en lugar de ser ámbito de encuentro en oración gozosa para todos los humanos, era sede de una Aristocracia sacerdotal que actuaba de espaldas al pueblo y sus necesidades, la habían convertido en una especie de guarida de rapiña,sistemática y sacral donde se esconde lo robado y los que roban(Jeremías 7:11). En Mc 2:25-26 se relata como David y los suyos cuando tuvieron necesidad, el Sumo Sacerdote Abiatar le dió a comer los panes de la proposición que estaban reservados para los Sacerdotes. Así que en la casa de Dios hallan los humanos pan para sus necesidades.
Entonces,lo que viene a decirles Jesús es lo siguiente: Si el Templo no es lugar donde se ofrezca pan al hambriento,si tampoco es un sitio de reunión donde todos los seres humanos se puedan encontrar unidos delante de Dios en oración agradecida,entonces es mejor que se venga abajo para que en su lugar Dios levante algo nuevo y mejor.Dios en realidad había escogido para realizar su morada plena,definitiva y escatológica con los hombres,no una estructura imponente al estilo del Templo de Herodes,esas que con tanta facilidad nos impresionan a nosotros los humanos,sino la humanidad de un hombre muy concreto de nuestra historia:Jesús de Nazaret. En el evangelio de Juan 1:14 se señala que" el Verbo(Jesús)se hizo carne (sarx egeneto)y habitó entre nosotros(y vimos su gloria,gloria como del unigénito del Padre),lleno de GRACIA y de VERDAD"; la palabra "habitó",es la palabra griega eskenosen que significa plantó su tienda,o acampo entre nosotros .Aparece así en esta frase una alusión a la antigua tienda del encuentro,morada de Dios entre los israelitas durante su peregrinación por el desierto.Aquella presencia de Dios queda sustituida por ésta: la tienda de Dios,el lugar donde él habita en medio de los hombres,es un hombre,una "carne".La mención de la nueva tienda anuncia ya la sustitución del Templo.El cuerpo de Jesús,su humanidad,será el nuevo Santuario.
Es esta expresión: GRACIA(charis) Y VERDAD(aletheia) la que nos permite entender mejor la razón del fracaso del Templo y su culto,porque verdad no tiene en Juan un sentido puramente formal referida al conocimiento de los objetos como si aletheia significase la realidad en el puro sentido formal,como puede decirse de cualquier objeto(en contraposición a una presentación equivocada).El conocimiento de la verdad que hace libre es el conocimiento de la realidad de Dios que se regala a los hombres de fe, el cual libera del pecado.Jesús no solamente dice la verdad sino que el mismo ES la verdad (Jn 14:6).Por lo tanto,no es un conjunto de proposiciones o doctrinas lo que el transmite,sino que es la misma realidad de Dios que se ofrece en él a los hombres como don,como regalo ;porque quien le ha visto a él ha visto al Padre;en él se halla y obra el Padre(Jn 14:9-11).
Durante su existencia histórica,el Nazareno irradiaba esta verdad a través de todo lo que hacía y decía,y esta realidad se convertía en vida para los que la recibían.Esta gloria se expandía a partir de él y creaba algo así como una atmósfera envolvente que atrapaba a los que se acercaban,concediéndoles gustar,percibir y palpar a Dios mismo.Era grato estar en su compañía. Tanto hombres como mujeres que eran rechazados y despreciados por la sociedad de entonces,tenidos por impuros y despreciados,se sentían aceptados por él.No es que iban a encontrar en el Nazareno, una palabra manipuladora,una especie de demagogia barata para ganar su aceptación,Ya que Jesús siempre los enfrentaba con la voluntad de Dios,con las exigencias del Reino de Dios.Pero jamás iban a recibir una dura mirada de condenación como la que le hubieran ofrecido los piadosos de su tiempo.
Cuando Pilato le pregunta a Jesús ¿que es la verdad?,esto representa la concepción griega de la verdad,dirigida al conocimiento de objetos. En la confrontación con Jesús, Pilato entiende la verdad como un "que" objetivo,y no cae en la cuenta de que está ante la verdad en persona. De modo que la palabra de verdad,que conduce a la verdad, tanto al anunciar como al obrar y en su entrega a los padecimientos, se presenta como la palabra comprometedora de la verdad. Es esta verdad ofrecida por Jesús la que se manifiesta como luz verdadera para nuestras existencias. En el evangelio de Juan 8:12 Jesús se había identificado a si mismo como la luz del mundo ya que únicamente en la luz es posible un caminar y actuar seguros;en la oscuridad el hombre se encuentra ciego y no encuentra su camino. La luz es la claridad, luminosidad dentro de la cual el hombre puede no solamente orientarse respecto a objetos,sino que es la iluminación de la vida por la cual el hombre puede comprenderse a si mismo como criatura,como ser creado por Dios y ver en Jesús,la palabra hecha carne,esa luz que le abre camino, que dirige toda su actuación y le otorga claridad,seguridad,salvación.
La oscuridad en cambio,significa que el hombre no hace uso de esta posibilidad,que se cierra al Dios que se revela en la creación y en la vida histórica de Jesús de Nazaret, que en lugar de entenderse como criatura,se toma por dueño de si mismo,tomando o queriendo tomar el lugar del Creador y de esta manera al encontrarse en la oscuridad,se encuentra al mismo tiempo en la mentira(pseúdomai),que tampoco tiene en Juan un sentido puramente formal ya que mentira es el intento de construir la propia existencia sobre otro fundamento que no sea Dios mismo. Esto explica lo que aconteció con el Templo de Jerusalén y su culto.No era expresión de la verdad,de la realidad de Dios sino que estaba al servicio de una Aristocracia sacerdotal saducea que al estar de espaldas al pueblo y sus necesidades,incapaz de ofrecer palabra de vida y pan al hambriento,todo su culto se había transformado en mentira; y todo aquello que los hombres levantan y mantienen para su propia conveniencia,tarde o temprano se viene abajo,se desmorona completamente. La alta clase sacerdotal saducea,desaparece totalmente de la historia tras la destrucción de Jerusalén y su Templo por los Romanos en el año 70 DC.
Ahora bien,la ruina del Templo no significó el fin del culto a Dios,debido a que la verdad divina ya presente en Jesucristo durante su vida histórica y disponible para todos,sin limitación alguna de tiempo y espacio,en la humanidad resucitada de Jesús, ha sido donada a la Iglesia para que podamos ofrecer a Dios un culto agradable a El, un culto en "Espíritu y Verdad" ,es decir una adoración animada por el Espíritu de Dios y conforme a la revelación transmitida por Jesús que nos hace capaces de practicar y andar en la verdad(1 Jn 1:6).Este es un proceso que dura toda nuestra vida y donde la verdad divina debe tomar el control de cada aspecto de nuestras existencias. En la entrega desinteresada de nosotros mismos ,podremos llegar a las personas con la palabra comprometedora de la verdad, la cual OFRECEREMOS a las personas del mismo modo que la hemos recibido,es decir,como REGALO. 
La verdad nunca busca imponerse a través de la presión,el miedo o mediante la amenaza de supuestos castigos divinos,sino que busca siempre,en una actitud humilde,la libre respuesta de los hombres.Queremos enfatizar esto,ya que la palabra verdad ha tomado en algunos medios cristianos,una connotación negativa que no corresponde al de aletheía según el NT. Tampoco la actitud de creernos poseedores en exclusiva de la verdad es correcta. Además genera división en la medida que tiende a excluir a otros que no comparten las mismas convicciones. Jesús en persona es LA VERDAD que se ofrece y regala a todo el que cree en él y nadie puede arrogarse el derecho de creerse su dueño o representante exclusivo.
Me gustó algo que leí los otros días sobre el pastor Dietrich Bonhoeffer acerca de transmitir la realidad de Dios,la verdad,en medio de circunstancias muy difíciles.
El fue ejecutado por los Nazis,el 9 de abril de 1945 en el campo de concentración de Flossenburg. El médico de la prisión testifico lo siguiente:" He visto al pastor Bonhoeffer de rodillas delante de su Dios en intensa plegaria.La manera perfectamente sumisa y segura de ser escuchado,con la que este hombre extraordinariamente simpático oraba,me conmovió profundamente.En el lugar de la ejecución todavía oró , luego subió al cadalso. La muerte tuvo lugar en pocos segundos. Durante los cincuenta años que llevo de práctica médica no he visto morir a un ser humano tan totalmente abandonado en las manos de Dios". 
Tal vez nosotros no tengamos que enfrentarnos a la muerte,o quizás si,para manifestar su verdad. Pero siempre habrá una oportunidad para compartirla, ya que contamos con la asistencia permanente del Espíritu de la verdad, que hace posible el culto "en espíritu y verdad" , para saber cuando hablar y cuando callar,cuando actuar sabiendo que las obras son palabras y las palabras son obras, pero siempre y en todas las cosas a través de la entrega por los demás en el ofrecimiento de nuestras vidas. De este modo,la gente podrá recibir pan para sus necesidades, disfrutar de un espacio de encuentro y oración para todos los humanos,sin ningún excluido , esforzándonos por regalar verdad,presencia y realidad de Dios aún en medio de nuestras limitaciones. Dios nos ayude a vivir así. Amén

 Luis Del Negro
Hermano de  Iglesia Metodista TEMPERLEY



Noviembre 8, 2015 

LAS OFRENDAS QUE DIOS NO QUIERE, Y LAS QUE SÍ LE GUSTAN



Este domingo tenemos dos ejemplos de lo que no deben ser las ofrendas. Unos que dan lo que les sobra, otros que dan… ¡todo lo que tenían para vivir! 



En medio de las dificultades económicas que tenemos como iglesia, la conclusión cantada de este mensaje de hoy sería que no demos de lo que nos sobra. Como hacían los fariseos que Jesús denuncia, y que demos como esa mujer pobre que da todo, sin quedarse con nada, qué generosidad ejemplar!

Pero yo quiero predicar en contra de cualquiera de estas ofrendas. No me gustan, y creo que a Dios tampoco, esa manera de dar para exhibirse y para aprovecharse de la fe sencilla. Y tampoco me gusta, y creo que a Dios tampoco, esa religiosidad que imponen el sostenimiento de aparatos religiosos incluso exigiendo dar lo que algunos necesitan para sobrevivir… 

Jesús no quiere ese dar para exhibirse, ni ese dar para aprovecharse de los más débiles, en este caso esta mujer viuda y pobre. Jesús no quiere ese dar para cumplir con religiosos inescrupulosos, que hacen ir a esa mujer pobre y viuda para ofrendar lo que no debe ser ofrendado. Porque Dios no quiere que nadie se quede sin sustento.

Jesús observa en el templo que lo rechaza, ese templo donde un día va a expulsar a los mercaderes que han hecho del templo, que debía haber sido casa de oración, y ahora transformado en cueva de ladrones. Jesús está por decir que no va a quedar de ese templo ni una piedra sobre otra… y que viene otro templo, otra fe, y otra entrega, con otras ofrendas.

Leamos bien el evangelio. Lo que el texto dice es que esa mujer dio más, comparativamente, que esos ricos que daban lo que les estaba sobrando. Sin duda que esta mujer ofrenda con una sinceridad que no tenían los ricachones de esta escena. Y hasta esa mujer puede haber escuchado las palabras de Jesús valorando su pequeña ofrenda que era despreciada por los que habían sacado ostentosamente sus grandes monedas, haciéndolas sonar ruidosamente…

Jesús valora el dar, sin hacer cálculos de conveniencia por lo que ofrendamos. Pero no le está pidiendo a esa pobre viuda que se quede sin sustento. Entre el dar para mostrarse orgullosamente y el dar sin quedarse con nada para vivir, Jesús viene a proponernos otra manera de dar, otra manera de ofrendar…. 

Jesús es el maestro y profeta ambulante que se atreve a desafiar todo el aparato de la institución religiosa judía de esa época, espacio de explotación del sentimiento religioso…

Jesús trae la propuesta de una comunidad de fe donde hay un solo Señor que al mismo tiempo es un servidor, sin templo, sin casta sacerdotal dueña del templo y dueña de la fe, sin una ley mil veces complicada que de nuevo necesita especialistas que se adueñan de la verdad.

En esa nueva fe, en esta nueva comunidad, las ofrendas recuperan su sentido original. Según el Deuteronomio, las viudas pobres no debían dar ofrendas sino recibirlas, lo mismo que otros pobres como los huérfanos, los extranjeros de paso y otros sin propiedades, incluidos los levitas dedicados al culto, en su calidad de no propietarios, o sea de pobres.

En esta nueva fe se va a construir un nuevo templo, el templo vivo de Jesús, donde las piedras vivas que hacen ese templo van a ser todos los seguidores y seguidoras de Jesús. Y allí lo importante va a ser la ofrenda de amor de cada vida, del tiempo y de los dones de todos, al estilo de Jesús, para servir a todos y especialmente a los más pobres y débiles, no para servirse de ellos,

Jesús ha venido a dar su vida por las ovejas, sin reservas. Jesús viene a darse, y nos invita a todos nosotros a dar nuestras vidas por nuestros hermanos,

Por eso nuestras ofrendas son anónimas, incluso usando un sobrecito sin nombre, que el pastor no conoce ni quiere conocer. Son para el sostenimiento de nuestra vida y servicio como iglesia, entre todos y para todos, incluso para servir a quienes necesiten nuestro apoyo y acompañamiento como comunidad de seguidores de Jesús, sin preguntarles sobre su credo o su pertenencia religiosa.

Por eso la historia de Rut nos cuenta la entrega de amor de esa joven y hermosa mujer moabita, una extranjera, no del pueblo creyente de Israel, que llena de amor por Noemí, la que había sido su suegra, y le dice: tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Esa es una ofrenda de amor, generosa, sin cálculos de intereses mezquinos. Es darse, por amor.

La fe de Jesús nos propone dar al revés: que tu mano derecha no sepa lo que da la mano izquierda, para dar a quien no tiene, para los que tienen hambre y sed de justicia… y para darse más que para dar una limosna para tranquilizar conciencias… esta es la ofrenda, el sacrificio vivo que Jesús espera de nosotros, en respuesta a su entrega de amor, para que nosotros vivamos en justicia, alegría y paz.

GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149

Las lecturas bíblicas usadas este domingo han sido las siguientes:
Evangelio de Marcos 12.38-44: Jesús advierte que se cuiden de los escribas o maestros de la ley, que quieren lugares de privilegio y simulan piedad pero son corruptos. Miren a estos ricos que ofrendan ostentosamente mucho dinero, y esta viuda pobre da dos monedas, pero en realidad da todo lo que tiene.
Libro de Rut.1.6-14: Noemí, viuda y desamparada lejos de su tierra, decide regresar a Israel con sus dos nueras, también ellas viudas. Noemí quiere liberar a estas dos  mujeres jóvenes de todo compromiso con ella. Una acepta, pero Rut decide ir con Noemí: tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
Carta a los Hebreos 9.24-28: Cristo no entró en un templo humano sino en el cielo mismo, no para un sacrificio siempre repetido, sino de una vez y para siempre y para quitar el pecado de muchos.

Salmo 146.6-10: El Señor hace justicia a los oprimidos y da de comer a los hambrientos, libera, levanta a los caídos, protege a todos los que pasan situaciones de debilidad y confunde a los malvados.
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                                                                          Octubre 25, 2015 –  domingo de Pentecostés


CIEGOS Y MIGRANTES 



El leccionario nos propone la leer el evangelio de Marcos con un ciego que salta y abandona su capa poniendo su fe en Jesús, que le dice : “por esa fe ha sido salvado”. Y vemos en esa escena una imagen de la vida nueva que ya no mendiga a las orillas de la vida.[i]

Y el texto del pacto antiguo es del profeta Jeremías, que habla de ciegos y rengos y mujeres embarazadas que forman el cortejo triunfal de los que esperan retornar de la cautividad: imagen de los que vuelven a ver la tierra de sus sueños, cumplimiento gozoso de los que recuperan la vista y vuelven a caminar.[ii]

Hay pueblos enteros que perdieron la libertad y fueron expulsados de sus tierras, de sus culturas y de sus lenguas, algunos de ellos confinados en “reducciones” sobre terrenos inservibles, algunos en campamentos de refugiados, muchos de ellos expulsados violentamente de sus fronteras, o reubicados compulsivamente por los vencedores de turno.
En la historia argentina tenemos el éxodo de los Quilmes, pasada la mitad del siglo 17. Habían resistido los asedios españoles durante 130 años en los valles Calchaquíes, Tucumán, y finalmente aniquilados, excepto 4000 de ellos obligados a caminar hasta las orillas del río de la Plata, donde fueron obligados a vivir, más bien a sobrevivir, y negándose todos ellos a tener ninguna descendencia.
En la historia norteamericana ocurrió el éxodo de los esclavos del sur que salieron en marcha hacia una libertad “ya ganada” en la guerra de Secesión, pero “todavía no realizada”, y esperando la llegada de los vencedores de la guerra marcharon cantando salmos con esa fe que les habían predicado los amos del sur y que ellos habían releído correctamente en clave liberadora, éxodos que muchas veces terminaron en masacres… 
Y tenemos la historia del pueblo judío en ese terrible éxodo en los trenes nazis llevándolos a las cámaras de gas en Auschwitz y otros lugares, éxodo muchísimo más asesino que el éxodo bíblico bajo los látigos y los carros del Faraón… 
…Y la historia de los palestinos de hoy expulsados de sus tierras a manos de los israelitas descendientes de las víctimas de ayer, con sus alambradas y con las colonias judías multiplicadas sobre los territorios ocupados.
Ahora, hoy mismo, el drama de los sirios que ya suman once millones escapando de la guerra civil, refugiados en otras zonas del mismo país, o en Turquía, el Líbano, en Jordania y en otros países europeos… Ayer, el genocidio de los armenios... ¡Y tantos otros!
El profeta Jeremías canta, como también otros profetas, la escena soñada y ensoñada del regreso del pueblo de Judá, en verdad una pequeña parte de los exiliados, en el sueño de una marcha jubilosa de retorno a la tierra, pero que no como vencedores, sino como caravana de ciegos y cojos y mujeres embarazadas que resucitan como pueblo en este nuevo éxodo:
Releemos de nuevo este mensaje profético de Jeremías:
El Señor dice:
“Canten de gozo y alegría por el pueblo de Jacob,
hagan oír sus alabanzas y digan:
“El Señor salvó a su pueblo,
lo que quedaba de Israel.”
Voy a hacerlos volver del país del norte,
y a reunirlos del último rincón del mundo.
Con ellos vendrán los ciegos y los cojos,
las mujeres embarazadas y las que ya dieron a luz;
¡volverá una enorme multitud!
Vendrán orando y llorando.
Yo los llevaré a corrientes de agua,
por un camino llano, donde no tropiecen.

Siglos después se retoma la historia de la Biblia, en escenarios nuevos aunque siempre de imperios opresores: los últimos han sido los imperios asirios y babilónicos, persas y medos que rodean las experiencias y los sueños de Jeremías. Y después vendrán los imperios griegos y romanos, y entre todos ellos los pequeños pueblos de Israel y de Judá.
Y ahora nos encontramos con el grito personal y personalísimo de un ciego que retoma el sueño y el ensueño de Jeremías. Aunque, ay, no es un ciego que marcha hacia la libertad, sino un ciego mendigante sentado a la orilla de un camino. Pero de pronto el ciego ha sabido que anda por ahí Jesús de Nazaret, llamado el hijo de David, y pide compasión, pasión compartida, comunión apasionada.
“Muchos lo reprendían para que se callara”, pero el ciego insiste. Y Jesús se detiene, Jesús es el Maestro que escucha antes de hablar. Llaman al ciego, diciéndole: “Animo, levántate, te está llamando”. Y entonces el ciego arroja su capa, y dando un salto se acerca a Jesús. Normalmente los ciegos se mueven lentamente, no dejan por nada sus pequeñas posesiones y mucho menos se ponen a saltar.
Cuántos gritos de comunidades religiosas que reprenden a los ciegos que quieren recuperar la vista… Pero felizmente también tenemos comunidades que reciben e incorporan a nuevas personas en comunidades liberadoras y solidarias.
Y cuántos gritos de pueblos que piden una entrada a un territorio de paz, donde el Dios pastor “en verdes praderas los haga descansar, donde a aguas tranquilas los conduzca, donde recuperen nuevas fuerzas y puedan ir por caminos de justicia, haciendo honor al nombre de ese Dios”…, como dice el Salmo 23.

Este es el mensaje del evangelio: es la vida nueva que ya no mendiga a las orillas de la vida, esta es la fe de quien pudo atreverse a dejar esa capa de su insegura seguridad, este es el mensaje del hombre que grita pidiendo el milagro de ver de verdad. 
Y este es el mensaje del Dios del evangelio: un Dios que escucha antes de dictaminar. Este es el mensaje contado por comunidades que consuelan y animan a los que están afuera del camino de la vida. Este es el evangelio de los que nos animamos a seguir a Jesús en el camino, más allá de nuestras contradicciones.


Los textos del leccionario bíblico son los siguientes:

Evangelio de Marcos 10.46-52: Un mendigo ciego sentado junto al camino, al oír que pasaba Jesús se puso a gritar, ¡ten compasión de mí! Lo quieren hacer callar pero grita más todavía. Jesús lo llama, deja su capa y dice que quiere recobrar la vista. ¡Por tu fe has sido salvado!

Profeta Jeremías 31.7-9: Canten de alegría por mi pueblo, porque los haré volver desde el país del norte, con ellos vendrán ciegos y cojos y mujeres embarazadas y otras por dar a luz. Vendrán orando y llorando, yo los llevaré por un camino llano, donde no tropiecen.



Carta a los Hebreos 5.1, 7-10: Todo sumo sacerdote es escogido entre los hombres para representarlos delante de Dios, y así Cristo, en el mundo, llegó a ser fuente de salvación eterna.


Salmo 126: Cuando el Señor nos hizo volver de la cautividad, nos llenamos de risas y alabanzas. ¡Que volvamos a alegrarnos, como los que siembran con lágrimas pero vuelven llenos de alegría!

[i] Evangelio de Marcos 10.46-52 – Biblia “Dios habla hoy”. 
[ii] Profeta Jeremías 31.7-9 – id.

Octubre 4, 2015 – 19º domingo de Pentecostés

DESNUDOS, NOSTALGIAS DEL PARAÍSO 



Lecturas bíblicas previas: 



Marcos 10.2-16: Frente a una pregunta tramposa, Jesús reivindica el proyecto original de Dios en cuanto al amor de la pareja, más allá de las trampas legalistas; y luego reivindica el comienzo original de la vida, cuando somos como niños y podemos aceptar así como tales el reino de Dios. 
Génesis 2.18-25: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea. ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Por lo tanto dejará el hombre a sus padres y se unirá a su mujer y serán una sola carne. Y el hombre y la mujer están desnudos, pero no sienten vergüenza… 
Desnudos están Adán y su mujer y no se avergüenzan,[i] en este poema telúrico sobre el sentido y el destino de la vida humana. En la escena del Edén, que recién leímos, tenemos una imagen de la primitiva felicidad, donde se nos cuenta la comunión entre esas dos personas que representan a toda la comunidad humana, en comunión con Dios y con la naturaleza. 
Es una escena que nace de la nostalgia del paraíso perdido, como un material básico para soñar las utopías de un tiempo mejor. Ellos están desnudos, puros, no se avergüenzan, ellos viven dispuestos a despojarse de todo lo accesorio, como dice Antonio Machado: 
Y cuando llegue el día del último viaje 
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje, 
casi desnudo, como los hijos de la mar.[ii]
Pero justamente en esa comunidad creyente donde se escribe el Génesis no se vive esa felicidad, no se vive la comunión entre todos los seres humanos ni la comunión con Dios y la naturaleza. Por eso escriben esta historia, porque ya se siente el engaño y el autoengaño, el endiosamiento y la autocompasión. 
En ese tiempo, en su vida cotidiana, se gritan las acusaciones mutuas –como si fuera Adán: “la mujer que me diste por compañera me engañó–, y luego escuchamos casi las mismas palabras de Caín después de haber matado a Abel: “¿soy yo acaso guarda de mi hermano?” 
Por eso es que el Génesis va a contar el relato poético de la ruptura de esa comunión original: ya no es posible esa desnudez de sencillez primigenia. Perdimos la inocencia. El unicornio azul se me perdió… 
Los poetas y profetas cantan y cuentan que se perdió la unidad de la primera comunidad humana, que ya no hay un vínculo amoroso con la naturaleza y con el trabajo, cuentan que se perdió la alegre pureza del amor y del sexo, de la procreación y de la familia. 
Y Adán le dice ahora a Jehová Dios: “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo”[iii]
Volamos a esa escena feliz del paraíso original. Y vemos que Adán, desde su mirada masculina “descubre” con alegría a esa mujer prototípica, la “madre de todos los vivientes”. Y entonces el texto del poeta-profeta nos deja la primera conclusión del relato, resumen del propósito de Dios para la pareja humana: 
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” 
Dejar el clan primitivo, dejando de ser los hijos, para ser en 1er lugar marido y mujer… Entre muchas y muchos, “dejarán” a sus padres para construir una nueva unidad. Y en un mundo patriarcal, se llama al varón a ser el primero en “dejar”, pero el llamado es a ambos, p concentrarse en ese amor fundacional de una nva flia. 
Unirse en amor y cuidado mutuo. Así como han descubierto recién que son “hueso de mis huesos y carne de mi carne”, ahora avanzarán en el conocimiento mutuo, crecerán en reciprocidad. Hasta ahora Adán no reconoció en los otros seres vivos a nadie que fuera una compañía completa y complementaria, pero ahora sí, y a ella se consagra, como también ella para él. 
Y serán una sola carne, expresando la unidad corporal, culminación de la unión fuente de la vida, prolongación de la vida en los hijos e hijas, a imagen y semejanza de los padres pero también totalmente distintos. Y esto de “ser una sola carne” significa el placer del encuentro mutuo. Porque va a ser maravillosa la procreación, pero su unión va a ser mucho más que la simple reproducción. 



PREGUNTADORES TRAMPOSOS… 
Y ahora saltamos al Evangelio de Marcos, para encontrarnos con los fariseos, esos “sepulcros blanqueados” según el dicho de Jesús, esos religiosos de largas túnicas blancas y largas oraciones para sus largos aprovechamientos de la fe. Ellos vienen a tenderle trampas a Jesús. No vienen a aprender ni a dialogar con el Maestro. Son tramposos.[iv]

“¿Es lícito para un marido repudiar a su mujer?”, preguntan desafiantes frente al Jesús que viene sacudiendo las hipocresías religiosas. Ellos ya sabían la respuesta, patriarcal y despótica, con sus códigos de pureza ritual discriminadora de pobres y especialmente de mujeres pobres. 

“¿Qué les mandó Moisés”, les pregunta Jesús. Y ellos recortan su respuesta: “Moisés permitió dar carta de divorcio, y repudiarla”. ¿Ah, sí?, podría haberles retrucado Jesús, porque en el texto del Deuteronomio Moisés dice varias cosas más: que debe haber alguna causa fundada para el repudio, que la mujer “podrá ir y casarse con otro hombre”, y que si éste también la repudiara el primer marido no tiene derecho alguno sobre ella…[v]

Pero Jesús no quiere entrar en una discusión interminable con esos acusadores tramposos. Jesús quiere volver a los orígenes, recuperando la escena del Edén. Por eso Jesús cita al Génesis que recién comentamos, y distinguimos respuestas de Jesús a los fariseos tramposo: 

Primero les reprocha sus corazones fariseicos endurecidos, sus corazones de machos dominadores despóticos. 
En segundo lugar Jesús les recuerda que “al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios”. Por lo tanto, varón y mujer deben decidir cada uno en cada caso, cada uno con su capacidad de pensarse, de unirse y de cuidarse mutuamente. 
Y tercero, que lo que Dios unió, no debe separarlo el varón, por sí y ante sí. Y hoy, en nuestra sociedad que aspira a la igualdad de derechos y de deberes de hombres y mujeres, tampoco lo que Dios unió debe separarlo por sí y ante sí la mujer; sino ambos, en libertad y en respeto mutuo. 

Discusiones interminables sin proyectos de vida, como de algunas iglesias de fariseos tramposos, que dan permisos de nulidades matrimoniales de “conveniencia” para algunos y de excomunión para otros, con exclusión de las mujeres de la conducción de la iglesia y con espíritu cerrado a nuevas configuraciones familiares. 



… Y DISCÍPULOS REPRESORES 

El evangelio de este domingo termina de nuevo con una evocación de los niños, donde nos encontramos con la sorpresa de que los discípulos, los que debían ser evangelizadores de los que se acercan a Jesús, más bien se dedican a reprender a los que le traen niños y niñas al Maestro para que él los bendiga. 

Y Jesús se indigna, como se indigna contra los mercaderes del templo, o como se indigna contra los fariseos “ciegos guías de ciegos”. Santa indignación para proteger a los niños, primeros herederos del Reino de Dios, santa indignación contra represores y tramposos, espiritualmente viejos discípulos al menos en ese caso, y envejecidos y corruptos fariseos. 
Y termina la escena con mucha alegría, entre abrazos con los niños, con la alegría de la bendición de Jesús sobre esas niñas y esos niños, como para disipar la bronca contra estos discípulos más bien dispuestos a reprender a los chicos, y estos fariseos tramposos que van a terminar siendo corruptos y asesinos del maestro que anunciaba el Reino de Dios para los que pudieran recibirlo como niños o niñas. 
Esta escena de alegría nos devuelve a estos “recuerdos del futuro” para usar el título de la famosa película; imaginando el Edén perdido para contrastarlo con nuestro tiempo lleno de guerras y corrupciones. También nosotros tenemos nostalgias del paraíso que perdimos, para soñar las utopías del mundo nuevo de Dios. 
[i] Génesis 2.4,7,18-25, Biblia Dios habla hoy. 
[ii] Antonio Machado, “Retrato” en Campos de Castilla, España, 1912. 
[iii] En la conformación del Génesis estos textos son parte del estrato “yahvista”, que viene de la fuente así llamada, por el predominio del nombre de Dios, “Jehová” o mejor transcrito “Yahvé”. Ver Biblia de Jerusalén, notas. 
[iv] Evangelio de Marcos 10.2-16, Biblia Dios habla hoy. 
[v] Deuteronomio 24.1-4, Biblia Dios habla hoy. 

GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149





Predicación basada en Marcos 9:30-37

Cuando Jesús les comunicó a sus discípulos que el Hijo del Hombre iba a ser entregado, muerto y resucitado, ellos no pudieron comprenderlo y tenían temor de preguntarle. Ellos, siguiendo la ideología de los círculos judíos reformistas, quieren un Mesías individual que, actuando con poder, ponga fin a la injusticia y reivindique a los oprimidos. Para ellos la muerte de Jesús supondría el derrumbe definitivo de sus esperanzas nacionalistas. Jesús anhela purificarles de este tipo de concepciones, revelándoles la verdadera naturaleza del obrar del Hijo del Hombre (HH), que no consiste en el dominio y el sometimiento de los demás sino en la entrega desinteresada y servicial, un camino que los iba a conducir a la plenitud humana. Esto también nos interesa a nosotros cristianos y cristianas del siglo 21 que no estamos exentos del anhelo de gloria personal, la búsqueda de primacía y dominio que pueden estorbar seriamente el cumplimiento de la misión que nos ha sido encomendada. En el Evangelio de Juan 1:51 Jesús hace a los suyos la siguiente promesa:”veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”, es decir que Jesús en persona es el lugar de Dios, el lugar de su presencia y revelación en el mundo. En él se experimenta la cercanía de Dios, no como un poder que aterre al hombre y le subyugue, sino como fuente de vida y libertad para desarrollarse en toda su potencialidad humana. En otras palabras, Jesús es aquel que viviendo en una total apertura a lo divino y que recibiéndolo todo del Padre, nos hace partícipes de la Zoé de Dios, de su misma vida. 



Todo lo que Jesús dice y hace es vivificante. Sus exorcismos por ejemplo, no son solo la realización de hechos extraordinarios en favor de unos pocos, sino que, a manera de signo, muestran el poder del Nazareno para romper el dominio del mal en nosotros, de aquellas fuerzas y poderes que nos esclavizan impidiéndonos ser libres. A lo mismo apuntan sus acciones sanadoras y al enseñar, el no nos transmite dogmas rígidos ni doctrinas elaboradas que solo unos pocos pueden entender, sino nos ofrece las palabras mismas del Padre que son espíritu y vida (Juan 6:63).Culmina esta obra suya con su entrega voluntaria que será fuente de vida al alcance de todos, incluso de sus enemigos. Mc 8:31 nos presenta un gran misterio. ¿Por qué ciertos hombres rechazan a un hombre así, rechazándolo y matándolo? Porque este Hombre pleno, libre y comunicador de libertad es contrario a sus intereses de dominio, les resulta odioso y utilizan todos los medios a su alcance para eliminarlo. Son aquellos que sacrifican al hombre en aras de una ideología. Desprecian a otros individuos y pueblos enteros por razones religiosas o étnicas. Dominan y someten, suprimiendo la libertad, Los que explotan, esclavizando y despojando a otros por el propio interés, en una palabra, los opresores de toda índole. El evangelista Marcos realiza en el griego original un juego de palabras muy interesante:¨El Hijo del Hombre( ho huios tou anthropou)será entregado a manos de seres humanos(eis cheiras anthropon)¨.
Esta reiteración contiene una inversión terrible. Sería natural esperar que el Hijo del Hombre, el representante global de la humanidad, sería recibido por sus colegas humanos con alegría. En cambio, será entregado a sus impulsos violentos; los anthropoi se han convertido en enemigos del propio Hijo de Dios. La interpretación pesimista de la expresión a manos de los hombres, cuadra con el hecho de que en 2 Samuel 24,14 y 1 Cron 21,13 “caer en manos de hombres” se considere un destino terrible debido a la crueldad del género humano. En ambos pasajes, se habla de que es mejor caer en manos de Dios que en las de los hombres, puesto que la divinidad es misericordiosa, mientras que los seres humanos no lo son habitualmente. Sin embargo, estas personas que rechazan al Hijo del Hombre no tienen la última palabra ya que Dios, el Dios de la vida será el que le dé al HH permanencia eterna ,resucitándolo y constituyéndolo Fuente perpetua de vida para formar a lo largo de los siglos a mujeres y hombres plenamente humanos, aliados y cooperadores en su causa ya que Cristo no es solamente el eikón de Dios, su imagen perfecta ,sino que en el vemos también al prototipo y modelo de lo que todo hombre está llamado a ser según el Proyecto divino. Por eso, sabiendo Jesús que el afán de dominio sobre otros constituye un impedimento serio en el camino hacia la plenitud humana, se los va a ilustrar gráficamente mediante un niño. Ellos habían estado discutiendo quién era el mayor y Jesús les responde a su inquietud diciéndoles que el mayor será aquél hombre o aquella mujer que se haga servidor de todos. El coloca a un niño en medio. ¿A quién o a quienes representa? A los pequeños y poco considerados, los que carecen de rango, prestigio social, fama o dinero. Jesús lo llama y lo coloca en medio de ellos, lo hace centro de la atención de todos, lo abraza es decir lo ama, le demuestra ternura.
 La lección es clara, quien es capaz de ocuparse de los despreciados de esta manera, difícilmente querrán dominarles, utilizarlos, aprovecharse de ellos o manipularles. 
A Dios mismo, al mismo Jesús estarán recibiendo cuando se les abran las puertas a ellos.

 Finalmente, que nuestra participación en el proyecto divino de construcción de una humanidad nueva no nos debe hacer olvidar que Dios continúa actuand en nosotros, sanándonos de nuestros motivos ocultos, ambiciones personales, deseos de gloria personal y otras cosas que nosotros tenemos. Nada nos autoriza a ser jueces de los demás ni duros en el trato con ellos .Debo decir, como testimonio personal, la tristeza que me genera la dureza y el rigor de las opiniones de hermanos en la fe que aparecen en muchos blogs cristianos. Se juzga de una manera inmisericorde las faltas de los demás. Se condena de manera tajante a otros creyentes simplemente por tener otros puntos de vista. Recuerdo una vez a una persona que se sumo a la discusión sobre un tema determinado en el cual pedía a algunos hermanos que moderaran su lenguaje y les pedía que por favor que tuvieran un poco más de humanidad. Personalmente sentí vergüenza ajena. Por eso es que También hoy se nos plantea la cuestión sobre la identidad del Hijo del Hombre ¿Quién es él entonces? No un policía de nuestra fe que nos vigila atentamente a fin de encontrarnos en infracción. Mucho menos un juez lejano duro e inflexible, Sino el Hijo del Hombre lleno de Gracia y de Verdad, camino de plenitud humana que nos capacita para realizar en unión con él y con toda su Iglesia obras dadoras de vida. Amén
LUIS DEL NEGRO
Miembro de la Iglesia Metodista en TEMPERLEY


     27 de Septiembre de 2015 –   
                                                                                 18º domingo del tiempo de Pentecostés.

UN NIÑO, UNA MULTITUD 



En el recorrido del evangelio de Marcos, leímos el domingo pasado un texto donde Jesús levanta y abraza a un niño, para mostrarle a los doce discípulos que eso, un niño, es lo más importante: 

Si alguien quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y servirlos a todos. El que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no solamente a mí me recibe, sino también a aquel que me envió.[i]

Es un mensaje que va desde lo pequeño hacia lo más grande, desde un niño –y vaya si en esos tiempos eran de segunda o cuarta categoría los niños y con más crudeza las niñas– desde este niño “insignificante”, les dice y nos dice Jesús, llegamos al sentido más profundo de él y al mismo Dios. 

Desde la vivencia y experiencia de una niña, desde las palabras asombradas y asombrosas de los niños, desde la entrega confiada de un pequeño, desde ese universo maravilloso que es un niño, desde ahí se nos muestra Dios mismo, el Dios eterno, el Creador. 
No hablamos de la infancia en teoría, no hablamos de una discusión doctrinal, ni de argumentaciones económicas ni de cálculos políticos. O sea, hablamos de los niños reales, los que de repente nos hacen perder la paciencia pero que siempre nos alegran. En un niño nos imaginamos a todos los niños, pero cada uno en su situación especial y única, con su nombre, con su familia. 
Y entonces repasamos el texto del próximo domingo, siguiendo el relato del Evangelio de Marcos, que ahora no se refiere a un niño sino al conjunto de la humanidad. 
Juan le dijo: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.” 
Jesús contestó: “No se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre, podrá hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.[ii]
Seguramente Marcos y sus hermanos y hermanas en esa comunidad cristiana, unos cuarenta años después de la muerte y resurrección de Jesús, empezaban a darse cuenta de las primeras señales de sectarismo y de mentalidades cerradas entre ellos, con actitudes de creerse los únicos dueños de la verdad, 
Y por eso quedan en los registros de los tres evangelios más narrativos –Marcos, Mateo y Lucas­– estas dos lecciones sorprendentes de Jesús: La primera: recibir a un niño es recibir al mismo Dios, y segunda, los que no están contra nosotros están a nuestro favor. Para ser los primeros hay que servir a un niño, servir a los últimos, y ser servidores de todos. Y entonces todos los que no están contra nosotros, son de los nuestros, están a nuestro favor. 



No se trata de la defensa de una doctrina correcta, sino de la defensa de una práctica correcta. Lo importante es defender la vida, comenzando por proteger las vidas de los más pequeños, de los más débiles, de los que quedaron abajo en esta cancha inclinada de la competencia humana. Y se trata de ir con todos los que tienen el corazón bien puesto, sin preguntarnos por la camiseta, ni por el partido, ni por el estandarte religioso. 

Es el ecumenismo grande de Jesús, donde caben todos: dejemos que crezcan trigos y aparentes cizañas, ya va a llegar el tiempo de la cosecha, por ahora no nos dedicamos a clasificar trigos y yuyos. Ustedes siembren y siembren sobre piedras y entre malezas, que también caerán algunas semillas sobre buena tierra, y con eso basta para el milagro de las espigas llenas.[iii]

Pero tampoco se trata del todo vale como en el cambalache que mezcla Biblias y calefones, burros y grandes profesores. No se trata de un fe light, donde no importa lo que cada uno crea. Hay opciones y hay prioridades. Primero los niños con todo su significado, representando a los más pobres, a los débiles, a los marginados, a los que cargan con los demonios del odio y de la indiferencia. 

Y segundo, que Dios es más grande que la sinagoga, más grande que la iglesia. Porque la iglesia es –cuando le da en el clavo– señal y anticipo del reino de Dios y su justicia, nunca un fin ni una finalidad. 
Porque en el día de la cosecha vamos a darnos cuenta de que algunos van a decir: “Señor, le dimos a alguien algo de comer, pero nunca te vimos a vos con hambre, Jesús, ni te dimos de comer” y el Rey les va a contestar: “todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más humildes, por mi mismo lo hicieron”. [iv]
Cuando te sientas muy pequeño, no tenido en cuenta, postergado, recordá que Dios te pone en el medio de su corazón, te abraza, te da todo su cariño. Y por el contrario, cuando estés poniéndote orgulloso, cuando quieras tener más privilegios, cuando quieras ganarle a otros, recordá que si quieres ser el primero tendrás que ponerte en el último lugar y servir a todos. 
La primera escena, del niño en medio de los discípulos, nos muestra la prioridad del servicio a los más necesitados. La segunda escena, del sumar todas las voluntades posibles, “todas las manos, todas”, como dice la canción, nos muestra la importancia de sumar a todos los que construyen paz y entendimiento, justicia y unidad con Jesús. 
Un niño, para mostrar la necesidad de cada caso, del que más urgentemente es nuestro prójimo. Una multitud, para juntar toda la fuerza posible para dar testimonio del amor grande y activo de Dios. Un niño, para mostrarnos el encuentro y el abrazo personal con Jesús. Una multitud, para mostrar que Dios está abierto para todos.


[i] Evangelio de Marcos 9.33-37. Biblia Dios habla hoy. 

[ii] Id., 9.38-40.

[iii] Evangelio de Mateo 13.1-30. 

[iv] Id.,25.31-46. 


Los dos textos del leccionario usados en este mensaje son:

Evangelio de Marcos 9.38-40: No rechacen a nadie que haga el bien, aunque no me siga. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Libro de los Números 11.24-29: Jehová toma del espíritu que estaba sobre Moisés y lo pone en los setenta ancianos que iban a ayudarlo, y ellos dan mensajes de parte de Dios. Y luego otros dos también empiezan a profetizar. ¿Qué no se lo permitas? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!


Domingo 13 de septiembre de 2015 – 
16º domingo del tiempo de Pentecostés.



LAS PROFECÍAS

Evangelio de Marcos 8.27-35


De repente caemos en la tentación de adivinar el futuro. La Biblia antigua nos prohíbe tajantemente la adivinación, esa manera de no confiar en Dios, ese intento de manejar el futuro anticipándonos a los sucesos que van a venir.



Pero a pesar de eso hay creyentes de hoy que creen que la misma Biblia hace adivinación a través de las profecías, y hay quienes se dedican a interpretar toda la Biblia como si fueran anticipaciones del futuro. 


Pero sin duda que tratar de adivinar o predecir el futuro es la manera equivocada de entender las profecías bíblicas. Lo mejor es entender el pasado y sacando conclusiones sobre el futuro. Lo mejor es discernir el futuro desde las lecciones de la historia. 
Por ejemplo, en el Apocalipsis de Juan se trata de mirar el futuro desde la perspectiva de Jesús el crucificado, y desde la perspectiva de todos los crucificados de la historia, desde todos los migrantes y despatriados de la tierra, que anticipan la derrota de todas las Romas y de todas las Babilonias imperiales, anunciando el triunfo del Cordero inmolado en las afueras de Jerusalén.

En la primera parte del libro de Isaías, el profeta le anuncia al pueblo de Israel que se les viene encima el juicio de Dios por su infidelidad, por su falta de solidaridad con los que sufren. El texto del profeta propuesto para hoy es un párrafo del segundo Isaías, un discípulo del profeta Isaías, escrito dos o tres generaciones más adelante, cuando ya había ocurrido el desastre, y ahora el profeta consuela a los castigados, porque Dios quiere recuperarlos como hijos perdidos. 
Y este texto de esta mañana es un ejemplo muy querido de ese ejercicio profético de enseñarnos usando parábolas que deben volver a leerse de manera nueva, en nuevas circunstancias, sugiriendo el nacimiento de mundos nuevos, y poniendo en primer lugar a las víctimas de todos los tiempos. Leo de nuevo este pedazo del profeta Isaías, en la versión Dios habla hoy:

El Señor me ha instruido
para que yo consuele a los cansados
con palabras de aliento.
Todas las mañanas me hace estar atento
para que escuche dócilmente.
El Señor me ha dado entendimiento,
y yo no me he resistido
ni le he vuelto las espaldas.
Ofrecí mis espaldas para que me azotaran
y dejé que me arrancaran la barba.
No retiré la cara
de los que me insultaban y escupían.
El Señor es quien me ayuda:
por eso no me hieren los insultos;
por eso me mantengo firme como una roca,
pues sé que no quedaré en ridículo.
A mi lado está mi defensor:
¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho a acusarme?
¡Que venga y me lo diga!
El Señor es quien me ayuda;
¿quién podrá condenarme?

Esta es el tercero de los “Cánticos del Siervo sufriente” en la obra del segundo Isaías, y todos ellos se hizo desde siempre una gran discusión sobre su sentido: ¿A quién o a quiénes se está refiriendo el texto profético? En la mejor tradición judía, se habla de un sujeto colectivo: es todo el pueblo de Israel que soporta sufrimientos. En todo caso, no se trata de Netanyahu ni del actual estado de Israel, más cercano a Goliat que al pastorcito de la honda.

En la lectura fundamentalista cristiana, a ellos no les gusta hablar de sufrimientos, sólo les gusta hablar de la gloria, del éxito. Lo del “siervo sufriente” es algo “superado”. Ese Jesús de los pobres, crucificado, impotente, no les gusta. Ellos prefieren hablar del Jesús Señor de Señores, del Rey de las iglesias imperiales, el Cristo de la Reconquista de la España que expulsa a los moros y y que después se trasplanta a la Conquista de los infieles indígenas latinoamericanos…

Pero sin duda que en el pueblo de la Biblia hay un desarrollo de la revelación de Dios, que en sus últimas páginas, nos muestra una mejor manera de entender esa esperanza en un mesías. 

Es el mesianismo de la entrega servicial, soñando con reyes “que hagan justicia a los pobres, que salve a los hijos de los necesitados y aplasten a los explotadores” (Salmo 72), o que, como en el texto que recién leímos, venga a “consolar a los cansados” y a ofrecer sus espaldas para que lo azoten, aceptando insultos y escupitajos como personificación de las víctimas, nunca de los victimarios de la historia.

Pero tampoco son víctimas derrotadas, sino que son víctimas que resisten. Se trata de un “mesías” que escucha atentamente, en vez de gritar. Es un “mesías” que desde el lugar de las víctimas “consuela a los cansados con palabras de aliento”, que tiene un nuevo “entendimiento” por haber escuchado a los que sufren. Es un “mesías” que “se mantiene firme como una roca”, y sin triunfalismos pero con esperanza sabe “que el Señor es quien lo ayuda, ¿y quién podrá condenarlo?”

Cuando los `primeros cristianos se contaban las historias de Jesús y descifraban ardorosamente los sentidos y mensajes de ese profeta que les había encendido el corazón, entendieron el significado de esa entrega de su vida, oculto y revelado en el rito del corderito pascual, que ahora lo ven como última y definitiva ofrenda delante de Dios y delante del mundo. Y volvieron a leer esas “escrituras” antiguas, y se detuvieron en textos como este que ahora repasamos,

A mi lado está mi defensor:
¿Alguien tiene algo en mi contra?
¡Vayamos juntos ante el juez!
¿Alguien se cree con derecho a acusarme?
Y con esa confianza se pararon con dignidad de hombres y mujeres libres, y la profecía les pareció justa y oportuna. Ahí estaba la profecía. Ahí, como desde el fondo de los siglos, desde casi cinco siglos, ese mensaje del profeta reivindica lo que ellos están viendo y oyendo, como seguidoras y seguidores de Jesús de Nazaret, el que un día les preguntó:
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”
Y Pedro, el imprevisible Pedro, le respondió:
“Tú eres el Mesías, tú eres el Cristo”.
Esas son nuestras profecías, que nos enseñan a apreciar el pasado, a vivir con fe el presente, y a mirar el futuro confiando en el Señor. Y ese es nuestro Cristo, ese es nuestro Señor, él es quien nos salva, nos consuela y nos alienta. Ahora y siempre.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149

                                                                                            Domingo 6 septiembre de 2015
LOS QUE TENGAN OÍDOS, OIGAN. Marcos 7.21-37 

Después de leídas las lecturas bíblicas del domingo, antes del mensaje, el pastor Guido presentó una serie de dibujos humorísticos que nos dejaron pensando… Se los pasamos en nuestro blogspot.



Cuenta el evangelio de Marcos que Jesús caminaba por territorio de la Decápolis, zona de gentiles, llena de militares romanos y mercaderes de lengua griega, y en medio de esa confusión de lenguas y de culturas llevan un sordo y tartamudo y le piden a Jesús que ponga su mano sobre él: es decir, le piden un gesto de bendición. 

Pero más que imponer sus manos, este maestro ambulante galileo mete las manos en los oídos y toca la lengua del sordomudo: en primer lugar, un contacto humano de Jesús. Él no es un curandero profesional, no le interesan las estadísticas de su trabajo. Le interesa el ser humano que le han llevado. 

Y enseguida Jesús lleva al sordo y tartamudo lejos de la gente que los rodea. A Jesús tampoco le interesa la publicidad. Suspira mirando al cielo y dice al hombre: “¡Ábrete!”. ¡Ábrete, hombre!

No le habla Jesús al oído como si la oreja tuviera conciencia, ni le habla a la lengua para que ella hable sola. Jesús habla al hombre, al ser humano que tiene al frente, y lo hace de manera directa, cordial y concreta. Jesús no pronuncia ninguna palabra mágica al estilo “abracadabra” o “Sésamo ábrete” como en los viejos cuentos. 

Jesús suspira. Eso es la oración verdadera, un suspiro, una aspiración delante de Dios y delante de la vida. Jesús ora con el hombre hermano que hasta ahora sólo tenía que ser “atendido” por Jesús: “le llevaron un sordo y tartamudo”. No ora por él, sino con él, en cuerpo y alma, con ese suspiro y con ese abrazo solidario. La oración es ponerse delante de Dios y delante de la vida, y es decirle al hermano: ¡Ábrete!

“Y al momento, los oídos del sordo se abrieron, y se le desató la lengua y pudo hablar bien.”



Hemos aprendido, enseñando a leer a personas adultas que aprender a leer es mucho más que descifrar letras y sílabas. Antes que nada es aprender a leer la vida, es poner al supuesto “analfabeto” en posesión de su palabra y por lo tanto en posesión de su vida. No hay culturas analfabetas sino culturas ignoradas, despreciadas, silenciadas. No hay personas mudas sino personas enmudecidas, acalladas, nunca escuchadas. Y ya lo dice el refrán popular: no hay peor sordo que el que no quiere oír.

Tartamudos, por ejemplo, no son los indígenas de nuestros pueblos, fueron sordos los terratenientes que se apoderaron de sus territorios. Tartamudos no son los inmigrantes africanos o sirios que intentan llegar a la vida digna naufragando antes del intento, sino sordos los cultos europeos que cierran sus playas y sus fronteras frente a los desesperados. 

Ahora hemos escuchado el grito terrible de Aylan, el pequeñito de tres años que apareció en una playa de Turquía después del naufragio de la balsa donde él y su familia querían escapar de una guerra terrible. Esa foto resume la sordera de tantos poderosos: Sordos gobiernos, sordos poderes económicos, sordos organismos internacionales, sordos europeos, muchos de ellos mudos para decir palabras humanas, solidarias, verdaderas.

Leamos de nuevo la parábola en que se convirtió para los primeros cristianos esta historia de Jesús cuando le llevan “un sordo y tartamudo”,

Primero, valoramos los gestos sencillos y cariñosos de Jesús, que quiere comunicarse personalmente con este hombre. Para eso recurre a un lenguaje de señas: le mete los dedos en los oídos. Sí, debe haber pensado el hombre, por ahí está mi problema. Y con su saliva toca la lengua endurecida del hombre mudo, Sí, confirma el mudo, sí, quiero hablar, sí, sí.

Segundo, valoramos la respuesta de este hombre, que es al mismo tiempo la respuesta de Dios. “¡Ábrete!”, le dice Jesús, en su propia lengua aramea. ¡Efatá! La fe es la respuesta humana a la invitación de Dios, es abrirse al amor de Dios, es abrirse a todos los mensajes que Dios nos hace llegar todos los días, en la naturaleza y en la vida de las personas que nos rodean.

Tercero, valoremos también la respuesta de la comunidad de amigos que llevan a este mudo y tartamudo delante de Jesús. Ellos se habían dado cuenta del problema de este hombre, que había quedado encerrado en su incomunicación. No lo aíslan, no se burlan de él, no son indiferentes, no son mudos frente al problema del hermano. Ellos han sido evangelizadores: llevan al hombre sordo y tartamudo a encontrarse con Jesús.

Así es como empezamos también nosotros a decir nuestras propias palabras. Cuando recibimos a algún nuevo hermano como miembro de la iglesia, le decimos, según nuestra liturgia: “Sentite libre para manifestarnos la palabra que Dios ponga en tus labios y en tu corazón, como expresión de la comunión que nos une en Cristo.” Ya no somos mudos, sino que nos expresamos libremente, oramos, sugerimos, compartimos inquietudes.



Por eso nos reunimos, por eso necesitamos reunirnos para alabar a Dios y para confirmarnos mutuamente en la fe, y para dar testimonio de nuestra fe, en palabras y en actos serviciales. Por eso no vamos a ser comunidades sordas, sin sensibilidad, sin solidaridad. Somos portadores de la palabra liberadora de Jesús, y vamos oyendo por nuestras calles y caminos, vamos oyendo con los oídos de Dios y vamos compartiendo palabras nuevas de Dios.

Los sordos oyen, los mudos hablan. Y los que tengan oídos, como decía Jesús, que oigan. 



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Las lecturas bíblicas del domingo 6 de Septiembre, en el leccionario ecuménico, fueron:



Evangelio de Marcos 7.31-37: Jesús sigue recorriendo tierras de gentiles. Y le traen un sordo y tartamudo y Jesús atiende personalmente a este enfermo impuro, lo toca, se compadece, y al sanar comenta la gente: ¡todo lo hace bien, hace a los sordos oír, hace a los mudos hablar! 

Profeta Isaías 35.3-7: El Señor anuncia el alegre retorno de los deportados a Babilonia. Por lo tanto, den valor a los cansados, animen a los temerosos... Fíjense: los ciegos verán, los sordos oirán, los lisiados saltarán, los mudos gritarán; y hasta en el desierto brotarán los manantiales!
Carta de Santiago 2.1-10: Nuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo no puede hacer acepción de personas. Dios ha elegido a los pobres de este mundo: cuídenlos también ustedes.

Salmo 146.1, 6-9: Alabemos al Señor porque él guarda la verdad para siempre, hace justicia a los agraviados, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, sostiene al huérfano y a la viuda…


GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149



Domingo 23 agosto de 2015 – 13º domingo de tiempo de Pentecostés.
                                                                                                                         

Seguimos especialmente los siguientes textos: 

Evangelio de Juan 6.57-69: Retomamos unos versículos del texto anterior, para contextualizar en la secuencia del Evangelio, que continúa el discurso de Jesús sobre el “pan de vida” que es él mismo, y culmina diciendo que sus palabras no deben entenderse literalmente, son “palabras de vida eterna”, se refieren, al espíritu que da vida. Algunos empiezan a desertar del seguimiento a Jesús. ¿También ustedes quieren irse?, pregunta Jesús. 

Josué 24.1-2, 14-18: El resumen histórico que propone Josué apunta a una opción definitiva: servir o no a Jehová, el Dios de la libertad y de la nueva tierra, en una nueva comunidad que respeta al Dios y al pueblo del nuevo pacto, dejando los dioses de la esclavitud y de la muerte. 

SEÑOR, ¿A QUIÉN IREMOS? ¡TÚ TIENES PALABRAS DE VID ETERNA! 

Josué, el líder después de Moisés, le habla al pueblo en una asamblea multitudinaria en Siquem, donde siglos después se encontraría Jesús con la mujer samaritana. En una situación decisiva, Josué confronta al pueblo diciéndoles: Decidan hoy quién van a servir, si a los dioses de la opresión y la muerte, o a Jehová, el Dios que los llamó a la libertad y los guió en el camino a la libertad, para ser el pueblo de Dios… 

Jesús les plantea la misma pregunta al grupo de seguidores y seguidoras que están con él. ¿También ustedes quieren irse? 

Mucha gente se va de las iglesias, mucha gente se va de la religión, mucha gente se va del cristianismo. La fe cristiana ya no les dice nada. Son palabras y ritos, son dogmas, son instituciones caras, algunas de ellas muy ricas y poderosas… 

Algunos se entusiasman con el crecimiento de algunas iglesias. Los carismáticos evangélicos o católicos se entusiasman con sus iglesias repletas. Pero las crudas estadísticas nos muestran que es mucha más la gente que se va de las iglesias, es mucha más la gente que nunca va ni piensa ir a una iglesia cristiana. 

Los fundamentalistas cristianos se dan cuenta de esta realidad y creen que se defienden encerrándose en sus verdades recitadas, se niegan a recibir ninguna influencia extraña, de paso se niegan a recibir a los inmigrantes mexicanos o africanos que llegan a sus playas y siguen predicando el fin del mundo. Y piensan que así van a lograr la supremacía entre las religiones. 

Los fundamentalistas islámicos matan a los herejes que encuentran en sus filas, matan a los cristianos que llegan a descubrir, donde pueden y como pueden, imponen penas de muerte especialmente a sus mujeres –esas mujeres que en todos los tiempos resisten a los tiranos–, y así creen defender la verdad de Mahoma. 

Los fundamentalistas judíos encierran a los palestinos que quieren vivir en su propio territorio, declaran que Jerusalén y los lugares sagrados son solamente de ellos, se niegan a darle ciudadanía a todos los que no nacieron de madre judía, y creen que de esa manera honran a Abraham, Moisés y al dios de la tradición de Israel. 

De modo que muchos se van de las religiones, y muchos quedan encerrados en religiones de la muerte y del odio. Muchos se van del cristianismo por la indiferencia hacia el evangelio de la vida y del amor; muchos otros se van porque no encuentran vida ni amor en las iglesias. Y otros se quedan en la prisión del fanatismo. 

En ese momento decisivo para la historia del pueblo creyente del Antiguo Testamento, Josué, el líder de la conquista de la tierra le pregunta a toda la gente reunida en una gran asamblea: si ustedes no quieren servir al Señor, elijan hoy a quién van a servir: si a los dioses a los que sus antepasados servían a orillas del Éufrates, o a los dioses de los amorreos que vivían en esta tierra. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor. 

Nosotros, ¿qué haremos? Jesús mismo nos pregunta: “¿También ustedes quieren irse? 
Y nos preguntamos nosotros mismos, esta mañana. ¿también nosotros queremos irnos? 

Sería más fácil, en apariencia, liberarnos de este Dios, de este Jesús, de estos hermanos que me resultan molestos. 
Sería más fácil, en apariencia, vivir sin problemas de conciencia, totalmente despreocupados, tirados al sol cuando salga el sol? 
Pero Simón Pedro contesta por nosotros: “Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna.” 
Y decimos también nosotros, siguiendo a Pedro: 
Señor, ¿a quién iremos? Entre tanto palabrerío, entre tanta mentira, tus palabras, Jesús, son palabras sencillas y verdaderas. 
Entre tantas palabras de corrupción, tus palabras, Jesús, son palabras de vida, son palabras limpias y sinceras. 

Entre tantas palabras lisonjeras como propaganda de la tele, tus palabras, Jesús, son palabras que nos ponen ante nosotros mismos, tal como tú nos ves, con verdad y con amor. 

Les cuento un cuentito que creo que me mandó Guillermo… 
Había una vez un rey que quería ir de pesca. 
Llamó a su pronosticador del tiempo y le preguntó el estado del mismo para las próximas horas. 
El pronosticador lo tranquilizó diciéndole que podía ir tranquilo pues no llovería. 
Como la novia del monarca vivía cerca de donde el rey iría, se vistió con sus mejores galas.
Ya en camino se encontraron con un campesino montado en su burro, quien al ver al rey le dijo:
“Majestad, es mejor que vuelva a palacio pues va a llover muchísimo.”
Por supuesto el rey siguió su camino pensando: 
“Qué sabrá este tipo si tengo un especialista muy bien pagado que me dijo lo contrario. Mejor sigo adelante.”
Y así lo hizo… y, por supuesto, llovió torrencialmente. 
El rey se empapó y la novia se rió de él al verlo en ese estado.
Furioso volvió a palacio y despidió a su empleado.
Mandó llamar al campesino y le ofreció el puesto pero éste le dijo:
“Señor, yo no entiendo nada de eso, pero si las orejas de mi burrito están caídas quiere decir que lloverá” 
Entonces el rey contrató al burro. 
Así comenzó la costumbre de contratar burros como asesores
que desde entonces tienen los puestos mejor remunerados en los gobiernos y en los partidos políticos.

Por eso, Jesús, vamos a seguir tus palabras que son palabras de vida eterna. Tus palabras valen más que cualquier asesor mentiroso. Tus palabras encaminan hacia la vida, vida de verdad, vida para siempre, vida que bendice, vida que levanta, vida que transforma la vida. 
“Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna.
GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149

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Agosto 9, 2015 – 11º dgo de Pentecostés – Temperley

COMPARTIMOS JUNTOS EL PAN DE VIDA QUE ES JESÚS



“Yo soy el pan de vida –dice Jesús–. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás. Yo soy el pan de vida. El que cree en mí tiene vida eterna”.



Buscamos a Jesús, decíamos el domingo pasado. Y lo encontramos repasando las Escrituras, que dan testimonio de la nueva vida que nos da Jesús. Lo encontramos en el silencio de la oración. Lo encontramos en la comunión fraternal, en el abrazo al hermano que nos saluda, a la hermana que nos visita, con los que compartimos el pan y el mate, el dolor y la alegría…

Las iglesias hemos complicado la presencia de Jesús. Quisimos asegurarnos la propiedad de Jesús con largas discusiones filosóficas sobre la naturaleza y la esencia de Jesús. Quisimos asegurarnos la propiedad de Jesús con jerarquías pastorales o sacerdotales que administran ciertos sacramentos.

Pero era más sencillo, nos dice Jesús. ¿Con qué voy a compararlo? Entonces Jesús nos cuenta algunas de sus parábolas. La venida de Dios es como la levadura que toma una mujer y la esconde en unos cuantos puñados de harina, hasta que todo queda leudado.

Entonces la masa leudada va al horno y de pronto la maravilla del pan nos ofrece su calor y su alimento, su fuerza y su alegría, y ya lo estamos disfrutando, en la amistad y el amor de la vida compartida.

Es bueno recordar la celebración del pan y del vino, es bueno repasar las palabras de Jesús, o como las repite el apóstol Pablo, pero digámoslas sencillamente, no sea que transformemos la fe en Jesús en un acto de magia o en una ceremonia pomposa más cercana a un palacio, muy distante de la cruz y del pesebre.

Comer el pan es disfrutar la vida, es tener la fuerza del alimento juntos con la familia de la fe y de los afectos. Jesús nos dice que “comer su cuerpo” es tener la vida eterna, la vida para siempre, pero más que pura duración, porque hay duraciones que son puro sufrimiento, y es más importante la calidad que la simple duración.

  • TENER VIDA ETERNA ES SABER VIVIR (de allí viene la palabra sabiduría). Y es por eso que somos discípulos, y por eso es que Jesús es nuestro Maestro. Y en este aprendizaje no nos graduamos nunca, porque siempre estamos aprendiendo a vivir con esta sabiduría del aliento de Jesús.



· Es ejercitarnos permanentemente a respirar la palabra de las Escrituras. Cada día, todos los días por lo menos un trozo, un salmo, una historia de los evangelios, una de los pedazos de las cartas de los primeros cristianos, alguna advertencia o un aliento de alguno de los profetas.



· Y seamos sistemáticos. Algunos se proponen leer toda la Biblia de tirones hasta donde les da el tiempo, otros van leyendo desde el Aposento Alto, pero no solo la reflexión del librito sino en primer lugar el texto indicado, o las Lecturas Diarias o las lecturas de la agenda de la iglesia…

· Lectura de la palabra con oración, en contacto con el hermano mayor Jesús, no solamente en la angustia de una oración de emergencia sino dándonos tiempo y lugar en alguna ocasión tranquila, ojalá la misma hora todos los días, así como es importante por ejemplo el desayuno que nos va sostener durante la larga jornada…

· Y también lectura compartida con la comunidad creyente, en el culto semanal, como lo estamos haciendo ahora, o en algún encuentro significativo con alguno de nuestros hermanos, saboreando este pan de la vida, como se decía de los primeros seguidores de Jesús: “compartiendo el pan juntos con alegría y sencillez de corazón”.

  • TENER VIDA ETERNA ES SABER ACOMPAÑARNOS EN EL CAMINO



· Se nos leyó recién sobre el profeta Elías, en tiempos de persecución, en tiempos de depresión, pidiéndole a Dios que le quitara la vida, y se queda dormido y un mensajero de Dios, o sea un ángel de Dios lo despierta y le dice “levántate y come, porque un largo camino te espera”…



· Esta pequeña historia es casi una parábola: estamos pasando tiempos difíciles, por lo menos tiempos de decisiones importantes y de repente nos sentimos cansados, desalentados. Entonces es tiempo de comer, de alimentarnos, porque si no, nos vamos a morir de cansancio…

· Cuando nos enfermamos, cuando nos parezca que ya queremos morirnos, Jesús el pan de vida viene y se nos ofrece en toda su sencillez y su libertad: nos da nuevas fuerzas, nos anima, fortalece nuestras rodillas cansadas, nos da nuevas ganas de caminar, aunque estemos cruzando el valle de sombras de muerte…

· Y nos apoyaremos mutuamente en el camino. Años atrás hice una caminata en la nieve con un compañero, hacia una comunidad mapuche donde otros amigos nos esperaban. Nos perdimos, dimos muchas vueltas, y cuando encontramos una casilla abandonada de antiguos trabajos de deforestación, yo le sugerí a mi compañero: quedémonos aquí, ya no aguanto más el frío y el cansancio, hagamos un fueguito y quedémonos. Pero mi amigo me dijo: no, porque el fuego se nos va a apagar pronto y nos vamos a morir de frío y de hambre, sigamos, sigamos, que vamos a encontrar el camino. Al rato mi amigo se cayó y quedó muy dolorido, empezó a caminar lentamente. Entonces yo seguí, y nos gritábamos para darnos aliento. Ël quiso quedarse cuando encontramos otra casilla apenas en pie, pero entonces me tocó a mí animarlo. Hasta que ya de noche vimos la laguna hacia donde nos dirigíamos. Y entonces nos esperaba la fogata de la ruca mapuche, abrazos de bienvenida y también pan y vino, no mucho más, pero suficiente, …

· Jesús se nos hace presente en nuestras vidas, nos alienta con su pan de vida y su vino de salvación, como va a seguir siendo en todo nuestro viaje. Y le damos gracias a nuestro Maestro y Señor, nuestro pan de vida.




Evangelio de Juan 6.35-48: Retomamos el último vs. del texto anterior y leemos la discusión sobre el significado de ser Jesús el pan de la vida: no es el sentido de un acto de magia, ni de antropofagia, ni de esencias o sustancias, sino de creer, confiar en Jesús, vivir nosotros su vida.

Primer libro de los Reyes 19.4-8: El profeta Elías en guerra contra los profetas de Baal, dioses cananeos de la fertilidad, está muy cansado de la persecución y entonces el ángel del Señor le da de comer y lo anima porque debe continuar la larga marcha que tiene por delante.

Carta a los Efesios 4.25–5.2: Hablen la verdad, no pequen al airarse, no roben sino trabajen, cuiden sus palabras, quiten amarguras… y sobre todo anden en amor, así como Cristo nos amó.

Salmo 34.1-8: ¡Bendeciré al Señor en todo tiempo! Lo busqué y él me oyó, este pobre clamó y lo oyó el Señor. El ángel del Señor acampa alrededor de los que lo temen y los defiende.


GUIDO BELLO HENRIQUEZ
Pastor en Iglesia Metodista TEMPERLEY
Capellán Jardín de Infantes ARCO IRIS
Tel (11) 15 5473 6149
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